Deutsche Bank parecía haber encontrado su camino, por decir algo, con un matrimonio concertado con el Commerzbank. Al final, dicha posibilidad de cerró y la gigantesca firma alemana sufrió un duro mazazo, ya se sabe lo dolorosas que son las rupturas amorosas. El Deutsche ha caído recientemente a mínimos históricos, incluso por debajo de aquel septiembre negro de 2016 en el que se pensaba que podía quebrar. Lo anterior explica que la situación actual no es nada fácil, por lo que algunos analistas ya hablan de una posible ampliación de capital.
El primer problema para la firma teutona es que nadie sabe exactamente donde se dirige. Su consejero delegado, Christian Sewig, no ha presentado por el momento ningún plan más allá de los objetivos de 2019. Sin un plan a largo plazo resulta extremadamente complicado convencer a los inversores para apostar por la entidad, más si cabe cuando la rentabilidad que ofrece en la actualidad es rídicula.
En el primer trimestre de 2019, Deutsche Bank obtuvo una rentabilidad, medida como beneficio entre fondos propios que se conoce en la jerga financiera como ROE, del 1,3%. Probablemente el más bajo de toda Europa, ¡ah no espera! Que desde la entidad aseguran que eso se debió a que se les obligó a pagar una suma de impuestos extraordinariamente alta (vaya, un banco quejándose de pagar «muchos» impuestos), que sin ese detalle importantísimo la ratio hubiera ascendido al 3,6%. Claro así, sí. Aunque, dicho porcentaje es entre tres y cuatro veces más pequeño que lo que exige el mercado e incluso por debajo de su objetivo para este mismo año que es superar el 4%.
Llegados a este punto, nadie puede culpar a los gerentes de la entidad, puesto que han cumplido a rajatabla con su cometido: meter la tijera, por lo que la culpa será de los clientes que no confían en la entidad. Obvio. En concreto, la firma redujo sus costes en un 7% en tasa interanual, lo que supone llevarlos al final de año (se espera algún ahorro más) a unos 21.800 millones. La reducción es importante, pero aun así no se ha conseguido gran cosa en el banco, de hecho, mientras que los gastos han caído un 11% en los últimos tres años, los ingresos lo han hecho en un 16%. Aun así, parece que la entidad buscará seguir recortando para aumentar al roe previsto, según los analistas.
Pero claro, desde el mercado se hace la siguiente pregunta, si se pretende seguir recortando costes (con más despidos que no son gratuitos) ¿cómo se financian los mismos? En este punto distintas fuentes de mercado explican que es muy complicado poder aventurar el coste de reducir los gastos en varios miles de millones, entre 2015 y 2018 se hizo por 3.800 millones y se necesitaría otro fuerte recorte para aumentar el roe a niveles más aceptables. Aunque sí explican que existe una pequeña regla de aproximación, y es que una reducción implica un coste entre el 80% y el 100% del mismo, de tal manera que una reducción de 3.000 implicaría un gasto de al menos 2.500 millones.
Deutsche Bank no da con la tecla, puesto que los gastos han caído un 11% en los últimos tres años, pero los ingresos lo han hecho en un 16%
La absorción de dichos costes, al menos para un banco, se suele hacer a través de dos vías: la primera es cargarlo a alguna cuenta del banco, puede ser en la cuenta de pérdidas y ganancias, lo que significa que se cargan en los beneficios futuros o contra el capital. En segundo lugar, sería asumir dicho coste y financiarlo con aportaciones extras del mercado, esto es básicamente, sufragarlo con una ampliación de capital. No hay más allá que ambas vías, y si Deutsche quiere reducir aun más sus costes debe adoptar una.
POCAS POSIBILIDADES PARA DEUTSCHE BANK
En cuanto a la primera, no es nada fácil, puesto que (como se ha comentado antes) sus resultados no son muy boyantes. Así, el consenso de analistas no son muy optimistas con la entidad y prevén que su beneficio ronde los 700 millones de euros, por lo que se quedaría por debajo. En este caso, debería acudir al capital para cubrir dichos cargos, pero su capital de máxima seguridad, del 13,7%, apenas tiene margen respecto de las exigencias del BCE, que en este caso es del 13%, por lo que sería peligroso llevarlo a cabo por esta vía. Además, que el propio regulador presionaría en contra dada la importancia que le da al capital.
Finalmente, quedaría la segunda opción que sería salir al mercado y buscar capital. En este caso, no tiene porque ser a los accionistas, ya que puede emitir deuda, pero dados los tipos que se le exigen a los que ya están cotizando, la deuda debe pagar un cupón de intereses, al banco le saldría muy caro dicha operación. Por lo que la opción más barata terminaría siendo emitir acciones y llevar a cabo una ampliación de capital. Una opción que no es nueva, ya que en los últimos 8 años se han llevado a cabo hasta tres distintas, la última en 2017.
La última opción, sería la de vender ciertos negocios (ya ha vendido muchos) para ganar ese capital necesario. De hecho, Deutsche ha puesto sobre la mesa la venta de su segmento de gestión de activos, denominada DWS, de la que ya se desprendió de un 22%. Actualmente, su precio ronda los 4.500 millones de euros por lo que cualquier desinversión le generaría un capital importante, pero de nuevo limitaría al banco. DWS es el negocio más rentable que tiene ahora mismo el banco, y además, si los ingresos ya habían caído la desinversión hará que caigan más.