Fue el pasado 30 de noviembre de 2018 cuando el Ayuntamiento de Madrid, a los mandos de Manuela Carmena, decidió poner en marcha Madrid Central, una zona de bajas emisiones cuyo fin era el de favorecer al peatón, a la bicicleta y al transporte público limitando el acceso a determinados coches.
Pero no ha sido hasta el mes de febrero de este año cuando se ha hecho efectivo con todas sus consecuencias. Desde entonces, cualquier coche que circule por esta zona acotada y delimitada, sin ser residente, sin tener una invitación, o con un coche que no sea de cero emisiones, recibe la pertinente multa: 90 euros.
El distintivo ambiental, clave para entrar o no en Madrid Central, afecta a dos de cada tres conductores
Las consecuencias ya están ahí: según el Observatorio Cetelem de Motor, el distintivo medioambiental que los vehículos deben llevar adosados en el cristal (recordemos que los que tienen letra B y C sólo podrán acceder a Madrid Central si van a aparcar en un parking público o privado, si son residentes, o son servicios profesionales como VTC, taxis o ambulancias, por ejemplo) está afectando a la vida de los conductores.
Así, un 18% de los encuestados por Cetelem opina que el distintivo medioambiental les está afectando mucho, mientras que el 47% considera que les afecta bastante. Es decir, que dos de cada tres personas ‘sufren’ el peso de la pegatina. Sólo un 8% estima que no les afecta en nada.
¿Eso cómo se traduce? En el que el 52% de los encuestados afirme que, por esta situación, cambiará de coche para así adaptarse a la normativa sobre distintivos ambientales. ¿Y cómo será el próximo coche que se compre? Un 68% afirma que será 0 emisiones o Eco. Así podrán acceder a Madrid Central o a cualquier otra zona similar en otras ciudades que surja en el futuro.
MADRID CENTRAL Y LOS FRENOS AL COCHE ELÉCTRICO
Los conductores españoles tienen cada vez más en cuenta por dónde pueden circular o no, como Madrid Central, debido a la pegatina que llevan adosada a su vehículo. Por eso, el 75% de los encuestados por Cetelem creen que el coche eléctrico es el futuro. Así, y durante este año, un 12% ya estima que acabará adquiriendo este tipo de automóvil.
¿Cuáles son los frenos para que este porcentaje no sea superior? Para empezar, la autonomía, que todavía no es suficiente. En segundo lugar, que es demasiado caro y, en tercer puesto, que no se disponen todavía de espacios o de infraestructuras cercanas para recargar la batería. “No es un problema de baterías, sino de la propia producción. La demanda está creciendo más rápido que la capacidad de producción y hace que, por ahora, tengamos problemas para satisfacer la demanda y sean tecnologías caras”, señala Leopoldo Satrustegui, director general de Hyundai Motor España, en el Observatorio Cetelem del Motor.
Por su parte, Eduardo Divar, director general de Kia Motor Iberia, apunta que “las ventas de coches eléctricos de momento no son muy importantes pero irán aumentando poco a poco según vayan llegando nuevos modelos más avanzados y proliferen los puntos de recarga. La intervención de los poderes públicos será muy importante para para mejorar las infraestructuras de recarga”.
En 2018, la cuota de vehículos eléctricos, híbridos enchufables y de autonomía extendida fue de un 0,89%. Nuevos incentivos del Gobierno como el Plan Movea y nuevos modelos incrementarán el porcentaje. “Creo que el peso aumentará a un 2% o un 3% en este 2019”, asegura José María Galofré, consejero delegado de Volvo Car España, en el Observatorio Cetelem del Motor.
De cara a este año, el conductor español gastará una media de 22.217 euros en su próximo coche, un 4% más que en 2018, según la encuesta de Cetelem. Ese porcentaje se incrementa hasta el 9% en el caso de un vehículo nuevo (la cifra llega a los 24.465 euros), mientras que desciende un 8% en el caso del vehículo usado (12.496 euros). De momento, y a pesar de Madrid Central, sólo uno de cada cuatro encuestados tiene previsto comprar un vehículo 100 eléctrico en los próximos meses. Eso sí, los híbridos le comen bastante terreno a los diésel y gasolina.