Carlos Torres lleva poco más de cuatro meses al frente de uno de los bancos más importantes del planeta y ya ha comprobado en sus propias carnes lo que puede llegar a pesar la presidencia. La crisis reputacional provocada por el descubrimiento de las escuchas y seguimientos ilegales que presuntamente encargó su predecesor, Francisco González, al comisario Villarejo para beneficiar a BBVA en su batalla con Sacyr –escándalo desvelado por MONCLOA.COM y que ha agrietado los cimientos de la entidad– le han puesto en una difícil situación que marcará el comienzo de su gestión al frente del grupo financiero español.
Su éxito o fracaso dependerá de que sea (o no) capaz de limpiar el nombre del banco y de poner otra vez el foco en el objetivo que le llevó a la presidencia: convertir a BBVA en la primera entidad financiera digital del mundo, actividad a la que se dedicaba en cuerpo y alma 24 horas los 365 días del año antes de que se descubriera la herencia envenenada que le dejó FG, ahora ex presidente “de honor” que hasta hace poco era el último negrito de la banca española.
Preparación no le falta a este salmantino de orígenes gallegos para hacer olvidar a su jefe. Carlos Torres es un hombre metódico, trabajador y con una gran capacidad de análisis que, como el resto de los líderes de la transformación digital en España, tiene un componente visionario que le ayuda a anticipar los movimientos del mercado y los cambios en los hábitos de consumo de los ciudadanos.
Se mueve por la flamante sede que tiene BBVA en Las Tablas (Madrid) –conocida como La Vela por el diseño de su infraestructura que recuerda a un enorme barco– con una tablet desde la que tiene acceso en tiempo real a todo lo que sucede. Junto con su teléfono móvil el iPAD es su gran herramienta de trabajo y no le hace falta nada más que una pequeña mochila para disponer del material que necesita para realizar la mayoría de las tareas que le exige su día a día. Si no fuera porque es el presidente pasaría desapercibido para el resto de trabajadores del banco.
LOS CONSEJEROS LE DISCUTEN LAS DECISIONES
La principal diferencia que se ha encontrado Torres desde que ocupa el sillón de FG, es que en los consejos de administración ahora se discuten las decisiones del presidente. El ejecutivo ha comprobado como el temor reverencial de los consejeros a los designios del antiguo amo y señor ha desaparecido y a veces tiene serias dificultades para exponer sus planes al máximo órgano de gobierno de BBVA sin recibir alguna opinión en contra. La balsa de aceite se ha convertido en un mar bravo con peligro de naufragio.
Y de mares, playas y naufragios sabe mucho Torres, un hombre que practica desde hace muchos años el esquí acuático, deporte que desempeña con un nivel de auténtico profesional y que compagina con el ciclismo. Además, es un apasionado de los maratones, fiel seguidor del Real Madrid y siempre que puede se escapa a su querida Galicia, a la comarca pontevedresa del Baixo Miño, donde sus abuelos ejercieron de maestros. Es allí donde pasa muchos días en verano en compañía de su mujer y de sus hijos, aunque nació por casualidad en Salamanca cuando destinaron a su padre en los años sesenta del pasado siglo para trabajar como inspector de Hacienda.
UN MCKINSEY EN ENDESA A LAS ÓRDENES DE PIZARRO
Carlos Torres llegó a BBVA en septiembre de 2008 tras una larga etapa en Endesa, donde destacó como estratega financiero a las ordenes de Manuel Pizarro después de haber sido recomendado por el entonces CEO de la energética, Rafael Miranda. Anteriormente había pasado casi trece años en McKinsey & Company donde logró ser socio a la temprana edad de 36 años.
En McKinsey trabajó como analista financiero y consultor, teniendo como uno de sus principales clientes a Telefónica
Su formación es envidiable, ya que se graduó en Ingeniería Eléctrica y Administración de Empresas en la que es considerada una de las instituciones académicas más prestigiosas y selectivas de Estados Unidos –y una de las cunas de la innovación mundial– el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Además, cursó un master MBA en la Sloan School of Management y se licenció en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
En McKinsey trabajó como analista financiero y consultor, teniendo como uno de sus principales clientes a Telefónica, compañía que estuvo a punto de ficharle. Finalmente fue contratado en 2002 por Endesa tras la citada recomendación del CEO de la compañía energética después de pasar con éxito un proceso de selección realizado por una firma de cazatalentos.
Torres se incorporó como director de Desarrollo Corporativo y en 2007 fue nombrado director financiero de Endesa, cargo que desempeñó unos pocos meses en una etapa complicada para la eléctrica española, que pasó a manos del grupo italiano Enel tras una guerra de opasque convulsionó el panorama político y económico español.
LA LLEGADA AL BBVA, EN PLENA CRISIS FINANCIERA
La llegada de Carlos Torres Vila a BBVA, en septiembre de 2008, coincidió con el momento más convulso para la economía global desde el crack de 1929 y la posterior recesión de los años treinta del pasado siglo.
Se sentó en su despacho como director de Estrategia y Desarrollo Corporativo justo cuando el Gobierno que presidía José Luis Rodríguez Zapatero y la oposición dirigida por Mariano Rajoy pactaban un programa de ayuda al sector financiero para afrontar los efectos de la tormenta que había comenzado un año antes con la crisis de las hipotecas subprime en EEUU. Una debacle global que había comenzado a mostrar su crudeza con la quiebra de Lehman Brothers y el posterior rescate de la aseguradora norteamericana AIG.
