La vida de hoy en día es la responsable de que cada vez haya más personas que padezcan de la tan temida ansiedad o estrés. Antiguamente, la sociedad iba a otra velocidad. En la actualidad, todo esto ha cambiado. Tenemos demasiadas tareas por hacer que se vuelven en responsabilidades que no se pueden aplazar. El organismo es muy sabio y cuando no puede más alerta a la persona mediante los síntomas del estrés.
Por norma general, una persona puede controlar la ansiedad o el estrés. Son elementos positivos en nuestra vida, pero cuando estos se alteran y suben sin control aparecen los verdaderos problemas. Hay que controlar los momentos de ocio que tan bien le vienen al cuerpo. Si no es posible bajar la ansiedad, el médico puede recetar los llamados tranquilizantes o antidepresivos. Aunque en algún momento determinado puede ser útil y necesario, hay que saber qué consecuencias puede tener el consumo de tranquilizantes.
Dependencia física y psíquica de los tranquilizantes
Muchas son las personas que, cuando el médico les receta este tipo de pastillas, las rechaza por miedo a lo desconocido y a todo lo que se dice de ellas. Cierto es que el mal uso conlleva consecuencias, por eso siempre hay que tomarlas con prescripción médica y haciendo siempre lo que diga el doctor.
Hay diferentes tranquilizantes, pero en la actualidad los más recetados son las benzodiacepinas que son las que más efectos secundarios tienen a largo plazo. Uno de ellos es la dependencia emocional y física que genera en la persona que las toma.
Cuando se toman tranquilizantes se desarrolla mucha dependencia
La persona las va tomando y, cuanto más tiempo pasa, dejar las pastillas será muy difícil, pero no imposible. Para poder abandonar estas píldoras hay que ir reduciendo las dosis gradualmente y no hacerlo de forma brusca, ¡eso es lo peor que se puede hacer!
Tolerancia en su toma
Otro de los aspectos que hay que destacar es la tolerancia que tienen. La persona que toma este tipo de medicamento por mucho tiempo nota que cada vez el efecto disminuye.
Muchos son las que, bajo un círculo vicioso, se aumentan solos la dosis sin consultar al médico. Esto no se puede hacer bajo ningún concepto.
El cerebro se acostumbra a la pastilla y no es capaz de discernir de la toma. Fïsicamente y psicológicamente comenzará a querer más dosis para poder tener el mismo placer que sentía al principio. Hay que acudir al especialista de forma continuada para que todo esto no suceda.
Somnolencia y disminución de reflejos
Cuando se toman este tipo de pastillas se notan varias cosas. La somnolencia es un efecto estrella. Normalmente, cuando se lleva un tiempo tomándolas desaparece o baja en intensidad. La persona tendrá menos reflejo y por lo tanto no debería de conducir o hacer tareas peligrosas.
Algunos consumidores pueden padecer mareos, vértigos, una concentración mínima, debilidad muscular, etc. Son muchos más los efectos secundarios de estas pastillas y a cada persona le sientan de forma diferente.
Es curioso, pero si se leyera el prospecto de los tranquilizantes o de los antidepresivos, nadie se los tomaría. Cierto que un simple ibuprofeno tiene efectos malos, pero en este caso estamos hablando de medicamentos más potentes y que nos nubla el cerebro sin darnos cuenta.
Desarrollo de cáncer de mama
Los antidepresivos pueden subir el riesgo de padecerse un cáncer de mama. Por otro lado, es curioso porque son protectores de tumores en el cerebro.
Hay investigaciones que dictan que el consumo continuado de antidepresivos puede aumentar el riesgo de producir cáncer de mama. Por contrapartida, es capaz de producir la muerte neuronal y por lo tanto bajar la posibilidad de desarrollar otros tipos de tumores.
Pueden ocasionar un gran deterioro a nivel cognitivo. Las neuronas son muy necesarios para el cerebro y los efectos de muerte de estas hacen pensar esto. Se han realizado investigaciones en ratones que dicen que su capacidad de aprendizaje baja enormemente. Por lo tanto, a largo plazo, pueden generar demencia o un deterioro cognitivo leve.