Uno de los científicos más brillantes e ignorados de la historia fue el holandés Simon Stevin.
A finales del siglo XVI los holandeses habían monopolizado el negocio de las importaciones y exportaciones y Stevin, viendo la necesidad de mejorar algunos aspectos de la práctica contable, publicó una Tabla de Intereses con unas reglas sencillas para calcular intereses simples y complejos y las tablas necesarias para obtener rápidamente descuentos y anualidades.
Hasta entonces los contables europeos utilizaban números enteros y fraccionarios en sus balances. La propuesta de Stevin fue expresar cualquier fracción como una fracción decimal.