miércoles, 11 diciembre 2024

Comienza 2023: recesión, ‘petroyuan’, nuevo orden y orgía de deuda europea

Recibimos este 2023 con más miedo que esperanza. Al contrario de lo que sucedió en la nochevieja de hace doce meses, todos al brindar por el nuevo año hemos sido conscientes de que afrontamos un ejercicio difícil, plagado de incertidumbre, en el que lo único que parece seguro es la llegada de una recesión económica con una inflación que se mantendrá en niveles elevados y gran volatilidad en los mercados que ajustará las valoraciones de las empresas en Bolsa. Todo ello aderezado con la constatación de la ruptura del viejo orden en el plano geopolítico y con la vuelta del terror covidiano, que hará más dura la cuesta de enero.

2023: EL EMPERADOR ESTÁ DESNUDO

La idea generalizada es que la recesión será corta y poco profunda, pero hay analistas que llevan tiempo advirtiendo de que el emperador está desnudo y que esta crisis va a ser más profunda de lo que establece el pensamiento único económico. Como señalaba hace unos días Pablo Gil, de XTB, «llevamos dos años infravalorando las barbaridades que se han cometido con las políticas monetarias y fiscales». Y con la restricción monetaria y la subida de tipos más rápida desde 1980 «es más que probable que también nos llevemos una gran sorpresa con el efecto que tendrá en el crecimiento económico en los próximos trimestres».

Según el analista jefe de XTB la crisis del mercado inmobiliario de Estados Unidos puede ser «el canario en la mina» que nos muestre la gravedad del problema. Se habla mucho de la burbuja del ladrillo chino pero se mira hacia otro lado cuando se analiza el problema del sector residencial en Occidente. Y aunque en materia de consumo los datos oficiales muestren que la demanda interna aguanta a pesar de la inflación y del aumento en los costes de financiación, lo cierto es que los medios especializados ya hablan de un «crack del crédito» inminente en 2023.

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Fuente: Global Outlook (Blackrock)

Esa es la otra gran cuestión que se quiere ocultar, la de una crisis financiera que en todas y cada una de las recesiones aparece tras haber sido negada por reguladores, gobiernos y las propias entidades financieras. Que no les engañen: la morosidad crecerá, habrá bancos que no puedan sobrevivir sin ampliar capital y algunos de ellos serán rescatados, utilizando la puerta trasera cuando sea necesario.

hay muchas preguntas en el aire pero una se eleva sobre el resto: ¿aguantará la banca central con las subidas de tipos cuando crezca el desempleo?

No obstante es imprescindible tener en en cuenta que nadie posee una bola de cristal que nos indique lo que nos deparará el futuro con precisión matemática. No sabemos lo que ocurrirá en 2023 ni en años venideros porque dependemos de políticos, burócratas e ingenieros sociales que nunca han tenido tanto poder para determinar el rumbo de la economía como en nuestros tiempos. Hay muchas preguntas en el aire, pero una se eleva sobre el resto: ¿aguantará la banca central con las subidas de tipos cuando empiece a crecer el desempleo? 

Conceptos como volatilidad, desglobalización, recesión e inflación serán el pan nuestro de cada día en lo que a la actualidad económica se refiere. Y el mayor error que puede cometer todo aquel que quiera saber en qué mundo vive –sea un profesional de la economía, de las finanzas, o un pobre mortal– es acudir sólo a las fuentes de un lado del conflicto. Porque, no nos engañemos, hay una guerra energética, monetaria y geopolítica entre dos bloques, cada uno con sus intereses, propagandistas y timoneles. Y si solo accedemos a la información de uno de los bandos no podremos vislumbrar el cuadro completo.

EL ESTADO CRECE, A COSTA DE LAS LIBERTADES

Por eso mientras el semanario británico The Economist da la bienvenida a 2023 con su tradicional y enigmática portada de corte ocultista, en la que nos explica que los rusos y los chinos son muy malos, mientras que los anglosajones son los defensores del mundo libre, analistas como Zoltan Pozsar nos exponen con crudeza que la guerra en el Este de Europa y las posteriores sanciones occidentales, han impulsado una alianza entre China, Rusia y el mundo árabe que amenaza al dólar, pilar sobre el que se ha construido el imperio de las barras y estrellas.

El editorial de The Economist es una contradicción en sí mismo y comete el error clásico del pensamiento socialdemócrata que se disfraza de liberalismo (normalmente de cintura para abajo). Plantear un mayor papel del Estado como garante de la libertad y la democracia no es compatible con otorgar privilegios a una serie de multinacionales para que secuestren al mercado con la excusa de luchar contra el oso ruso o el cambio climático. El propio semanario admite este pecado al indicar que «en todo el mundo la idea de un gobierno limitado está siendo vapuleada» y que el «capitalismo de gran gobierno tiene un mal historial. 

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Portada The Economist edición especial Navidad/Fin de año

«Dadas las décadas de alta inflación, causada en parte por una política fiscal y monetaria desacertada, especialmente en Estados Unidos, es extraño que los votantes quieran recompensar a políticos y funcionarios dándoles poder sobre partes de la economía que no están capacitados para dirigir. Las iniciativas estatales en energía y tecnología a veces tienen éxito, pero cuanto más inviertan los países, mayor será el despilfarro y la búsqueda de rentas«, apunta The Economist recuperando una cordura perdida hace años.

CHINA, RUSIA, ARABIA SAUDÍ Y BRETTON WOODS III

Pero a la publicación británica se le vuelve a escapar lo fundamental. Como apunta certeramente Zoltan Pozsar la mayor amenaza que tiene Occidente es que el orden mundial multipolar no lo están construyendo los jefes de estado del G7, sino los BRICS ampliados.

