El Foro de Davos cumple 52 años de historia y sus propuestas son cada vez son menos creíbles. En la ciudad suiza del mismo nombre, blindada estos días y más contaminada que nunca, se adoptan decisiones de calado entre los casi 2.700 asistentes, entre líderes políticos y empresariales a nivel global. El cambio climático es el tema más recurrente y fácil de abordar, mientras que otros como la recesión mundial que llama a las puertas o el duro enfrentamiento entre EE UU y China, con Europa en el medio y principal afectada, tienen una solución muy compleja.
En esta nueva edición, los líderes de la globalización tratan ahora de evitar la fragmentación y poner medidas para cooperar. Para calentar el debate, el Fondo Monetario Internacional aseguró en un informe que la ruptura entre las economías más importantes del mundo podría provocar una caída del 7% en el PIB mundial. Sin embargo, los propios gobiernos presentes en esta reunión anual están llevando a cabo medidas proteccionistas, especialmente EE UU. Asimismo, esta organización privada se ha arrogado el derecho de dirigir las políticas de los 8.000 millones de habitantes de La Tierra.
La reunión se produce a casi 1.600 metros de altitud, entre las montañas nevadas del cantón de Grisones. El aeropuerto más cercano se encuentra a una hora y media en tren y tan sólo admite jets privados debido a sus cortas pistas. Para trasladarse existe la opción del tren o bien unas dos horas en coche, un trayecto cortado durante esta semana por seguridad.
LA CONTAMINACIÓN SE DISPARA EN DAVOS
A esta cita acuden los grandes empresarios, políticos y economistas relevantes, un desfile que conlleva una alta contaminación. Para acudir a la reunión, los empresarios y políticos generaron emisiones equivalentes a 350.000 automóviles haciendo 750 kilómetros diarios durante una semana, según afirma Greenpeace con cifras del pasado año. En total, 1.040 jets privados entraron y salieron de los aeropuertos que dan servicio a la ciudad de Davos. De esta forma, se cuadruplicaron las emisiones de CO2 durante la semana que duró el foro. Para este 2023, la cifra será muy similar.
El 53% de los jets privados en Davos realizaron menos de 750 km, mientras que el 38% recorrieron menos de 500 km
Tras aterrizar, las grandes y poderosas fortunas debaten a puerta cerrada sobre el clima, la desigualdad y no logran ponerse de acuerdo para responder a la invasión de Rusia a Ucrania. De cara al público, estos dirigentes tan sólo conceden las entrevistas pactadas, sin preguntas incómodas, mientras muestran preocupación por temas que afectan directamente a los hogares, especialmente los más humildes. Del total de vuelos, el 53% fueron de corta distancia, inferiores a los 750 km, mientras que el 38% fueron inferiores a los 500 km. De hecho, hay un vuelo de 21 km, según la consultora encargada del informe. Los vuelos partieron de Alemania, Francia, Italia y España.
Todo ello, mientras en la UE y en España se debate la prohibición de los vuelos cortos. Es decir, exigen a los ciudadanos medidas que ellos mismos no se aplican. La incongruencia habitual de la élite. Todo ello aderezado con los mejores caldos y menús, donde la carne es uno de los platos principales.
EL MEJOR MENÚ PARA LOS LÍDERES, LENTEJAS PARA EL RESTO
Para el resto de la humanidad, algunos de los presentes considera que un menú basado en verduras e insectos es el más apropiado. El año pasado, la lista de alimentos «recomendados» por este foro al resto del mundo se basó en algas, lentejas, fonio, okra -vegetal-, champiñones y espinacas. De hecho, se llegó a afirmar que los champiñones eran un buen sustitutivo de la carne. Todo ello basado en la falsa idea de que los alimentos se agotarán en la tierra.
Para describir la situación actual, en Davos se ha inventado una nueva palabra: policrisis. Ni estanflación, ni recesión, ni invasión. Es la palabra de moda y cuya definición se basa en la interacción de los riesgos presentes y futuros para formar una policrisis. Ya no se habla de las burbujas en los distintos sectores de la economía que han provocado los bancos centrales, sino de riesgos y efectos combinados a nivel global, cuyo impacto es superior a la suma. Es decir, con efecto exponencial. Y es que, la economía ya no es una ciencia de suma cero, donde unos ganan y otros pierden.
DAVOS PIERDE INTERÉS PARA SOROS, GATES Y MUSK: «ES ABURRIDO»
En Davos se habla, además, de la crítica situación de la globalización, tal es así que los grandes precursores de este movimiento están ausentes. Ni Bill Gates ni George Soros acuden ya al foro, pese a estar casi siempre en los escenarios vendiendo su faceta más filantrópica. De los líderes más importantes, tan sólo Alemania se ha dignado a ir, junto a Pedro Sánchez. El propio presidente del Gobierno español ha visto como Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, prefirió reunirse con el presidente de Norges Bank antes que con él.
Otra de las sonadas ausencias es la de Elon Musk, dueño de Tesla, Space X y Twitter. Al polémico empresario le parece este foro «aburrido», motivo por el que ha declinado la invitación. De esta forma, Davos se ha convertido en el escaparate de las élites, un particular desfile de millonarios que deciden por uno mismo cómo vivir, qué comer y cómo viajar.
A ellos no les afecta, si bien han superado a las reuniones del Club Bilderberg, pasado ahora a un segundo plano. Si bien, las arengas, el mantra y el camino a seguir ahora se hace de forma pública, todos a una, como la transformación energética, específicamente diseñada para personas con poder adquisitivo. Al resto, transporte público si no puede permitirse el lujo de cambiar de vehículo cada tres o cuatro años.