“Nuestro objetivo final es la transformación del sector óptico”. Así de rotunda se muestra Marta Frenna, CEO y una de las fundadoras junto a Marco Resino y Juanjo Ruano de GreyHounders. ¿Cómo? Para empezar, alejándose del modelo tradicional de tienda física ya que permite la compra de gafas graduadas sin salir de casa.
Hasta ahora, la adquisición de una gafa graduada conllevaba inexorablemente la visita a la óptica de turno. Con GreyHounders, el modus operandi cambia. Basta con que el usuario les mande su graduación. Entonces, esta startup nacida hace un año le manda hasta cuatro monturas diferentes a casa para que se las pruebe. Hecha la selección, la firma recoge las monturas, y fabrica las lentes graduadas en su laboratorio, enviándole el modelo elegido en menos de cuatro días.
GreyHounders está desarrollando una tecnología que facilitará la graduación por parte de los usuarios
¿Precio? A partir de 79 euros. “Queremos democratizar y digitalizar un sector que es muy tradicional. No somos una marca de gafas más ni queremos ser otra cadena óptica o una franquicia. Somos un proyecto tecnológico”, asegura Marta Frenna. ¿Y si la persona no tiene actualizada su graduación? “Estamos empezando a desarrollar una tecnología que va a facilitar la graduación por los usuarios. De momento, hemos estado en canales físicos como ferias, donde hemos contado con la ayuda de un frontómetro. La labor que hace este aparato es la que queremos desarrollar tecnológicamente”, añade.
GREYHOUNDERS Y LOS GALGOS
Nacida hace un año gracias al impulso de la incubadora de negocios Demium Startups, en los ocho meses que lleva operativa ha vendido más de 500 gafas, de las que el 85% son graduadas (también venden gafas de sol). ¿Traducido a euros? Una facturación de 30.000 euros. ¿Inversión inicial? 15.000 euros. Después han levantado 40.000 euros a través de business angels. “Dos tercios que las personas que se prueban las gafas acaban haciendo un pedido”, apunta la cofundadora.
¿Cuáles van a ser sus próximos pasos? Hasta ahora, y gracias al envío de los pares de gafas al domicilio, los posibles clientes podían, por ejemplo, salir con ellas, subir una foto a Instagram, y así su comunidad de seguidores podía ayudarle a elegir. “Vamos a tener disponible otra opción, a la que llamamos realidad aumentada. No funciona a través de foto, no es algo estático, sino que la montura seguirá los movimientos de la cara a la par que se pueden sacar pantallazos”, matiza Marta Frenna.
Una vez se elige la montura, también se pueden añadir otros elementos, como filtros contra la luz azul de los ordenadores (en este caso, el precio se incrementa en 20 euros). “Nuestro esfuerzo se centra ahora también en el branding y el marketing”, añade. De hecho, sus primeros modelos estaban inspirados en los barrios madrileños, ciudad donde comenzaron su actividad. Luego han ampliado sus modelos a nombres de barrio de otras ciudades como Barcelona, Sevilla o Valencia.
¿Y por qué el nombre de GreyHounders? Los tres fundadores, además de llevar gafas, comparten la pasión por los galgos. “Marco Resina, en su infancia, vivía en un pueblo con un galgo y contaba muchas anécdotas con él. Cada año se descartan casi 50.000 galgos en España que ya no se pueden utilizar para cazar”, indica Marta Frenna.
Por eso decidieron colaborar con una de las protectoras que se dedican al rescate de estos animales, llamada Galgos del Sol, que entre otras actividades dedican su tiempo a ir a las escuelas a educar a los niños. Con ellos organizan eventos y, a ellos, les destinarán el 1% de sus beneficios. Greyhound, en inglés, significa galgo. Y ellos son, por tanto, GreyHounders.