Dentro del ámbito empresarial, existen múltiples riesgos asociados a la gestión de procesos y la correcta administración de recursos financieros, especialmente cuando intervienen terceras partes que puedan afectar nuestras operaciones. Frente a ello, el denominado due diligence nos permite mantener un control eficaz del riesgo.
¿Para qué sirve el due diligence?
Cuando existen procesos de gestión complejos en los que intervienen una multitud de factores de distinta índole —comercial, financiera, fiscal, etc.— las compañías se encuentran expuestas a muchas variables que pueden representar un riesgo para sus operaciones. El denominado due diligence o diligencia debida se ocupa de establecer un marco de gestión eficaz para reducir dichos riesgos.
Lo mismo puede decirse si nos preguntamos que es KYC y para qué sirve. En efecto, el llamado “conoce a tu cliente” o KYC por sus siglas en inglés —Know Your Costumer— es un modelo que se orienta a considerar los riesgos que asumen las entidades financieras cuando trabajan con un determinado cliente (lavado de dinero, afiliaciones ilícitas, etc.).
Cómo implementar el due diligence
En ambos casos, existen distintas herramientas y software de gestión de riesgos de terceros cuyo principal propósito es automatizar este tipo de procesos y reducir la exposición de la empresa. La implementación de estos sistemas resulta rápida y sencilla, lo que supone una reducción en los costes estructurales y una mejora significativa en el rendimiento operativo de la organización.
El due diligence constituye una práctica de control y gestión del riesgo asumido por las empresas y compañías en el desarrollo de su actividad. Junto con el método de Know Your Costumer (KYC) y los softwares de gestión de riesgo, los distintos tipos de due diligence pueden implementarse con gran facilidad en función de los objetivos particulares de la empresa.
Tipos de due diligence
Al tratarse de un sistema de gestión del riesgo, existen distintos tipos de due diligence en función del tipo de actividad y los procedimientos específicos de control. Por supuesto, el rendimiento y la eficacia de cada uno de ellos dependerá de las características particulares de cada organización.
Due diligence legal
En este primer caso, la debida diligencia legal supone procedimientos de análisis de las distintas actividades asociadas a la documentación y formalización de relaciones comerciales: vinculación con terceros y servicios de índole administrativa y judicial correspondientes a la actividad de la organización, por mencionar algunos. Todo ello con el propósito de prever el riesgo asumido por una gestión legal activa.
Due diligence laboral
Del mismo modo que en el caso anterior, el laboral es un tipo de due diligence orientado a supervisar los distintos aspectos laborales en los que la organización incurre: contratos de trabajo, documentación de los empleados, seguros y posibles requisitos de judicialización, costes salariales y organigrama institucional. De este modo, se reducen los posibles riesgos que puedan surgir de la gestión laboral.
Due diligence financiero y fiscal
Finalmente, este tipo de diligencia por partida doble se ocupa del control de los procesos de gestión financiera y fiscal. Esto supone, por un lado, el análisis de los estados contables y la situación financiera (proyecciones de ingreso, costos y gasto financiero); y, por otro lado, la gestión y liquidación de impuestos y la planificación fiscal.
Gracias a las herramientas digitales y los softwares de gestión, resulta relativamente sencillo implementar un modelo de due diligence que permita mantener un control eficaz de los procesos de la empresa y reducir su exposición a los riesgos que devengan de su actividad.