El ideal Tesla sigue en el mismo sitio en el que se quedó un año atrás. Su credo sigue vigente -cada día escuchamos más sobre el coche eléctrico,- gracias a que su relato juega con todos los elementos esenciales, incluida la narrativa (quizás el más importante sobre el que se sustentan las creencias). También siguen vigentes sus malos números, incluso han ido a peor, que ya amenazan (cada vez más enserio) la viabilidad del imperio creado por el excéntrico Elon Musk.
Las alarmas han vuelto a sonar en Tesla. Los datos terribles sobre sus entregas de vehículos en el primer trimestre de 2019, un 31% por debajo del último trimestre de 2018, han vuelto a hacer sonar las cornetas de retirada para los inversores, una señal inequívoca para que se abalancen los carroñeros. De hecho, el número de posiciones cortas en la compañía (inversores que apuestan por una caída del valor) se disparó un 20% en los primeros meses del año.
Más en concreto sobre los malos datos, fueron los modelos Premium de la firma (Model S y Model X) los que tuvieron un trimestre todavía peor con una caída acumulada del 56% respecto de finales del ejercicio pasado. Por otro lado, se entregaron 12.250 Model 3 menos en el comienzo del 2019 que entre octubre y diciembre del año pasado, pese a que fuera de Estados Unidos se batieron récords (incluida España con un crecimiento de tres dígitos).
Y claro, una caída de las entregas supone una merma para los ingresos, a su vez genera un problema de cobros o lo que es lo mismo de los flujos que entran en la firma, y como (la gran parte de las salidas de capital se mantienen) la espiral destructiva se cierra con una mayor necesidad de deuda. Más si cabe, todos los grandes proyectos que quiere acometer Musk (un hombre que ha creado una empresa de cohetes espaciales no suele tener ideas simples y baratas) para Tesla como construir una planta de producción cerca de Shanghai (China), continuar el desarrollo del Tesla Semi y Roadster II y desarrollar el nuevo Model Y.
Todo ello, ha llevado a los inversores a preocuparse por cómo la compañía puede financiar los planes del excéntrico magnate. Aunque desde Tesla se ha intentado quitar hierro al asunto de encontrar fondos, ya que señalan que «terminamos el trimestre con suficiente efectivo disponible». Pero ¿cuál? El de explotación será positivo, según el consenso de analistas, pero el real (el flujo de caja libre, descontando las salidas de efectivo) será negativo después de asumir pagos por inversiones y pagos de deuda por 900 millones.
Todo ello, debido a que después de producir y vender más de 600.000 vehículos eléctricos no ha conseguido fortalecer su posición financiera
Con lo que será el noveno -en diez años- con flujos negativos al comienzo de año, y por un valor agregado de 3.000 millones de euros. Si en lugar del primer trimestre, nos ocupamos del año entero Tesla suma un desfase en sus flujos de efectivo de entre 8.000 y 9.000 millones desde el 2011, una cifra que obviamente coincide con la deuda neta de la compañía (que a finales de 2018 alcanzó los 8.285 millones de euros). Por lo que inevitablemente, Tesla deberá “utilizar nuevas líneas de crédito bancario o fuentes alternativas de financiación para mejorar su liquidez”, concluyen los analistas de Bloomberg.
TESLA TIENE UN 40% DE POSIBILIDADES DE CAER EN LA BANCARROTA
El inesperado derrumbe de las entregas en el primer trimestre ha vuelto a tensionar la estructura financiera de la compañía, más si cabe que para noviembre le cumplen 566 millones de dólares en bonos. Por ello, los CDS (que miden el riesgo de incumplimiento de una empresa) de Tesla se han disparado hasta el 40%, según los mide Bloomberg, aunque los analistas del portal económico consideran que dicho porcentaje es demasiado alto en comparación con la situación real, aunque la siguen considerando mala.
Para dar solución a lo anterior, Tesla ha iniciado un plan reducción de gastos para limitar las salidas de efectivo y no depender de los mercados financieros, pero eso es difícil (todavía más si tu planificación es deficiente). La compañía comenzó el segundo trimestre con despidos en sus fábricas y su organigrama para reducir costes fijos. Pero claro, esto es Tesla (que no Esparta) y las cosas se complican y se marean hasta la extenuación. La compañía inició los recortes en sus puntos de venta minorista, se anunciaron en febrero y a los pocos días se habían cerrado un gran número de ellos, pero unas semanas más tarde muchos establecimientos se habían reabierto por la fuerte caída de las ventas en sus modelos. Aun así, recientemente se han vuelto a cerrar según confirmó la propia firma, aunque se negó a ofrecer detalles.
Obviamente, el culebrón no termina ahí… ya hemos dicho que esto es Tesla, ¿no? Ahora, la compañía también se ha empeñado en despedir al personal interno de ventas: «Los recortes realizados la semana pasada afectaron a los equipos conocidos como ventas internas», según Bloomberg. Un movimiento que los analistas califican de «contraproducente», ya que los primeros recortes intentaban potenciar las ventas internas y los últimos mitigan esas oportunidades.
En definitiva, Tesla ahora intenta cuadrar números por el apartado de los costes renunciando a posibles ventas futuras, un error que se puede llevar a la compañía. Todo ello, debido a que después de producir y vender más de 600.000 vehículos eléctricos (a un precio nada desdeñable) no ha conseguido fortalecer su posición financiera. La carga de la deuda empieza a ser asfixiante, después de crecer un 1.915% en los últimos cinco años (en ese tiempo los ingresos solo han crecido un 966%) pese a que los tipos de interés durante el periodo han sido los más bajos de la historia. Ahora que están subiendo, todo puede ocurrir.