En esta sociedad en la que parece que las horas nunca llegan para todo, el trabajo de los voluntarios es fundamental. De hecho, creo que invertir una tarde de tu tiempo libre acompañando a alguien que lo necesita es igual o más trascendente que el donativo que puedas aportar a una ONG. Porque ese tiempo compartido da vida y energía a quien lo recibe.
En este sentido, es increíblemente positivo que una gran fundación como es la Obra Social ”la Caixa” fomente el voluntariado entre sus trabajadores a través de la red de Voluntarios de ”la Caixa”. Al tener la capacidad de llegar a tantísima gente, es clave todo lo que hacen para potenciar y rescatar valores como la solidaridad, la empatía y la hermandad; valores que tanto necesitamos y que, en este mundo tan loco, a veces parece que estamos perdiendo.
1«Todo el mundo tiene derecho a vivir aventuras.»
Estos voluntarios hacen posible actividades tan bonitas como Aviación adaptada, gracias a la cual colectivos con discapacidad o personas mayores con movilidad reducida pueden vivir aventuras como un vuelo en avioneta. Porque así como hay iniciativas que se ocupan de la supervivencia, es necesario que otras se ocupen del disfrute: pasarlo bien debe formar parte de la vida y tener una discapacidad no debería ser un impedimento para ver cumplido un pequeño sueño como ese.
Quiero pensar que los que pretendemos aportar luz somos mayoría. Siempre digo que la solidaridad es algo que tenemos todos dentro, aunque la empatía no a todos se nos despierte en el mismo momento o por las mismas causas. Hay quien hace un viaje que le cambia la manera de ver el mundo, quien descubre por casualidad un documental que le lleva a pasar a la acción o, en ocasiones, es una persona que se cruza en tu camino quien te abre los ojos.
En mi caso, esta persona fue Dani Rovira. Él llevaba tiempo haciendo el espectáculo benéfico Improviciados en Málaga. Y yo vi en esta iniciativa la manera de canalizar esa inquietud solidaria que siempre había intuido en mi interior, pero que no había sabido aprovechar. Con el tiempo, surgieron oportunidades para llevar la función a otras ciudades y ambos teníamos claro que queríamos seguir donando lo recaudado a causas sociales. Así fue cómo creamos Ochotumbao, una fundación en la que colaboramos con varias asociaciones y proyectos dedicados al medioambiente, los animales y las personas.