Hace cerca de un año, el presidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu, explicaba (sin sonrojarse lo más mínimo) ante los micrófonos de Catalunya Radio que bajo su mandato «el problema del barsa no era la inversión» y que existen equipos que «funcionan a golpe de talonario», pero que en el caso del club que dirige «no funciona así». El problema de las palabras de Bartomeu es que no se corresponden con la realidad, ni lo más mínimo, ya que desde que toco el poder el Barcelona es el equipo que más dinero ha gastado en toda Europa en fichajes.
Con Franki de Jong atado, el baile de nombre que sobrevuelan la ciudad condal no ha parado de incrementarse en las últimas semanas, con nombres novedosos, como el central holandés De Light, y otros viejos conocidos que parecen más cerca que nunca, como el ansiado Antoine Griezmann. El caso es que sea uno u otro, su incorporación llevará la cifra de gasto total de la era Bartomeu de los 940 millones actuales a superar los 1.000 millones. Nada mal, para un club, como dice su presidente, que no funciona a golpe de talonario.
La alta cifra de dinero invertido en fichajes por el barsa, que presumiblemente crecerá en las próximas semanas, deja al descubierto una serie de dolorosas verdades para el club azulgrana: en primer lugar, no vale la excusa del dinero inglés que ha regado a los equipos de la Premier y ha dejado atrás a los españoles, italianos o alemanes. En los mismos años en los que Bartomeu ha sido presidente, el Manchester United ha gastado 827 millones de euros, el Tottenham, reciente finalista de la Champions League, ha invertido 324 millones de euros, mientras que su verdugo en dicha competición y a la postre campeón, el Liverpool, se ha gastado 712,81 millones de euros.
El abuso en el gasto de fichajes del barsa ha sido tan alto en las últimas temporadas, que incluso supera a los ya famosos petrodólares del futbol. Así, con 940 millones de euros está por encima de los 912 millones que se ha gastado el Manchester City desde la campaña 2014/15. Su inversión, incluso está muy por encima, un 17%, de lo que se ha gastado el PSG (que suma cerca de 800 millones gastados) desde dicha temporada, pese a que fue el mismo equipo galo el que desembolsó hasta 222 millones de euros para adquirir a Neymar. Un cobro, que obviamente, ya ha dilapido el Barcelona.
Por último, a Bartomeu y al resto del equipo directivo tampoco le sirve la excusa de que el equipo ha gastado más porque también ha vendido más. En las últimas temporadas, el Barcelona ha ingresado 543 millones de euros (frente a los 940 gastados), lo que le deja con un saldo negativo de 397 millones de euros, lo que supone uno de los desfases más altos de Europa solo superado, está vez sí, por PSG y City. Aun así, dicha cifra es muy llamativa si se compara con la de sus dos grandes rivales en España, por contextualizar datos, ya que es un 181% más alta que en el caso del Real Madrid (con pérdidas netas en movimientos de jugadores de 171 millones), y hasta un 367% más alto que si hablamos del Atlético de Madrid (con un desfase cercano a los 85 millones de euros).
DETERIORO DE LAS CUENTAS DEL BARCELONA CON BARTOMEU
La llegada de Bartomeu a la presidencia del barsa ha marcado más un punto de inflexión en lo económico que en lo deportivo, dejando al club en serios problemas financieros como reflejan las propias cuentas. El verano de 2015 fue un tiemplo muy plácido para la directiva y el propio Bartomeu, después de alcanzar el triplete en su primera temporada como presidente. Además, las cuentas iban bastante bien, con un ebitda de 71 millones (que se acercaba a los 110 millones medidos como proforma) que básicamente le permitía fichar con a pérdidas de 100 millones sin tener que endeudarse.
La debilidad de las cuentas del Barcelona también tiene que ver con los casi 1.000 millones que se ha gastado desde que llegó Bertomeu, más que cualquier otro equipo del mundo.
Ahora, varios años después de la gestión de Bartomeu, y tras 1.000 millones en fichajes y una masa salarial que supone el doble que en 2015, el ebitda se ha ido desvaneciendo hasta que la temporada pasada cerró en números rojos de 36 millones. Pero, hay quien dirá que no es así, ya que las cuentas propias del barsa muestran un beneficio operativo positivo. El problema de lo anterior es que el club no saca de dicha partida los ingresos por vender jugadores, una trampa muy común utilizada por los blaugranas.
Por último, la gran pregunta que queda por desvelar es cómo es posible que el barsa, con un desfase semejante, no ha sido sancionado por incumplir el Fair Play financiero de la UEFA. La respuesta es mucho más dolorosa para el club que para el organismo europeo, ya que está pagando a algunos de los jugadores a plazos, como se detalla en sus cuentas, por lo que técnicamente no cuentan en su totalidad. Una triste artimaña, que por el momento, le está funcionando.