No me gustaría estar en la piel de la oposición al partido en el gobierno. Hace meses titulé una tribuna cómica ‘El PP va a gobernar para siempre’ y los hechos no hacen más que reforzar mis inflamadas tesis. Empiezo a pensar que no sólo gobernará el PP durante épocas geológicas, sino que Rajoy será el presidente de nuestro país hasta que alguien dictamine su deceso. O lo seguirá siendo su cabeza desde una urna de cristal, como en Futurama.
¿Qué me hace pensar esas cosas? -pensará el atento lector- Básicamente, creo que la abyecta mediocridad de nuestro presidente le convierte en un activo político extraordinario en los tiempos en los que vivimos. Ser un estafermo, a día de hoy, parece una ventaja más que un inconveniente
Rajoy se morirá dando un paseo por el bosque o en la cama. No me lo imagino palmando de un infarto repentino mientras tiñe de naranja los bajos de una inmigrante maciza, o cayendo al suelo, desplomado, tras tuitear una encendida respuesta al Saturday Night Live. No puedo concebir a Rajoy en la habitación de un hotel de lujo en Rusia meándole en la cara a un montón de prostitutas a sueldo de su amigo Putin. Ni declarándole la guerra a China. Ni implantando ninguna política que no esté alineada con las directivas de Bruselas, en realidad.
En el futuro Congreso de su partido, Rajoy tiene claro que las ideas son lo de menos. Mientras en Podemos se disparan a la cabeza por quítame aquí esta convergencia, con el libro de politología en el bolsillo, a Rajoy todo eso le da igual. Es el hombre pragmático. Mientras le dejen gobernar y las cosas sean legales, o más o menos legales, no se va a meter en líos.
Rajoy es un presidente que no sabe cuáles son las candidatas al Goya a la mejor película. No ha visto ninguna y no se avergüenza en reconocerlo. A mí me entusiasma el cine y antes de mirar en Google sólo podía manifestar mi convicción de que el galardón se lo merece la extraordinaria Un monstruo viene a verme, y de que Julieta, de Almodóvar, probablemente estaría por ahí.
No quiero hacer patente mi incultura para disculpar a Rajoy. Quiero señalar que Trump probablemente sí conociese las películas e incluso hubiera dedicado largas horas en despreciar e insultar a sus intérpretes. Trump apenas lee, pero mira la televisión y conoce la farándula. Sigue siendo el productor ejecutivo de El Nuevo Aprendiz Famoso (The New Celebrity Apprentice), su reality, que ahora está presentado por Arnold Schwartzenegger. Rajoy, insisto, da paseos y mira el fútbol.
Cuando a Rajoy le convocaron su segunda huelga general en menos de un año en el poder, ésta fue su respuesta:
Tienen derecho a convocarla. (…) Yo no puedo compartirla. Creo que eso no ayuda a España, no ayuda a resolver los problemas económicos, que es lo que está intentando hacer el Gobierno. No ayuda para nada a la imagen de España. (…) Sería la segunda huelga que se le hace a un Gobierno que todavía no lleva un año.
¿Pero qué demonios es eso? ¿Nada de acusarnos a los periodistas de habernos inventado la huelga general? ¿Nada de llamarnos mentirosos? ¿Nada de insultar por twitter a El Gran Wyoming o Ana Pastor porque no le gusta lo que dicen? ¿Nada de defender que su huelga fue más grande que la de los demás?
Hasta la corrupción de Rajoy y del PP parece de risa en comparación con lo que ha hecho Trump ya y lo que se nos viene encima. Sí, creo íntimamente que el PP y buena parte del PP se benefició durante años de un sistema de financiación ilegal que durante años fue la norma mucho más que la excepción en España. Pero incluso los apoyos de Rajoy a la difunta Rita Barberá o los SMS a Bárcenas parecen hoy descafeinados. No por menos graves, sino en comparación
¿Se ha aprovechado Rajoy del apoyo de potencias extranjeras para llegar al poder? ¿Acaso ha lanzado órdenes ejecutivas que desmontan nuestro sistema sanitario? ¿Está dominado por la extrema derecha religiosa? Habrá quien diga que sí, pero a esos les recordaría lo que pasó con la ley del aborto de Gallardón.
Rajoy es el antitrump. Es un tipo soso, que jamás podría ser estrella de la tele, que intenta esquivar la controversia a cualquier precio. Que para despedir a sus ministros básicamente tienen que haber salido en alguna información periodística que empiece por «los papeles de». Y aún así intentará buscarles un trabajuelo porque esas son las normas de su juego, el capitalismo de amiguetes que juegan al mus.
Rajoy no cae bien en los círculos de la UE porque no habla inglés, pero no entrará en oposición directa con Trump. Eso nos hará quedar como idiotas, como nos pasó ya en el caso de Bush, pero lo haremos. No tenemos a un Donald Tusk que avive nuestro orgullo, reconozca nuestra grandeza y nos haga sentir orgullosos de ser europeos. Tenemos a Rajoy, que básicamente nos hace encogernos de hombros y decir: «Meh, al menos no es Trump«.
Por cierto, creo que Trump ha convertido las tesis de Íñigo Errejón en las únicas válidas para Podemos. El presidente americano ganó basándose en la transversalidad fuera del eje izquierda-derechas que promueve el más «moderado» de los líderes del partido. Eso podría ayudarles a mejorar su resultado electoral. Pero, asimismo, Trump genera un enorme rechazo debido a la radicalización de sus primeras órdenes ejecutivas. Eso nos hace pensar en que abandonar la imagen de partido muy radical que lo vaya a cambiar todo de la noche a la mañana puede resultar imprescindible para ser competencia de un PSOE en caída libre.