La central térmica de Endesa en As Pontes se ha quedado sin carbón y sin respuestas. La planta gallega sigue a la espera del informe encargado en julio por el Ministerio para la Transición Ecológica a Red Eléctrica (Redeia) en el marco del plan de contingencia en el convulso contexto energético marcado por la guerra de Ucrania y la posibilidad de un corte total del suministro de gas ruso. Con el gas disparado y la necesidad imperiosa de tirar de todas las alternativas posibles para cubrir la demanda del mercado eléctrico, en la actual Redeia se lo toman con calma. Sin carbón, ni avances en los proyectos alternativos de renovables e hidrógeno verde para la comarca coruñesa, la central de Endesa, la única térmica en España en disposición de entrar en funcionamiento, permanece a la expectativa en modo supervivencia.
«Si finalmente llega el momento de poner en marcha la planta, no tendremos carbón» apuntan a MERCA2 fuentes sindicales. La sensación de los trabajadores es que la demora responde al interés del Ministerio de «enfriar la situación tras la expectativa grandísima que se generó en el entorno laboral con la reactivación de la central de As Pontes».
El caso es que, mientras el Gobierno descarta por omisión la opción de poner en funcionamiento la térmica de Endesa, los trabajadores de la comarca gallega echan en falta un empujón adicional a los proyectos que la sustituirán. En la actualidad, esta central es la única que podría sumarse a la contribución del carbón al pool, junto a las centrales todavía operativas de la eléctrica portuguesa EDP en Los Barrios (Cádiz) y en Aboño (Gijón).
«No tenemos noticia de que se vayan a reducir los plazos o agilizar los permisos de los proyectos previstos para sustituir al carbón, y tampoco de que se vaya a acelerar la implantación del hidrógeno verde», señala uno de los pocos trabajadores que sigue en As Pontes. El mismo empleado da testimonio de que la plantilla se mantiene con trabajos de «mantenimiento básico de los equipos y supervisión de que no se produzca ninguna incidencia».
Tanto el alcalde de As Pontes, Valentín González Formoso, como el vicepresidente económico de la Xunta, Francisco Conde, reiteraron la importancia de «mantener operativa» la térmica para no fiarlo todo al gas natural como energía de respaldo. Así lo trasladaron en la reunión mantenida a principios de julio con representantes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miterd).
EL GOBIERNO DESPRECIA EL CARBÓN PESE A LA CRISIS
En cualquier caso, y según evolucionan los acontecimientos en torno al mercado internacional del gas y la coyuntural apuesta europea por el carbón, con Alemania a la cabeza, sobran los motivos para echar mano de las centrales térmicas disponibles. Más allá de las fronteras de la Unión, gigantes como China o Australia siguen confiando en el carbón como parte de su mix energético.
Por otro lado, expertos consultados recuerdan que «en julio se habló del alto coste del carbón, cuando el precio se eleva por compras puntuales de barcos, como ocurría con los buques metaneros que se vendían al mejor postor una vez iniciada la ruta, pero para conseguir un coste competitivo que impacte en el pool, lo conveniente es firmar un PPA con la mina de origen, para poder comprar un millón de toneladas a 90€/tn en lugar de a 400€ tn».
Está claro que el proceso de descarbonización está en marcha y que los objetivos a 2030 están comprometidos pero, «por retrasarlos un par de años, ni salvamos el planeta ni lo destruimos», aseguran fuentes del sector. Pero las ansias del Ministerio por terminar con el carbón superan las necesidades coyunturales de aferrarse a todas las soluciones posibles.
Tanto es así que el inicio del procedimiento para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la chimenea de la central térmica de la planta de carbón por parte de la Xunta ha provocado «otro choque de trenes» entre el Ejecutivo gallego y el Miterd, explican.
Sin embargo los costes del MWh con carbón son sustancialmente más baratos que con gas. Aún más cuando Europa apuesta por congelar las cuotas de los derechos de CO2. Además, sin viento, con una pertinaz sequía que ha reducido de forma considerable la generación hidráulica y con la cogeneración amenazada o parada en muchos casos, no recurrir al carbón resulta una cabezonería del Gobierno difícil de explicar a consumidores con recibos de la luz desbocados.
El desprecio al carbón representa una decisión poco realista y paralela a los datos empíricos. La realidad es que este verano España ha contado con menos apoyo de la hidráulica por la sequía, muchos días sin la eólica por la falta de viento y la fotovoltaica ha bajado sus prestaciones, a pesar de las olas de calor y del sol sofocante, precisamente porque con temperaturas tan altas es menos eficiente.
En estas circunstancias extremas, ¿creen entonces el presidente Sánchez y la ministra Ribera que están en posición de elegir o despreciar las tecnologías energéticas que el país tiene a su alcance?
RED ELÉCTRICA ALIMENTA LA INCERTIDUMBRE
En la citada reunión entre el gobierno regional y el Ministerio de Ribera, el conselleiro de Economía, Francisco Conde, enfatizaba que, «desde el primer momento», la Xunta advirtió del «riesgo que suponía que España dependiera de una sola energía de respaldo». «Entendíamos», añadió el vicepresidente primero, «que esa transición habría que afrontarla en el momento en el que hubiese certeza de que las energías renovables estuviesen en disposición de garantizar ese suministro a un precio competitivo para familias y pymes».
Así, Conde indicaba que «lamentablemente, el tiempo viene a dar la razón» a la Xunta y ha pedido al Gobierno que acabe con la «incertidumbre» y el «riesgo» que la situación puede provocar en el desarrollo de proyectos industriales «que están identificados y en los que llevamos mucho tiempo trabajando». De ese modo, añadía, «podremos convertir la transición energética justa en una verdadera oportunidad».
Pasados dos meses desde la solicitud del informe que debía decidir la continuidad o no de la actividad en la central, las incógnitas siguen sin despejarse y la inacción de Red Eléctrica contribuye a aumentar la incertidumbre en un contexto energético extremadamente tensionado.