Después llegaron años muy complicados, en los que se constató que la mitad del sistema financiero español era insolvente y se puso fin al centenario modelo de cajas de ahorros español. Llegó la ayuda facilitada por la Comisión Europea en forma de rescate y la política monetaria ultralaxa del Banco Central Europeo (BCE) –aprobando medidas no convencionales nunca vistas en la eurozona– que dieron oxígeno a España para afrontar tímidas reformas estructurales que permitieron salvar la situación reduciendo la prima de riesgo, pero manteniendo desequilibrios que tarde o temprano volverán a poner en riesgo el crecimiento económico.
Fue entonces, en marzo de 2014, cuando Torres fue designado director del área global de Banca Digital de BBVA, cargo que ejerció hasta que en mayo de 2015 logró ascender a CEO del grupo por decisión personal de FG, que siempre consideró el banco como un cortijo de su propiedad y el consejo de administración un órgano con voz pero son voto.
En aquel momento pocos conocían al nuevo consejero delegado, aunque ya había revolucionado la estructura interna de la entidad al frente del área de Nuevos Negocios Digitales, focalizada en los concursos de innovación en todo el mundo. Esta iniciativa –denominada Open Talent– apostaba por startupsde base tecnológica relacionadas con el mundo financiero. Bajo su gestión estableció una estrategia de plataforma abierta que permitió a estas empresas innovadoras nacidas en la era digital utilizar la infraestructura de BBVA para construir negocios en ella, todo ello combinado con la adquisición de compañías y capacidades digitales que reforzaron el mapa de ruta de la transformación del banco. Un modelo que ahora imitan sus competidores.
LA APUESTA DIGITAL: RIESGO Y OPORTUNIDAD
Se trató de una apuesta arriesgada que sólo ahora parece dar sus frutos, pero que a Torres le granjeó muchos enemigos incluso dentro del propio BBVA. Tampoco le ayudó a crear relaciones personales en la cúpula del banco el hecho de que Francisco González le respaldara en todas las decisiones sin fisuras y, sobre todo, la manera en que fue designado consejero delegado en sustitución de Ángel Cano. El presidente se había enfrentado en varias ocasiones con el predecesor de Torres precisamente porque no tenía ese componente de evangelista digital del que siempre hizo gala el salmantino.
La cuerda se rompió –como siempre– por el lado más débil, pero Cano no se fue con las manos vacías: se prejubiló con 53 años y una pensión de 26 millones de euros. Era la quinta vez que González nombraba un CEO. Los que asistieron al cambio de consejero delegado aseguran que Torres mantenía una buena relación con Cano y que fue uno de los primeros en darle ánimos el día que BBVA hizo oficial tanto el cambio en su estructura de gobierno corporativo mediante el correspondiente comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
A la sombra del presidente el directivo fue renovando los procesos del banco trabajando con un perfil bajo de cara a la opinión pública, hasta que una polémica sobre el plan de cierre de oficinas obligó al departamento de comunicación del grupo a hacer horas extras. Unas declaraciones suyas recogidas por Bloomberg en abril de 2006 planteando que el objetivo de BBVA era reducir el número de sucursales en España a un millar le llevaron a las primeras páginas de los diarios económicos españoles.
Los portavoces de BBVA matizaron que se trataba tan sólo “de una reflexión” en voz alta y no de un plan concreto de ajuste de infraestructuras, pero lo cierto es que desde entonces la desaparición de oficinas del banco en España se produce a una velocidad de vértigo: una cuarta parte de las 3.800 sucursales que tenía entonces han cerrado sus puertas.
LA PASIÓN TURCA Y LA GUERRA CON EL BCE
El otro elemento que está generando problemas al nuevo presidente es la apuesta de BBVA por Turquía, país en el que controla Garanti, el principal banco del país. La operación de desembarco fue realizada en 2010 bajo el mandato de FG y en los últimos años ha generado un sinnúmero de quebraderos de cabeza a los directivos del grupo español.
El frustrado golpe de Estado y la crisis de la lira han puesto en una situación muy difícil a BBVA y, aunque la prensa salmón atribuye al ex presidente la responsabilidad de entrar en el país que dirige con mano de hierro Recep Tayyip Erdogan, la realidad es que Carlos Torres fue uno de los defensores de la apuesta turca, talcomo aseguran fuentes financieras consultadas por MERCA2. Esto explicaría el movimiento corporativo realizado por el presidente para nombrar un CEO oriundo del país, Onur Genç.
Además de Turquía, otro elemento que preocupa a Torres y que deberá solventar en los próximos meses es la mala relación de BBVA con el Banco Central Europeo (BCE), que ha empeorado desde la llegada de Luis de Guindos a la vicepresidencia de la institución monetaria. En el mundo financiero es bien conocida la aversión del ex ministro con FG y ahora, con el cambio de presidente, no parece que la situación se haya normalizado. A finales del pasado año Guindos pidió públicamente a BBVA que se recapitalizara para afrontar la próxima crisis. Fue un aviso en el que incluía también al Banco Sabadell y que causó un terremoto en la sede del banco ahora presidido por Torres.
Posteriormente a este aviso del vicepresidente del BCE se produjo el escándalo de las escuchas ilegales en el que intervinieron las cloacas del Estado –presuntamente a sueldo del banco español– y que afectaron a empresarios, políticos y periodistas. Guindos exigió a Torres que destituyera a FG como presidente honorífico y lo consiguió a pesar de la resistencia inicial.
“La reputación es vital y si no la hay es difícil que funcione el resto”, declaró el ex ministro el pasado febrero. Todo un aviso para Carlos Torres que ha encargado una investigación interna para dirimir responsabilidades. De cómo gestione esta crisis dependerá su propio futuro y el del banco que preside. No tiene tiempo que perder, porque la próxima crisis asoma por el horizonte y tengan ustedes por seguro que la banca volverá a ser la gran protagonista.