Se puede hablar de Ryanair, Vueling o Air Nostrum, pero parece que últimamente siempre hay una, o varias, aerolíneas low cost en huelga cuando llegan las fechas importantes del año. Por supuesto, Navidad y año nuevo no son una excepción con las tres enfrentando un choque directo con sus trabajadores que aprovechan la fecha de alta movilidad para exigir mejores condiciones laborales.
Cada una está en una situación diferente. El caso de la aerolínea irlandesa Ryanair muestra un efecto relativamente controlado, con pocos retrasos, pero que igual tiene su normalidad pendiendo de un hilo al menos hasta el 7 de enero, fecha que los sindicatos han marcado como el final de la convocatoria, aunque todo podría alargarse. Pero lo largo de la huelga, comenzó a finales de octubre, ha permitido que la aerolínea se adapte a la situación.
Vueling se encuentra en un momento parecido. Sus tripulantes de cabina se encuentran protestando desde noviembre, aunque su fecha de límite de momento es más lejana: El 31 de enero. De momento, esto los ha obligado a cancelar entre 40 y 70 vuelos al día, un dato que por supuesto ha hecho que la situación de los viajeros en algunos de los aeropuertos más importantes de España sea cuando menos complicada.
Pero la oferta low cost de Iberia no se ha salvado. De último momento, los trabajadores de Air Nostrum hicieron su convocatoria desde el 22 de diciembre, hasta al menos el 3 de enero. Es una convocatoria que apunta directamente contra las navidades de la empresa. Lo cierto es que esta suma de factores bien puede arruinarle las fiestas a más de uno, aunque aún hay que esperar para ver del todo como afecta a los pasajeros del fin de año.
EL PEOR MOMENTO PARA UNA HUELGA EN LAS LOW COST
Lo peor de todo para las empresas es que este llamado a huelga ocurre justo cuando los españoles más se están acostumbrando al uso día a día de las aerolíneas low cost. De hecho, según datos de un estudio publicado por la EAE Business School, el 74,6% de los ciudadanos del país se declaran usuarios de este tipo de servicios en las aerolíneas.
Con un dato tan alto en cuanto a penetración, no deja de ser llamativo que no puedan mantener el funcionamiento normal sin ser capaces de llegar a acuerdos con algunos de sus trabajadores. Lo peor es que además ocurre cuando, al menos para los viajes internos, los trenes de alta velocidad consiguen aumentar poco a poco su cuota del mercado de turistas.
Ya se han comido hasta un 12% de los pasajeros que tradicionalmente preferían moverse en transporte aéreo. Es un dato que a largo plazo, y con problemas en las líneas, puede llegar a ser devastador eventualmente. En cualquier caso, es un dato que debería poner en alerta a estas compañías de cara al próximo verano, otra época donde aumenta el número de viajeros y donde deben querer asegurarse el funcionamiento correcto.
Además, los trenes están funcionando con bastante normalidad. Después de una amenaza de huelga en Renfe que se resolvió gracias a un rápido acuerdo entre las partes los trenes no han tenido más contratiempos en los servicios de alta velocidad que los que pueden ocurrir durante el funcionamiento de cualquier servicio de este estilo.
SE MANTIENEN LAS FUNCIONES MÍNIMAS
A pesar de estos problemas, la ministra de Transporte, Raquel Sánchez ha asegurado que de momento se mantienen las funciones mínimas para continuar el funcionamiento de las aerolíneas. A pesar de eso, las cancelaciones no paran, en especial de la sorprendida Air Nostrum, y las reprogramaciones siguen siendo complicadas para los viajeros atrapados en el medio de esta situación.
Ya en agosto, cuando se dieron los primeros latigazos de esta crisis con las aerolíneas de bajo costo, la ministra Raquel Sánchez tuvo que asegurar que las mismas mantendrían los servicios mínimos, que los empleados consideraban excesivos, mientras la situación se mantuviera.
Es el único punto positivo de cara a los usuarios en caso de que la crisis se mantuviera. De llegar al verano con el mismo tipo de trabas se supone que la exigencia de funcionamiento mínimo exigirá lo suficiente como para evitar un gran golpe al turismo, uno de los grandes ingresos para la economía española y uno de los más afectados por la pandemia.
En cualquier caso, lo preocupante es que el problema sea tan repetitivo con estas aerolíneas, ya sea por la dificultad para negociar, la simple realidad de costar menos o, directamente, por lo complicado que es operar un servicio de este tamaño en medio de una crisis energética como la que atraviesa Europa. En las próximas semanas, lo más probable es que se acerquen a un acuerdo que finalmente calme las aguas. Mientras, el caos en el aeropuerto de Baraja, se mantendrá por algún tiempo.