La tecnología ha llegado a nuestras vidas para quedarse. En los últimos tiempos hemos visto como la evolución tecnológica ha mejorado muchos segmentos que se han traducido en un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos y mayor accesibilidad. En este sentido, se trata de una tendencia que, lejos de frenar, sigue en constante expansión, por lo que puede seguir generando atractivo desde el punto de vista de la inversión.
El ritmo del cambio tecnológico sigue aumentando, y las disrupciones que acarrea están afectando a compañías de todos los sectores. La tecnología está alterando la distribución de los beneficios entre competidores, aumentando la diferenciación entre las empresas de más éxito y el resto de la competencia.
Para JP Morgan, resulta cada vez más necesario que “en determinados sectores los ejecutivos concentren sus estrategias empresariales y reduzcan la complejidad de sus negocios que se ha acentuado durante la última década”.
También se ha producido un renacer del activismo accionarial en todo el mundo y en múltiples sectores. En general, los activistas exigen cambios, con el objetivo último de crear valor, a menudo mediante la búsqueda de potenciales compradores de la empresa en su conjunto o dividida en partes.
Sin embargo, lo importante de todo esto es cómo la disrupción digital está metiéndose de lleno en el mundo de la gestión y cómo afecta a la construcción de las carteras. Curt Custard, director de inversiones de Newton, parte de BNY Mellon, asegura que el mundo de la inversión está cambiando y que “los stock pickers tendrán que adaptarse” a este nuevo entorno.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan los inversores es el hecho de que las cosas cambian cada vez más deprisa, afirma el director de inversiones de Newton. Custard describe un mundo en el que las empresas se ven afectadas por la disrupción y “son desplazadas a un ritmo vertiginoso”.
Según el experto, las decisiones de consumo también están cambiando rápidamente: mientras que la televisión tardó unos cuarenta años en convertirse en algo imprescindible en cualquier hogar estadounidense, Internet solo ha tardado nueve años en ser omnipresente, mientras que al videojuego para móvil Angry Birds le bastaron unas pocas semanas para alcanzar el punto de saturación entre usuarios de teléfonos inteligentes.
Estos cambios que se están produciendo a nivel mundial tienen también su reflejo en el mundo de la inversión. En opinión de Custard, la velocidad de la innovación tecnológica empieza a tener consecuencias en las definiciones tradicionales de los sectores. “Antes, la tecnología era un sector en sí mismo. Ahora, está en todas partes”, asegura.
Para los inversores, esto supone un cambio de paradigma. Si antes los gestores de fondos apreciaban características como la fiabilidad y la estabilidad de las empresas en un contexto de inversión a largo plazo, ahora se centran mucho más en las ventajas competitivas y en la capacidad para “reorientar rápidamente sus modelos de negocio”. Por eso, Custard cree que “aplicar una perspectiva sectorial a la hora de analizar acciones es algo del pasado, por lo que los gestores deben encontrar nuevas formas para evaluar el valor”.
El momento de rápidos cambios en el que nos encontramos alcanza su máxima expresión en los mercados emergentes. Custard señala, por ejemplo, que los denominados “deportes electrónicos” (competiciones de videojuegos) son la actividad deportiva que más crece en el mundo gracias, principalmente, al elevado número de jugadores y espectadores asiáticos.
El director de inversiones de Newton cita otro ejemplo reciente, el de una empresa de bienes de consumo cuyos beneficios han crecido más en países concretos de mercados emergentes, como Pakistán o Birmania, que en toda la Unión Europea.
Asimismo, el cambio climático es otra área que está experimentando una profunda transformación. Uno de los sectores que ya se está viendo afectado es el de los seguros, explica el experto, que añade que ahora las empresas tienen que tener en cuenta los factores medioambientales antes de decidir dónde construyen sus instalaciones. “La inversión necesaria para combatir el cambio climático es enorme. Como gestores de fondos, debemos identificar a las empresas que están bien posicionadas en este aspecto”, termina.
LA DISRUPCIÓN EN LA GESTIÓN DE PATRIMONIOS
La disrupción digital ha transformado muchas industrias, sin embargo, está teniendo un efecto más lento en la industria de la gestión patrimonial, en parte, según Christopher Truce, responsable de Fintech de Saxo Bank, porque “la mayoría de los activos de los clientes se han mantenido in situ”. Es relativamente barato unirse a la revolución digital transmitiendo música desde Spotify o comprando libros de Amazon, pero se “requiere mucho más dinero para dar un impulso a la gestión patrimonial digital”.
Sin embargo, los avances en otros sectores han elevado las expectativas de los clientes y ahora están impacientes por recibir la misma calidad de servicio y facilidad de uso por parte de sus bancos. Mientras que la generación anterior quería revisar sus carteras a través de sus iPads, además de tener una conversación cara a cara con un asesor financiero, los nativos digitales quizás “nunca vean el interior de una sucursal, pero sí quieren control, transparencia e inmediatez”.
¿Cómo está la digitalización dando forma a los proveedores de gestión de patrimonio? Cada vez más los clientes desean una experiencia de usuario integrada, sin fronteras y sin barreras, que les permita seleccionar y analizar inversiones en múltiples mercados por clase de activos y geografía a través de una interfaz única y consistente, explica el experto de Saxo Bank.
Quieren personalización, lo que significa, no solo soluciones y consejos personalizados para lograr rendimientos ajustados al riesgo de cada cliente, sino también respuesta en tiempo real, 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año. Muchos también “esperan que los bancos ofrezcan herramientas con recomendaciones sobre ideas de inversión basadas en participaciones de cartera existentes”, añade Truce.
Lo que está claro es que la industria de gestión patrimonial actualmente no está en condiciones de cumplir con las expectativas digitales de rápido crecimiento. La infraestructura heredada, la reforma regulatoria y las demandas de los inversores plantean poderosas barreras a la inversión en la tecnología necesaria para competir en un mercado que enfrenta niveles acelerados de cambio.