RTVE se volcó anoche y realizó por primera vez un debate de estas características, situación que ayuda a poner en valor la radiotelevisión pública tras el ejemplo de dignidad de la mayoría de sus trabajadores, agrupados en los Consejos de Informativos, rebelados contra Rosa María Mateo por su conchabeo con Ferraz.
PRESIDENCIALISTA, MORDAZ, REBAJADO Y AUSENTE
Pedro Sánchez, en tono presidencialista, salió vivo del envite. El presidente del Gobierno utilizó el tono de su cargo, le reprochó a Rivera su fijación con los vientres de alquiler, se negó a responder sobre los posibles indultos a los líderes independentistas catalanes y se defendió del drama económico que denuncia la oposición.
Pablo Iglesias, a lo Anguita, exhibió la Constitución hasta la extenuación, perdió los colmillos que lo llevaron a la fama, calculó un tono bajo, tiró de una sensatez que contrastaba con el griterío de los trajeados y cargó, más moderado que antaño, contra las élites. Pero aburrió para no asustar al centro-izquierda.
Albert Rivera es el que sale más fuerte del debate. Tiró de mordacidad («tesis» y «casoplón»), se sacó de la chistera un carné con una bandera rojigualda XXL, sobreactuó con Catalunya («se me saltaron las lágrimas») y en el minuto de oro se la jugaba: puerta grande o enfermería. Y se llevó cornada pese a su gran debate por demasiado artificio: «¿Lo oyen? Es el silencio cómplice de Pedro Sánchez».
Pablo Casado, menos incontinente verbal que en campaña, recibió atónito los dardos de su socio andaluz, se acordó de «Torra y Otegi», cargó contra «los batasunos» cuando le recordaron los pactos del PP con Euskal Herria Bildu y relacionó al PSOE con el paro.
Santiago Abascal fue el ausente de forma incomprensible. Aunque su jefe de campaña diga que les beneficia. El partido de moda llena sus actos, derrocha fuerza en las redes sociales y puede convertirse en la sorpresa del 28-A con un nacionalismo folclórico que ha resucitado a lomos del asunto catalán.
ROSA MARÍA MATEO DEBERÍA DIMITIR
Rosa María Mateo recibió a los candidatos pese a que sus gestiones en nada ayudaron a que RTVE organizase el debate: Atresmedia se le adelantó en su invitación y pactó con La Moncloa para evitar un especial en la competencia. Y sin contar con PP, Unidas Podemos y Ciudadanos.
Mateo traicionó con los principios que le llevaron al cargo y los Consejos de Informativos no tragaron
La administradora única está amortizada. En RTVE, hartos de la anterior gestión del PP, aplaudieron los nuevos bríos pese a la campaña de la derecha mediática, que denunciaba «purga» tras haber callado con los excesos de la gerencia anterior.
Pero Mateo traicionó con los principios que le llevaron al cargo y los Consejos de Informativos no tragaron. Ahora dice que dimitirá cuando se forme un nuevo Gobierno. Pero quizás sea tarde para salvar la cara.
EL DEBATE DECISIVO
Atresmedia organiza esta noche ‘El debate decisivo’, que se verá a las diez de la noche en Antena 3, La Sexta, Onda Cero, Atresplayer y Antena 3 Internacional. Vicente Vallés y Ana Pastor moderarán la segunda vuelta del choque de trenes entre Sánchez, Casado, Iglesias y Rivera.
Santiago González y César González Antón dirigen este espacial que tendrá algunas novedades respecto al de RTVE: Vallés y Pastor harán repreguntas y no se hará un reparto de tiempos con cronómetros.
STOP ENCUESTAS
Es una anomalía que Vox no participe en los debates y que desde ayer no se puedan publicar encuestas, aunque es evidente de que algunos sondeos muestran los deseos de los editores y no los de la ciudadanía.
La derecha estatal vuelve a dividirse en tres bloques, como en 1977
La mayoría de sondeos pronostica que el PSOE, Unidas Podemos y los nacionalistas periféricos podrían alcanzar los 175 escaños, aunque el electorado desmovilizado de la izquierda puede concluir como en Andalucía, pésimo precedente para los socialistas.
La derecha estatal vuelve a dividirse en tres bloques, como en 1977, pero Pablo Casado apura sus opciones para alcanzar el poder con sendos apoyos de Ciudadanos y Vox, que se muestran alérgicos en público.
UNA CAMPAÑA EN GUERRA
La relación endogámica de la prensa y la política se evidenció con la existencia de un grupo de WhatsApp entre los periodistas que siguen el día a día de Vox y los dirigentes de la formación que lidera Santiago Abascal, especialista en los magazines matinales que chapotean en los sucesos de forma morbosa pese al supuesto glamour de sus presentadoras, que miran por encima del hombro a ‘Sálvame’.
Y la docilidad de muchos periodistas se demostró cuando la mayoría de los mismos no abandonaron en tropel un chat que sufrió purgas cuando se demostró que el discurso mediático del partido, imitación de Trump, no es tal y como denuncian. Miguel Ángel Aguilar dio un portazo solidario con Pedro J. Ramírez cuando lo echaron del juicio del 23-F. Pero ahora la solidaridad escasea y sobra el miedo.