Una de las últimas operativas de Neinor, aunque llevaba en estudio durante un tiempo, ha sido la de traspasar la mayor parte de su autocartera, lo que suponen 730.000 acciones de los 830.000 que mantenía en cartera, a Goldman Sachs para «financiar parcialmente» la operatividad de un derivado subscrito con el banco de inversión, según remitió la compañía a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) está misma semana. La idea consiste en que la firma estadounidense financiará las próximas adquisiciones de acciones propias de la promotora en los próximos meses.
Neinor se jugará una parte, que podría ser importante, de sus dividendos futuros a que su propia evolución bursátil en el próximo año y medio sea positiva. La promotora se comprometió con los inversores, tras el bofetón que le dio el mercado tras reconocer que incumpliría sus objetivos para estos próximos años, a que devolvería 300 millones a las acciones para 2022, pero una parte del dinero que debe servir para ello (los dividendos se pagan con flujos de caja, no con beneficios) ya lo ha apostado con Goldman Sachs como juez jurado.
El derivado subscrito entre ambas partes se trata de un Equity Swap -un instrumento financiero de intercambio de flujos de efectivo futuros, no confundir con el de tasas de interés- con el que Neinor consigue ahora la suficiente financiación para seguir comprando acciones propias, mientras que pretende devolver dicho dinero (de ahí lo del intercambio de flujos futuros) en octubre de 2020, una vez que haya generado la caja suficiente, según explican desde la propia compañía.
El movimiento de Neinor implica qué en el próximo año y medio, aunque probablemente centre sus compras en el corto plazo (que están a menor precio), se gaste cerca de 40 millones de euros en recompras de acciones. Pese a que este tipo de contratos (que se producen fuera del mercado, lo que se denomina en jerga financiera Over The Counter o OTC) son privados y muy personalizables, desde la promotora señalan que la transferencia de efectivo en forma de acciones (las 730.000 a 10,54 euros, que suman 7,7 millones) representa un 20% del total que prevé invertir en sus propios títulos, y que el 80% restante lo pondrá el banco de inversión.
Aunque no es todo tan sencillo como parece, ya que un contrato de estas características también implica muchos riesgos para la promotora. En primer lugar, el primer asterisco aparece por el volumen que pretende invertir en recompra de acciones la compañía, pese a que 40 millones no parece mucho en realidad para una firma como Neinor sí lo es. Así, por ejemplo, Naturgy recientemente señaló que su plan (que fue catalogado como muy ambicioso por los analistas) era invertir unos 400 millones al año lo que supone alrededor de un 40% de su flujo de caja libre respecto a 2018, mientras, la cifra de Neinor supone hasta un 55% de la cifra obtenida en 2018.
Por otro lado, la firma de un derivado siempre tiene una serie de riesgos intrínsecos que pueden afectar a algunos de los contratantes, además de un pago de intereses que resta efectivo futuro. En concreto, un canje de acciones de este estilo implica que Neinor adeuda los intereses, que se hayan acordado, por el capital recibido, que son unos 30 millones, más el tipo de interés al que se ha referenciado. De tal manera, que en una manera muy básica funciona como hipoteca en la que se paga un tipo (puede ser variable o fijo) más el euríbor (aunque en este caso se suele utilizar más el Libor). Si la operación sale bien, siempre y cuando las acciones en cuestión (las de la promotora) suban, la firma podrá compensar los intereses. Pero en el caso de que su precio baje, respecto del nivel firmado, entonces Neinor debería asumir no solo el pago de los intereses e índice de referencia, sino también el porcentaje que ha caído la cotización. Por eso, podría terminar por convertirse más en un problema que en un remedio, eso no se sabrá hasta octubre del año que viene.