Dicen muchos defensores del liberalismo que no hay que ver los mercados como una sucesión de casinos en los que el personal se juega la bolsa y la vida. Argumentan que existen fundamentos económicos que permiten que oferta y demanda se ajusten de forma más o menos efectiva, a pesar de las intervenciones políticas y del uso de información privilegiada. Es posible que en algún momento de la historia esto fuera así, pero en el año 2022 lo cierto es que los inversores juegan en mesas de tahures, donde casi siempre las cartas estás marcadas.
La banca central es la directora de este casino global en la que el precio más relevante (el tipo de interés) se fija en los despachos de los burócratas, que trabajan codo con codo con grandes gestoras y con los gobiernos para intentar cuadrar el círculo: que las Bolsas suban y los políticos puedan usar el gasto público para comprar votos.
Y eso es lo que nos ha traído a la situación actual, la de una inflación galopante que, además, sube por los efectos de la guerra en el Este de Europa. Todo conflicto bélico es esencialmente inflacionario, como nos recuerda el economista estrella de Credit Suisse, Zoltan Pozsar.
LAS BOLSAS NO CREEN A POWELL
Los inversores creen que Jerome Powell se bajará del caballo y dará marcha atrás, e incluso piensan que dentro de un año lanzará un nuevo plan de expansión cuantitativa (compra de deuda con dinero creado de la nada).
Ahora surgen voces que indican que la inflación ha tocado techo. Los mismos que llevan meses defendiendo que la escalada de precios se iba a detener nos intentan convencer de que ahora llevan razón. Y los mercados, sobre todo en EEUU, creen que la Reserva Federal va de farol cuando apunta a que seguirá subiendo los tipos de interés de forma agresiva para contener la espiral inflacionista.
Esto explica que Wall Street haya subido en los meses veraniegos (el S&P ha repuntado un 17% desde sus mínimos de junio) al mismo tiempo que la rentabilidad del bono del Tesoro de EEUU a diez años (la referencia en el mercado) se haya reducido en casi medio punto porcentual.
Pero cuidado, porque en este juego hay muchos trileros que aprovechan el engaño para sacar tajada a costa de los incautos. Pocos medios cuentan que el director de inversiones de Morgan Stanley prevé una caída del 9% en el S&P 500 a final de año, mientras que los estrategas de Bank of America apuntan a un desplome del 16% respecto a los valores actuales.
INFLACIÓN PERMANENTE
El consenso en estos momentos entre los analistas es que la inflación se mantendrá en niveles elevados durante los próximos años, en el entorno del 4%, lo cual obligará a los bancos centrales a realizar otra ronda de subidas de tipos de interés. Otra opción (que es la que algunos consideramos más plausible) es que nos digan que una inflación en ese nivel es adecuada y que se modifiquen los objetivos de política monetaria para adaptarse a esa nueva realidad.
Y es que, aunque se hagan los sorprendidos, los banqueros centrales sabían que sus decisiones provocarían un escenario inflacionario. No ha sido algo casual ni accidental. Se ha provocado para reducir el peso de la deuda global, para diluir los pasivos globales, que en la actualidad triplican el PIB del planeta. Una forma de echarle agua al vino, condenando a muchas familias (los ahorradores) a morirse de sed.
EL CULEBRÓN DE NORD STREAM
De todo esto no se habla en Europa, donde todos siguen atentos al próximo movimiento de Gazprom, que ha anunciado que va a realizar otra parada en el gasoducto Nord Stream 1. La fecha escogida para esta nueva detención del suministro es el 31 de agosto y durará tres días.
La razón oficial es que es necesario realizar labores de mantenimiento en el único equipo de bombeo que sigue operativo. Unas tareas que va a realizar la alemana Siemens, dueña de la famosa turbina que estuvo perdida y que todavía no está operativa por un problema de papeleo. Ambas partes se culpan del retraso y se enfrentan en las redes sociales manteniendo en vilo a gobiernos, hogares y empresas europeos.
Detrás de todo esto subyace la presión del Kremlin para que el canciller alemán Olaf Scholz acepte la apertura de Nord Stream 2, el gasoducto que iba a garantizar la llegada del gas ruso al Viejo Continente sin pasar por Ucrania antes de que la Administración Biden decidiera bloquear su puesta en marcha. Desde hace semanas hay voces relevantes en el país germano, como la del vicepresidente del Parlamento, que reclaman al Gobierno abrir esta infraestructura, para llenar los almacenes de gas y así evitar la recesión invernal.
