La opa de DIA se eterniza en el tiempo entre ampliaciones y reuniones in extremis con los bancos y accionistas para alcanzar un acuerdo que salve a la cadena de alimentación. Han pasado tres meses desde que el pasado 5 de febrero Mikhail Fridman –a través de Letterone– lanzase la oferta. La situación ha dado muchos giros inesperados y, a día de hoy, los plazos siguen sembrando incertidumbre sobre el porvenir de la cadena.
El pasado 26 de abril, el magnate ruso decidió ampliar de nuevo el plazo de aceptación de la opa hasta el 6 de mayo. Por segunda vez se veía obligado a tomar esta decisión. La primera vez cambió el 23 por el 30 de abril (inclusive) por falta de apoyos. Cabe recordar que a día 16 de abril de 2019, los miembros del mercado habían comunicado al vehículo inversor de Fridman, Letterone (L1), aceptaciones respecto de 20.517.986 acciones, lo que supone el 4,64% de las 441.937.819 acciones a las que la oferta se dirige efectivamente. Una cifra insuficiente.
En este caso, la oferta está condicionada a la aceptación de accionistas que sean titulares, en su conjunto, de al menos el 50% de las acciones a las que se dirige la oferta de forma efectiva. Pero en esta segunda ampliación se produjo un cambio significativo. Letterone pretende que la Comisión Nacional del Mercado de los Valores (CNMV) baje al 21% el porcentaje necesario para que la opa prospere sin que el precio establecido (0,67 euros) se toque, tal y como muchos accionistas minoritarios han propuesto.
LA JUNTA Y EL CONSEJO RENDIDOS A FRIDMAN
Lo cierto es que parece curioso que la opa se haya atascado en el último mes teniendo en cuenta que Fridman consiguió dar la vuelta a la tortilla y meterse en el bolsillo a algunos de los que no estaban creían en su plan.
Su primer golpe en la mesa llegó el 20 de marzo, durante la celebración de la Junta de Accionistas de la cadena. Los accionistas acordaron mayoritariamente apoyar la propuesta de aumento de capital con derechos de suscripción preferente por importe de 500 millones de euros formulada por L1.
Y el segundo balón de oxígeno para Lettterone llegó de la mano del Consejo de Administración en dos momentos importantes. El 9 de abril, se mostró favorable a la opa sobre DIA a través de un comunicado remitido a la CNMV como mejor alternativa a la compañía. Incluso apoyó la oferta con la autocartera: 9.082.519 acciones, representativas del 1,45% de su capital social.
Y el segundo momento fue con la carta enviada a los accionistas justo el día que vencía el primer plazo de la opa (y que Fridman amplió). En esta, el consejero delegado de DIA, Borja de la Cierva, instó a los accionistas a apoyar la opa bajo la amenaza de que se produzca “el aumento de capital (500 millones de euros) aprobado por los accionistas y asegurado por Letterone no podrá ejecutarse”. Motivo por el cual apunta que DIA no tendrá tiempo “para instrumentar soluciones alternativas que le permitan restaurar debidamente sus fondos propios y disponer de la liquidez necesaria”.
Días después de la segunda ampliación de plazo, otro comunicado a la CNMV alertaba sobre la situación de DIA. El grupo revela que el patrimonio neto negativo de la sociedad matriz ha aumentado hasta situarse en un rango estimado de 170-180 millones de euros a 31 de marzo de 2019 frente a los 99 millones de euros a 31 de cierre de 2018. La estimación de los resultados en el primer trimestre arrojan pérdidas de entre 140 y 150 millones de euros. Un toque de atención para meter miedo a los accionistas.
A ello hay que sumar una deuda neta que alcanza los 1.452 millones de euros, de la que debe hacer frente al pago de 900 millones con la banca antes del 31 de mayo. Además, el 5 de julio expira el primer plazo con los bonistas, al que deberán devolver 305 millones.
LA PIEDRA EN EL CAMINO: LOS MINORITARIOS
Ni los bancos, ni el Consejo de Administración, ni Mikhail Fridman tienen la última palabra sobre el futuro de DIA. Los accionistas minoritarios de la distribuidora son los que deben decidir si acudirán a la opa o no. Y lo que parece una obviedad se ha convertido también en un problema para el magnate ruso y sus planes.
Entre el 25 y 26 de abril el equipo de Fridman se reunió con muchos de ellos para tratar de convencerles. La Asociación de Accionistas Defensores de DIA (AADD) haya dado dos opciones viables: oponerse a una opa que está lejos de valorar la empresa en su precio real y suscribirse a la futura ampliación que realice Letterone para no ser diluido. Por otro, acudir a la opa pero reservarse un número de títulos que les permitan seguir siendo accionistas de la compañía.
Sin embargo, no todos están por la labor de aceptar. Naturinvest, la family office de Bontoux-Halley y exsocio de referencia de Carrefour y que cuenta con el 3,261% de DIA, ha confirmado que no acudirá a la oferta pública de adquisición de LetterOne, sociedad controlada por Fridman. Tampoco lo hará Western Gate, la división de inversión que pertenece a la family office de Luís Amaral –que cuenta con el 2%–. Para este último “la falta de claridad de Letterone sobre el futuro de la compañía está produciendo un efecto negativo en todas las partes interesadas y contribuye al deterioro de la compañía”.
Así, tres meses después la opa de Fridman busca escribir un nuevo y distinto capítulo para desatascar la situación. De momento, la incertidumbre y la amenaza de un concurso de acreedores planea sobre DIA. Y no hablamos de una compañía cualquiera. Se trata de la tercera cadena de distribución de España (con 7,5% de cuota) y la más grande por volumen de tiendas (3.474 tiendas en España) a pesar del ERE que afecta a 1.604 empleados de un total de 26.709 en toda España.