El café es la gasolina de muchos. En cualquier momento del día y en todas sus versiones siempre tiene éxito. Pero, ¿qué razón mueve masivamente a los consumidores a tomar un café hasta siete veces más caro que además es dañino para el medio ambiente? Seis de cada diez hogares toma café en cápsulas, conscientes o no de la realidad de este brebaje delicioso.
El café en cápsulas se corona como una de las modalidades de tomar esta bebida que más adeptos ha ganado. Desde los 2000, cuando llegaron a España las cápsulas, popularizaron una nueva forma de consumir café y con ella, la necesidad de comprar nuevas cafeteras. Pero, ¿hasta qué punto es rentable y saludable el consumo de este tipo de café?
Los responsables del desembarco de este tipo de cafés dieron con terreno abonado. Los españoles tomamos una media de 2,2 tazas de café diarios, según el primer estudio sobre este hábito realizado por Café Novel. Y más de la mitad de los cafés se toman en casa. Territorio de la cápsula.
¿Que mueve al consumidor de café a optar por la fórmula más cara, que además ha requerido la compra de una cafetera específica que solo vale con un modelo de cápsulas? A esta decisión antieconómica han contribuido las cualidades organolépticas de este tipo de cafés –son deliciosos– y una acertada estrategia de márketing. Tan acertada, que el 84% de los bebedores de café en cápsulas consideran que es más rápido y más limpio usar este tipo de sistema de cafetera que cualquier otro tradicional.
UNAS CÁPSULAS DE CAFÉ CON OCUPANTES INESPERADOS
El bolsillo se resiente, sí, pero también lo hace el medioambiente. La rapidez y la comodidad han fomentado el aumento del consumo de este formato: pequeñas cápsulas de plástico, aluminio o papel. Pero los materiales reales que componen este producto son desconocidos. Las cápsulas contienen café, leche en polvo, azúcar y algunos componentes que favorecen su conservación y retrasan la oxidación de los ingredientes. Estamos ante una comodidad difícil (por no decir imposible) de reciclar. Una bomba de relojería en los vertederos. Una bomba que pesa cada año 40.000 toneladas, que es la cantidad que se consume anualmente en España.
Lo más curioso es que los usuarios de este tipo de café son conscientes de algún modo de este problema. El estudio antes referido comprueba que el 79% de los usuarios de estos cafés considera necesario cambiar sus hábitos de consumo en cápsulas para proteger y mantener el medio ambiente
Las marcas más conocidas en el sector, Nespresso, Dolce Gusto o Tassimo comercializan sus productos según estrategias de marketing muy estudiadas. Nespresso vende las cápsulas en sus propias boutiques ubicadas a pie de calle o pop-up en otras superficies, como El Corte Inglés. La exclusividad y la sofisticación abanderan este producto promocionado por el mismísimo George Clooney, que además cuenta con un club de clientes de la marca. En el caso de Dolce Gusto o Tassimo, puedes encontrarlas en cualquier supermercado o tiendas de alimentación.
Es precisamente en los supermercados donde las marcas especializadas encuentran competencia. Visto el éxito de las cápsulas, las grandes superficies no podían quedarse atrás en el negocio cafetero y crearon su propia marca blanca del producto. Así que la variedad no es un problema en lo que a estos cafés se refiere.
El funcionamiento de la compra de cápsulas Dolce Gusto es diferente. En primer lugar, porque se adquieren en supermercados o tiendas de alimentación, y por tanto, no cuentan con vendedores especializados. Además su formato de venta en cajas de 16 o 30 unidades hace que su precio varíe desde los 4 hasta los 15 euros en función del lugar en que se compre.
¿SABEMOS CUÁNTO PAGAMOS POR EL CAFÉ?
Resulta sorprendente que como consumidores estemos dispuestos a pagar un precio tan elevado por un producto tan básico y habitual como es el café. En un ejercicio comparativo, parece evidente que el formato cápsula sería más caro que el tradicional, pero es que la diferencia es significativamente grande.
El paquete de 250 gramos de café molido de la marca Marcilla está a la venta en supermercados y tiendas online por tres euros aproximadamente, por lo que el kilo de café ronda los 10 euros. Lo mismo ocurre con un formato diferente, como la variedad ecológica de la marca Carrefour, unos once euros el kilo. Si preferimos el café en grano, la marca Bonka (Nestlé) está a la venta por 9,90 euros el kilo.
En el caso de las cápsulas Dolce Gusto, una caja de café cortado contiene unos 100,8 gramos de producto por un precio aproximado de unos 5 euros; Hay otras marcas que elevan el precio del kilo del café a unos 75 euros como mínimo. La explicación más evidente podría ser la siguiente: pagas por la comodidad y la rapidez de un café instantáneo. Pero la diferencia de precio es llamativa, pagas hasta siete veces más por el kilo de café.
CAFÉ Y SALUD
Según publica la Federación española del café en su web, el 74% de los españoles toman café porque les gusta el sabor y el aroma. Es más, el 90% de la población lo consume habitualmente. El carácter social de esta bebida hace que se haya popularizado “quedar para tomar un café”, aunque finalmente se elija otra opción. El peso de este hábito es tal, que no solo ha entrado en los cálculos del INE sobre el precio de la «cesta de la compra», sino que se estima que en unos años ha pasado del 0,80 por ciento del presupuesto de las compras de una familia, al 1,60: el doble.
La infusión de café tradicional aporta gran cantidad de agua, una cantidad variable de cafeína y unos valores nutricionales mínimos. Dicho de otra manera, las calorías son muy pocas. Por ejemplo, un café preparado en una taza contiene por 100 gramos una cantidad menor de 1 gramo de hidratos de carbono.
Si hablamos del café en cápsulas, es imposible establecer un criterio fijo. Es decir, depende de las marcas e incluso del tipo (con leche, cortado, espresso…) la cantidad de cafeína, azúcares u otros componentes.
El azúcar es algo que preocupa a la población, más si cabe en los últimos años. La web SinAzucar.org publica imágenes comerciales que muestran el azúcar libre que contienen algunos de los productos más consumidos y publicitados por las marcas. Una de las fotografías muestra el contenido de azúcar libre de las dos cápsulas de Dolce Gusto necesarias para un café frío.
TU COMODIDAD, UN PERJUICIO PARA EL MEDIOAMBIENTE
“Es casi lo mismo de residuo que de café”, indica tajante el responsable de plásticos de Greenpeace, Julio Barea. Además de todas las bondades de las cápsulas de café mencionadas a lo largo de este texto, el gran problema empieza cuando la maquina termina de verter el líquido en la taza. ¿Qué pasa entonces?
No es un envase, por lo que no se puede depositar en el contenedor amarillo. Siempre quedan restos de café en la cápsula por lo que independientemente de su material, aluminio o plástico, no se puede reciclar. Son perjudiciales para el medioambiente, no hay discusión.
Para intentar solventar este problema, Nespresso pone a disposición de sus clientes 1.400 puntos de recogida, pero no resulta la solución más efectiva. Según publica la OCU, solo el 18% de los consumidores llevan las cápsulas usadas a alguno de los puntos de la marca.La exclusividad que intentar vender la marca, también se hace visible con alternativas como esta del reciclaje, a pesar de su escaso éxito. Y, aun así, comenta Julio Barea, el compost que se extrae contiene restos de aluminio.
“¿Qué necesidad hay de tomar café en una cápsula?”, reflexiona Barea. “Esto es resultado del absurdo del modelo de consumo absolutamente enloquecido e insostenible que tenemos.”