El que quizás haya sido el biólogo más importante de la historia, Charles Darwin, señaló en su momento que «las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adoptan mejor al cambio». La valía de las palabras de Darwin radica en que tienen vigencia para cualquier entorno, incluso el bancario (por raro que parezca) dado el nivel de cambio en el que está sumido el sector. En este sentido, Ibercaja parece de las más rezagadas en la lista de grandes entidades españolas.
La entidad maña, enfrascada en una salida a Bolsa que parece no termina de arrancar, se encuentra como una de las peores colocadas en el entorno bancario español de cara a adaptarse al entorno cambiante, justo la condición sine qua non a la que hacía referencia Darwin. De hecho, la firma presidida por José Luis Aguirre no cumplió a lo largo del 2018 con ninguno de los grandes retos que tiene la banca por delante, ya no solo para hacer frente a los gigantes que vienen (Apple o Facebook serán lo más parecido a un banco en no demasiado tiempo) sino, principalmente, para sobrevivir.
Pero, ¿cuáles son los grandes retos a los que se enfrentan las entidades bancarias españolas? Las clasificaciones son muchas, aunque destacan principalmente las aludidas por el Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en la Memoria de la Supervisión Bancaria en España para el 2018. En concreto, la máxima autoridad bancaria en España señalaba que «las entidades españolas se enfrentan todavía a desafíos importantes: acelerar la reducción de activos improductivos; reforzar su capital; mejorar su rentabilidad sin relajar los estándares de concesión de crédito; reforzar la reputación del sector evitando conductas inapropiadas, y competir en un nuevo entorno caracterizado por los avances tecnológicos y la aparición de nuevos actores«.
Y si no, que se lo pregunten a la propia Ibercaja que con un Roe del 1,5% tuvo la peor rentabilidad de toda la banca española y prácticamente de Europa
Los puntos aportados por Hernández de Cos no son nuevos, sino que son en los que llevan trabajando las entidades durante los últimos años y, por ello, sorprende que entidades como Ibercaja no hayan sido capaces de cumplir ninguna en el último año. Así, el primero (el de acelerar la venta de activos problemáticos) es en el que más ha trabajado la banca en los últimos años, de hecho, está entre sus grandes logros después de reducirlos en cinco años de 190.000 millones a 72.000, lo que supone un 63%. En ese mismo periodo, la entidad maña solo ha logrado reducir dichos activos dudosos en un 44%, de los casi 4.100 millones hasta los 2.275 con los que cerró 2018, por lo que más que acelerar está en el vagón de cola.
Si un punto del balance bancario viene dado por los agujeros que provocan los impagos en la banca, otro vital es el capital que tienen las entidades para solventarlos. Al final, existe una necesidad de cumplir con los requisitos mínimos de capital para garantizar la solvencia y evitar traumas pasados como los rescates y las quiebras. Por ello, el segundo punto imprescindible para Hernández de Cos es el refuerzo del capital, otro requisito con el chocó Ibercaja en 2018. En concreto, la firma maña vio cómo su capital de máxima seguridad que se mira con lupa desde el BCE, denominado en la jerga financiera como CET1 Fully Loaded, descendía un 4,5% desde el 11% al 10,5% y se situaba ligeramente por encima con el que cerró 2016.
Si bien los dos anteriores puntos han sido las grandes bazas de la banca en los últimos años para que sus balances mostrasen músculo, a diferentes ritmos, el tercero (la rentabilidad) ha sido la gran pared contra la que se han chocado los bancos una y otra vez. Y si no, que se lo pregunten a la propia Ibercaja que con un Roe del 1,5% (beneficios obtenidos entre fondos propios) tuvo la peor rentabilidad de toda la banca española y prácticamente de Europa, por lo que en cuanto a «mejorar su rentabilidad sin relajar los estándares de concesión de crédito» la firma ha fracasado estrepitosamente en 2018.
REPUTACIÓN Y COMPETITIVIDAD, TAMBIÉN EN EL DEBE DE IBERCAJA
Los tres primeros puntos a los que se refería Hernández de Cos son difícilmente discutibles si se superan o no (incluso para la propia Ibercaja, la cual quiere hacer creer bajo notario que la fuerte rebaja de la mora a finales de 2018 se debe a que la ‘Operación Cierzo’ la redujo ¡en 6 puntos básicos!), mientras que los dos siguientes son algo más subjetivos. La reputación bancaria, que parecía poco a poco olvidada, ha vuelto con fuerza a la actualidad después del escándalo que ha traído consigo la investigación acerca de las actividades de espionaje capitaneadas por Francisco González y ejecutadas por el comisario Villarejo.
Obviamente, la entidad española que más ha empeorado su reputación, y ha vuelto a hundir la de la banca, ha sido BBVA, pero Ibercaja también ha tenido sus problemas. En concreto, un vídeo que apareció a principios de 2019 en el que un grupo de empleados de la oficina principal del banco en Huesca se burlaban de los clientes en tono jocoso causó un fuerte revuelo. Además, una parte importantes de usuarios del banco también se han quejado en el último año debido a la agresiva política de comisiones de la entidad, según ha podido saber Merca2.
Por último, el Gobernador del Banco de España hace referencia a la capacidad de la entidad para «competir» en un nuevo entorno. En dicho punto, Ibercaja está llevando a cabo un proceso de digitalización que ha logrado tener hasta 677.000 clientes digitales y hasta 312.000 usuarios de su web, pese a ser una importante mejora queda lejos de los avances que están haciendo sus competidores en el sector. Incluso cabe preguntarse, la capacidad de una antigua caja frente a gigantes como Banco Santander (que invertirá 20.000 millones en los próximos años), BBVA (ya es uno de los líderes) o los nuevos transatlánticos tecnológicos que llegan. Por lo que, la pregunta no es si ha mejorado en este aspecto, sino ¿si será suficiente?