FRANCIA RECHAZA EL MIDCAT
Otra de las opciones que baraja el canciller es potenciar las conexiones gasistas de España con el resto de Europa para poder mandar el hidrocarburo que llegue a las plantas regasificadoras ibéricas, que tratan el GNL que proviene principalmente de Catar y EEUU. En ese contexto se encuadra el Midcat, del que hablamos la pasada semana y que ahora la ministra Teresa Ribera defiende tras años de negarse en redondo a construir esta infraestructura pirenaica que goza de los parabienes de Bruselas.
Sin embargo el Gobierno francés se opone porque el gasoducto tardaría años en estar operativo, sería muy costoso y además no permitiría cumplir con los objetivos de transición ecológica europeos (ya saben, el mantra de siempre). Según Agnes Pannier-Runacher, la homóloga de Ribera en el país galo, es más realista apostar por construir plantas de tratamiento de GNL en Alemania.
francia aprovecha la situación actual para comprar energía a españa con descuento mientras recarga y repara sus centrales nucleares
Esta es la explicación oficial, porque la real es que Francia está muy contenta con la situación actual, que le permite comprar energía a España con descuento (el famoso tope de la excepción ibérica que pagan los consumidores españoles aunque no lo sepan) mientras recarga sus centrales nucleares (hay doce en proceso de repostaje y varios de ellos tienen problemas de mantenimiento). Desde que entró en vigor esta medida las exportaciones de electricidad de España a Francia se han disparado un 200%.
La cuestión no es baladí, porque la industria alemana nota ya los efectos del incremento de los costes energéticos, que están en unos niveles nunca vistos en el presente siglo. Los proveedores de las empresas han elevado los precios cerca de un 40% al cierre de julio respecto al mismo mes del pasado año. Ya se habla abiertamente de que Alemania se puede enfrentar a un proceso de desindustralización «muy doloroso» que incluya un éxodo de empresas. La locomotora europea puede dejar de serlo.
OTRA SUBIDA DEL BCE, QUE TEME LA RECESIÓN
Y en España los calores veraniegos parecen dar una tregua, aunque esta semana van a volver las altas temperaturas, no sólo en el plano físico sino también en el económico y monetario. El BCE parece dispuesto a subir otro 0,5% los tipos de interés en su próxima reunión de septiembre y no descarta que la eurozona entre en recesión en los próximos trimestres. La confesión la ha realizado Isabel Schnabel, que pertenece al Comité Ejecutivo del banco central que preside Christine Lagarde.
«No descartaría que entremos en una recesión técnica, especialmente si el suministro de energía de Rusia se interrumpe aún más», señala la economista alemana poniendo la venda antes de la herida tras meses negando lo evidente: que el PIB de los países europeos se va a contraer.
el bce pide a los bancow «estresar sus balances bajo el peor escenario energético para comprobar su resiliencia»
Aunque la excusa rusa viene muy bien no sólo para eludir responsabilidades a la hora de evitar la recesión, sino para justificar la crisis financiera que viene. El BCE ha pedido a las entidades que se preparen para «estresar sus balances bajo el peor escenario energético para comprobar su resiliencia» y elaboren planes de contingencia. Es decir, que diseñen planes de recapitalización para afrontar un incremento de la morosidad que ya está dando las primeras señales de alarma.
EL EURIBOR ESCALA AL 1,3%
La promesa de nuevas alzas de tipos se ha trasladado al Euribor (principal índice al que se referencian las hipotecas en España), escalando al 1,3% y encareciendo las cuotas que pagan los hogares por encima de los cien euros mensuales de media. Las próximas revisiones que realicen los bancos de los préstamos para la adquisición de vivienda van a abrir más agujeros en las maltrechas economías domésticas, que ya sufren de lo lindo con la inflación y que ven como el empleo se gripa en pleno agosto.
Y cuidado porque en septiembre llegará la temida reforma de las pensiones, con la que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, pretende rebajar la factura anual en 30.000 millones de euros (aproximadamente un 18% del gasto total). Será en el inicio del curso político cuando trasladará a los sindicatos su propuesta para ampliar el periodo de cálculo de las pensiones para así reducir el importe. A algunos les beneficiará, pero a la mayoría de los futuros jubilados les perjudicará respecto al sistema actual.
Veremos como el aparato de propaganda gubernamental afronta este hachazo a las pensiones futuras, ya que estamos a poco más de un año de las elecciones generales. La verdad es que hay muchos frentes abiertos a disposición los fontaneros de La Moncloa, desde un posible repunte covidiano a una extensión de la viruela del mono, pasando por el cambio climático, la guerra de Ucrania e incluso el polvorín de Taiwan. Los tahures están al mando y son los que manejan la ruleta. Hagan juego señores.