El pasado mayo la conocida firma Christie´s sacó a subasta en venta privada una botella de vino francés Chêateau Pétrus 2000 con el precio de salida más caro de la historia, cercano al millón de euros. La peculiaridad de este caldo es que pasó 14 meses madurando en la Estación Espacial Inernacional como parte de un experimento. El récord de la botella más cara del mundo lo ostentaba hasta entonces un Romanée-Conti de Borgoña cosecha de 1945, vendido a 558.000 dólares en la casa de subastas Shoteby´s en Nueva York en el año 2018.
Son los dos ejemplos que resumen a grandes rasgos qué es lo que más se valora a la hora de poner precio a una botella. En el mercado del vino las características que suelen otorgar valor añadido al producto tienen que ver con su antigüedad, escasez, excepcionalidad o rareza. De hecho, cuanto más escaso es un vino de calidad, más caro suele ser su precio, premiando al comprador con una exclusividad similar a la que se refleja en el mundo del arte. Por lo que, si estás pensando en abrir ese viejo vino que guardas para una ocasión especial, primero comprueba que no vas a perder miles de euros solo por descorchar una botella.
Y es que el vino puede ser un activo financiero del que sacar una buena rentabilidad a la hora de invertir. El negocio relacionado con esta la industria está cada vez más en auge, captando la atención de inversores que buscan obtener rendimientos, sin sufrir los vaivenes de la volatilidad que muchas veces reina en las diferentes bolsas mundiales. Al ser considerado como un producto de lujo, la demanda del vino no suele sufrir muchas variaciones y se mantiene resistente a factores macroeconómicos como la crisis por el covid-19 y sus consecuencias.
Durante las últimas dos décadas se ha formado todo un mercado especulativo en torno al vino, cuya rentabilidad ha atraído inversores de todo el mundo. La firma británica IG Wines (Investment Grade Wines), especializada en asesoramiento para inversiones en este tipo de producto, ostenta su propia categoría a través de la cual marca las pautas necesarias para convertir vinos en un producto de inversión atractivo, con el que conseguir beneficios y retornos mayores que en otros mercados.
MÁS RENDIMIENTO Y MENOS VOLATILIDAD
Entre los productos que se pueden encontrar en IGWines, destacan botellas de ediciones limitadas de gran calidad que pueden ser adquiridas por venta en avanzada (antes de que salgan al mercado), de manera individual o comprando varias unidades. Esta categoría ha vivido un aumento de precios en los últimos años, gracias a la demanda constante de países consumidores históricos de vino tanto en Europa como en América del Norte. Aunque en los últimos años el crecimiento imparable de China como potencia mundial, otros países asiáticos y Rusia, han dado un mayor impulso a la industria vinícola.
Pero, para valorar adecuadamente el precio de los vinos, existe un índice de precios global que marca el Liv-Ex 100 (London International Vinters Exchange), que actúa como una especie de bolsa similar al Ibex 35, el Dow Jones o el Nikkei japonés. Este mercado mueve 80 millones de libras esterlinas (unos 95 millones de euros), cuenta con más de 530 comerciantes de vino y establece una lista con los 100 vinos mejor valorados del mundo, provenientes de las principales regiones vinícolas como Borgoña, Ródano, Piamonte, Champaña o la Toscana.
Desde su creación en el año 2002, este índice ha registrado ganancias superiores al 200%, con una Tasa de Crecimiento Anual Compuesto (CAGR) del 6,63%. Unos rendimientos que salen ganando si se comparan con los obtenidos por algunas de las principales bolsas mundiales en el mismo período. Asimismo, otra circunstancia que hace tan atractivas este tipo de inversiones es la baja volatilidad que presenta el mercado del vino. En este sentido, desde el año 2002, el Liv-Ex 100 ha experimentado una volatilidad anual del 8.8%, también por debajo que el de otros productos de inversión como el oro en lingotes y el petróleo.
LA LISTA PARKER
La rentabilidad y la escasa volatilidad son características clave para la inversión en el mercado del vino, sin embargo hay que tener en cuenta también un factor importante que influye de manera directa en el precio de muchos de estos productos y que depende de una sola persona, Robert Parker. Se trata de un abogado de Baltimore (Estados Unidos), quien en 1975 observó que en el país norteamericano no existía ninguna clasificación para orientar a los consumidores a la hora de adquirir vinos, por lo que decidió cubrir ese hueco creando su propia guía.
Más tarde su clasificación se convirtió en ‘The Wine Advocate’ (El Abogado del Vino), donde publica críticas y notas de sus diferentes catas de vinos, aunque su máximo reconocimiento no llegó hasta la cosecha de Burdeos de 1982. A diferencia del resto de críticos, Parker fue el único que consideró extraordinaria esta añada, lo que le situó en el mapa internacional del mundo del vino. Con el paso de los años, su guía se ha convertido en un texto casi sagrado en la industria y su sistema de puntuaciones influye directamente en el valor y el precio de los mejores caldos del mundo.
La clasificación que establece el crítico puntúa los vinos partiendo de la base de 50 puntos y llega a los 100 puntos como máximo, basándose en características como el color, la apariencia, el aroma, el sabor, el acabado o el nivel de calidad global. Si el vino calificado por Parker alcanza una puntuación de 90 a 100 puntos, se coloca como un producto sobresaliente en la lista, mientras que si se sitúa entre los 85 y 90 puntos, el vino obtendrá un notable alto y así sucesivamente.
Su influencia también ha conllevado críticas por la excesiva autoridad en el sector que ostenta una sola persona, cuyas puntuaciones pueden elevar o hundir el precio de un vino, e incluso grandes bodegas intentan adaptarse al gusto de esta especie de gurú.
Pero, sin duda, el del vino es un mercado cada vez más al alza entre los inversores que buscan otro tipo de rentabilidades y una opción a explorar con menos riesgo y mejores rendimientos que muchos de los activos financieros bursátiles. Aunque es considerado como un bien de lujo, como producto de inversión tiene fuertes cualidades para tener en cuenta a la hora de depositar ahorros y lograr beneficios.