«La relación especial entre China y Rusia tiene una agenda financiera – a la que se suman ahora los países árabes– y lo que el presidente Xi y el presidente Putin digan sobre el futuro del dinero es importante para el dólar estadounidense y la liquidez en el mercado del Tesoro norteamericano». Según este analista estamos a las puertas de un nuevo sistema monetario basado en materias primas, que denomina «Bretton Woods III».

Aunque en Occidente no se haya destacado las palabras de Xi Ji Ping durante su reciente gira por los países del Gofo, el compromiso es que el petroyuan esté plenamente implantado «en los próximos tres a cinco años». El objetivo del gigante asiático es reforzar sus lazos con los países productores de petróleo ofreciéndoles colaboración en materia tecnológica y de infraestructuras. En lugar de pagarles por su apoyo con protección, como hasta ahora ha hecho EE.UU., establecerá una «alianza omnidimensional».

WALL STREET: EL PEOR AÑO DESDE 2008

Todo esto está pasando bastante desapercibido en los grandes medios de comunicación occidentales, lo cual es aún más peligroso porque a muchos les cogerá con el pie cambiado. En los despachos de los banqueros de inversión saben que este guiso que se está cociendo puede cambiar las reglas del juego y se preparan para el nuevo paradigma cuando todavía no han digerido el postre del anterior. Wall Street ha cerrado su peor año desde 2008 con la cuarta mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y los servicios de estudios de los gigantes financieros apuntan en sus informes de cara a 2023 lo complicado del año que ahora comienza.

La todopoderosa gestora BlackRock nos habla de un «nuevo orden mundial tras la Gran Moderación» al mismo tiempo que se prepara para gestionar decenas de miles de millones de dólares para la «reconstrucción» (saqueo) de Ucrania; Credit Suisse espera un «reinicio fundamental», utilizando el concepto de feudalismo tecnocrático impulsado por el Foro Económico Mundial; Goldman Sachs es más prudente al prever un «ciclo diferente» y JP Morgan augura «un mal año para la economía pero bueno para los mercados», confiando en que lo peor en Bolsa haya pasado ya. El tiempo dará y quitará razones.

EUROPA: CRISIS ENERGÉTICA Y ALUVIÓN DE DEUDA

En el caso de Europa, los problemas energéticos continuarán en 2023 y habrá que esperar al próximo invierno para ver hasta qué punto se logrará la prometida diversificación de las fuentes de suministro para garantizar que la industria podrá seguir funcionando y los hogares teniendo acceso al gas y la electricidad sin apagones. La otra gran preocupación es la financiera, ya que los gobiernos europeos inundarán el mercado con nueva deuda. Se espera un aluvión de papel justo cuando el BCE empieza a retirarse como comprador voraz de bonos (al menos de boquilla). 

Esto implica que asistiremos a una escalada de los rendimientos de la deuda pública y de los bonos corporativos de las multinacionales que se han aprovechado de estos años de laxitud monetaria para endeudarse hasta las cejas mientras los ciudadanos pagaban la diferencia entre el coste de financiación de mercado y el intervenido, a través de sus impuestos (presentes y futuros) así como con la reducción de calidad de servicios públicos. Eso es lo que no cuentan los Lagarde, Macron, Scholz, Sunak, Sánchez, Meloni y compañía cuando anuncian «planes de estímulo», «cheques–comida» o «ayudas para afrontar la crisis energética».

2023: AÑO ELECTORAL EN ESPAÑA

Si nos centramos en España, el hecho de que 2023 sea año electoral es otro ingrediente explosivo que nos recuerda a aquel 2007 en el que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero nos decía que el sistema financiero español estaba «en la Champions League» y que nos esperaban «cuatro años de bonanza y pleno empleo».

Pelear por votos en este contexto es peligroso porque aumenta los incentivos para no adoptar las políticas necesarias para asumir el impacto de una crisis que ya empieza a mostrar su cara. Mientras el Titanic se hunde la orquesta de Calviño, Montero y sus muchachas nos dicen que España va a sustituir a Alemania como la locomotora económica de Europa. Algo que no cree nadie, ni siquiera ellas mismas.

En cuanto a la agenda económica para este 2023 que ahora comienza, el gran foco estará puesto en los bancos centrales: primero para determinar cuando detendrán las subidas de tipos y luego para saber durante cuanto tiempo estarán en sus niveles «terminales» antes de volver a bajar. Los alquimistas monetarios quieren destruir la demanda para contener la inflación, pero si China remonta el vuelo ejercerá presiones sobre las materias primas, lo cual dificultará que el nivel general de precios remita a niveles asumibles.

el debate monetario se centrará en la necesidad de elevar los objetivos de inflación para justificar una relajación en los tipos de interés

El debate girará en torno a la idea de que la inflación estructural será más elevada que antes (cerca del 4%-5%), lo cual podría motivar que los bancos centrales eleven sus objetivos de inflación para así justificar una relajación en los tipos de interés. 

Eso sí, mientras todo esto sucede les dirán que la situación está controlada, que no hay de qué preocuparse, que los rusos, los chinos y ahora también los árabes son muy malos, que si hay problemas económicos será culpa de estos enemigos del mundo libre, o en su defecto de la lucha contra el cambio climático y, si me apuran, de una futura invasión extraterrestre. Esa que lleva tiempo esperando Paul Krugman para retorcer el manual keynesiano para devolverlo a su esencia colectivista (totalitaria). Así que ya saben, abróchense los cinturones.


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