Las personas con discapacidad buscan tener más oportunidades dentro del mercado laboral. Hoy en día, sigue sin ser fácil. Y es que a las barreras habituales que enfrentan los jóvenes para acceder al empleo se suma la de encontrar el entorno idóneo para que desarrollen sus competencias.
Las cifras lo avalan. Actualmente, la tasa de empleo de personas con discapacidad es del 23,4%, dos tercios menos que el de la población general, según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia publicada este año por el INE. Hasta ahora, la oferta de trabajo para las personas del colectivo era escasa, aunque cada vez más empresas y organizaciones trabajan de la mano para abrir el abanico y que tengan oportunidades en nuevos modelos de negocio.
Es el caso de Jesús Casas y Nadia Poveda, dos jóvenes gaditanos que este verano afrontaron su primera experiencia laboral como empleados de las estaciones de servicio de Puntales y Puerta de Tierra (ambas en Cádiz) gracias a un acuerdo de colaboración entre DOWN ESPAÑA y Repsol. Como ellos, lo hicieron otros sietes jóvenes en estaciones repartidas por Murcia, Sevilla, Málaga, Galicia y País Vasco. A día de hoy, varios meses después de su incorporación, la gran mayoría de ellos continúan en el puesto de trabajo.
EL PASO A «LA VIDA REAL»
Jesús y Nadia arrancaron la nueva etapa laboral con tanta ilusión como responsabilidad. «Es mi primer trabajo y quiero aprovechar esta oportunidad», cuenta Jesús. Y aunque los comienzos nunca son fáciles, los dos valoran de manera muy positiva su desempeño. «Al principio me costó un poco, pero voy cogiendo ritmo. Ahora estoy en la vida real», asegura el joven.
Por su parte, Nadia relata que esta primera experiencia en Puerta de Tierra ha sido para ella un reto enorme del que aprender cosas nuevas. Como Jesús, cuenta con orgullo que varios clientes volvían a la estación de servicio solo para saludarla.
No es de extrañar, ya que la inclusión de personas con discapacidad en las plantillas produce mejoras en su entorno, no solo laboral, sino personal y familiar.
Mari Carmen Muñoz, madre de Jesús, relata que «desde que está trabajando tiene la autoestima más alta, está más contento, tiene otro tipo de conversaciones. Estaba un poco aburrido de su monotonía, ahora viene todos los días muy feliz, contando todas las cosas que hace, la gente que ha conocido… desde que está trabajando lo notamos más maduro, él está muy bien». «Me gustaría que todas las empresas fueran capaces de apoyar a estas personas más, darles una oportunidad, que puedan sentir su vida más normalizada», afirma.
La madre de Nadia, Mila Leal, comparte estas impresiones: «Desde que Nadia está trabajando está mucho más animada e independiente, más segura de sí misma… Espero que sea el comienzo de una carrera muy larga para Nadia y que ella tenga oportunidades para que la puedan conocer y ver que con personas como ella se pueden hacer mil cosas distintas… le van a poner amor, dedicación y compromiso», concluye.
En este sentido, Carolina Rodríguez, técnico de empleo con apoyo en DOWN CÁDIZ, indica que este tipo de proyectos aportan algo más que el propio trabajo en sí, «es un crecimiento a nivel personal, social, profesional… las personas que están alrededor de ellos tienen la oportunidad de aprender a nivel humano, es una experiencia muy enriquecedora».
UNA INICIATIVA PARA REPETIR
Para los empleados de las estaciones de servicio, esta inclusión también ha supuesto un reto y una experiencia enriquecedora. Así lo corrobora Jesús Carmona, encargado de ambas estaciones. «A mí, hasta cierto punto, me da la sensación de que con la forma de ser de ellos han dado más humanidad a la plantilla», relata el encargado. En su opinión, «este tipo de proyectos deberían hacerlos muchas más empresas».
Resulta evidente que cuando se les ofrecen a las personas con discapacidad oportunidades de trabajar en puestos que se adapten a sus competencias, ponen de manifiesto su valía, demostrando que no hay hueco para los prejuicios. Las personas con discapacidad representan un enorme potencial que no debe desaprovecharse, participando en la economía y aportando su valor a la sociedad, tal y como les corresponde.