En poco más de un mes los españoles tienen una cita con las urnas. En sus manos está mantener el actual Gobierno, o dar un giro. Eso, en política energética, podría suponer un cambio de dirección sobre las bases sentadas de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Aunque dentro del sector estiman que la senda ya está marcada. Así lo ve el presidente de Enagás, Antonio Llardén.
En concreto, el máximo responsable de la gasista ha manifestado en el marco de la presentación de la actualización de su plan estratégico no estar preocupado por un posible cambio de Gobierno. O, incluso, si se mantiene el PSOE en el poder pero cambian las caras dentro de Transición Ecológica, entiende que la senda está marcada, sobre todo porque desde Bruselas ya hay unas pautas muy claras en cuanto a los procesos de descarbonización.
Además, en su sector concreto, el gasista, Llardén estima que el traspaso de ciertas competencias a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) también ayuda a estabilizar la situación y generar confianza. Al mismo tiempo, desde Enagás mantienen que, además, hay cada vez mayor consenso a la hora de gestionar la política energética entre países como España, Francia o Alemania.
El sector gasista es el menos movido del entramado energético
En este sentido, Llardén también ha recalcado que en líneas generales los conflictos con el gas no tienen nada que ver con, por ejemplo, lo sucedido a cuenta de las nucleares. En este caso, al ser un ámbito muy regulado los vaivenes y las discrepancias entre distintas partes son menores.
ENAGÁS, CLARO CON SU PLAN
Por lo que respecta a la actualización estratégica 2019-23, desde Enagás lo tienen todo muy atado. La actualización contempla tres áreas de crecimiento: el impulso de nuevos negocios relacionados con los retos de la transición energética, como son los gases renovables, el desarrollo de su core business en los mercados de mayor potencial de crecimiento, y la identificación de oportunidades complementarias relacionadas fundamentalmente con el desarrollo de nuevas infraestructuras de GNL y la prestación de servicios.
Además, Enagás ha aprobado su Estrategia de Sostenibilidad 2019-2021, que está alineada con las prioridades estratégicas de la compañía y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
La promoción de nuevos negocios relacionados con los gases renovables, como el biometano y el hidrógeno, será clave
Para la compañía es muy importante porque el gas natural y las infraestructuras gasistas tienen un papel clave en la transición energética. Así, en el periodo 2017-2023, la previsión es que la demanda global de gas natural continúe creciendo como media un 2% anual. Más del 60% del gas natural que se consume en nuestro país es para la industria. Actualmente, es insustituible por su elevado poder calorífico y su versatilidad.
La promoción de nuevos negocios relacionados con los gases renovables, como el biometano y el hidrógeno, será clave en el proceso de transición energética. En este ámbito, Enagás ya ha firmado 13 acuerdos con instituciones y empresas para impulsar proyectos industriales que contribuyan a la descarbonización de la cadena de valor del gas natural, en línea con los objetivos globales de la transición ecológica.
El biometano es una fuente de energía renovable, local y almacenable, con una tecnología ya disponible que permite reducir las emisiones en el corto plazo y que contribuye al desarrollo de la economía circular y a una mayor revalorización de los residuos. La inyección de biometano en la red gasista contribuye a reducir la huella de carbono y permite aprovechar las infraestructuras gasistas existentes.
Enagás, además, está impulsando el hidrógeno renovable como vector energético de futuro a largo plazo, porque puede ser la gran disrupción en el ámbito del almacenamiento energético de origen renovable.
ENAGÁS SUELTA LASTRE
Otros aspecto importante, al margen del plan estratégico, o precisamente para añadir valor, es que Enagás ha llevado a cabo un rápido desendeudamiento en los últimos años, ha pasado de un nivel de 5,1 veces Ebitda a 3,6 veces en apenas dos años, gracias a la ausencia de inversiones relevantes. Curiosamente, lo que en principio parece algo positivo para la compañía de Llardén, no es del todo así; puesto que la compañía, al igual que Red Eléctrica, al recibir un porcentaje de forma garantizada tiene una alta rentabilidad por cada euro invertido a mayor deuda (que implican mayores inversiones) y obtiene unos mayores ingresos.
Un desapalancamiento que se invertirá una vez se haga efectiva la inversión en Tallgrass, que podría comprometer hasta 1.000 millones. La razón principal de dicha compra es que a diferencia de lo que ocurre con la red de transporte de electricidad, la de gas no necesita de grandes inversiones adicionales (o al menos tan grandes), puesto que se puede acumular en tanques y quemarse en el momento que se necesite, mientras que en el caso de Red Eléctrica debe llevar esa energía de donde se produce hasta donde se demanda sin poder almacenarla. Un efecto que será todavía mayor a medida que las renovables ganen más cuota en el mix.
Lo anterior, las menores inversiones en el caso de la red de gas, lleva a que el nivel de ingresos haya sido más plano que en el caso de su compañera. En concreto, el incremento para Enagás ha sido del 2,25% anual en los últimos cinco años y los flujos de efectivo por sus operaciones se hayan mantenido crecientes, pero lejos de importantes revalorizaciones. La inversión en Tallgrass debería ayudar a mejorar dichas a cifras a medida que en los siguientes años se reduzca el porcentaje que le llega del negocio regulado. Aunque la inversión en un primer momento “aumenta el endeudamiento del grupo y empeora la visibilidad de generación de cash flow a futuro”.
Con información de Pedro Ruiz