Hasta hace poco en los restaurantes, era común dejarse en el plato los restos no consumidos, muchas veces por vergüenza o falta de costumbre. Sin embargo, cada vez son más los que solicitan su doggy bag o ‘bolsa/táper’ con las sobras, y dentro de muy poco este hábito se convertirá en un imperativo para las empresas de hostelería ya que estarán obligadas a ofrecer a sus clientes los alimentos sobrantes sin coste adicional.
Para entregar los restos, los restaurantes deberán emplear envases “aptos para el uso alimentario, reutilizables o fácilmente reciclables” con el fin de adaptarse a las nuevas realidades. Una de las empresas pioneras para esta actividad es la mayorista de envases Envapro que propone su familia de recipientes ‘efecto kraft’ que destacan por su polivalencia y perfil sostenible.
En formato rectangular y circular, estos envases especiales para delivery y take away son muy versátiles ya que son aptos para contener platos fríos y calientes (soportan temperaturas desde los -20ºC a los +40ºC), y pueden introducirse tanto en el microondas como en el congelador. De esta manera, con un solo envase, el restaurante puede entregar cualquier plato para llevar o comida sobrante consiguiendo ahorrar espacio en su almacén, además de dinero.
Tal y como explica el director general de Envapro, Antonio Otero, estos productos suponen una “importante solución para restaurantes y empresas de hostelería ya que mediante un solo envase funcional y sostenible es posible ofrecer todo tipo de comida para llevar, ya sean guisos, arroces, pastas, fritos, sushi, ensaladas o dulces”.
Con estos envases reciclables de cartón, que son personalizables, “el restaurante tiene a su disposición un elegante y valioso soporte para entregar los restos de alimentos ya que con ellos transmite no solo el respeto al medio ambiente, sino también su sello personal o marca”, añade el directivo.
El desperdicio supone una ruptura de las cadenas de valor del sector primario, un freno para el desarrollo económico de muchas regiones y operadores, en especial de las zonas rurales, y una inversión baldía que no se podrá dedicar a otros fines, hasta el punto de que se ha calculado que este desperdicio de recursos supone una disminución en términos económicos equivalente a más de 728 millones de euros al año, según se detalla en los estudios de la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Cada vez existe más concienciación a nivel mundial con el fin de evitar que parte la comida termine en la basura y así evitar un mayor consumo con lo que ello conlleva a nivel de contaminación, por lo que se pretende limitar el consumismo excesivo en la sociedad. Cada español tira a la basura 28 kilos de comida al año, una cantidad desorbitada que bien se podría evitar en gran medida si racionáramos mejor la cesta de la compra.
Agricultura actualiza los datos sobre la comida que se tira a partir de encuestas a 4.000 ciudadanos. En el último informe se muestra que los ciudadanos no aprovechan el 3,8% del total de alimentos y bebidas que han comprado para consumir tanto dentro como fuera de casa, una cifra ligeramente inferior a la del ejercicio anterior (3,9%)