Del total de una entrada, un 3% se lo llevan los autores a partir de las sociedades de derechos y un 21% se lo queda el Estado a través del IVA cultural. El resto se reparte entre las salas de exhibición y los distribuidores.
El porcentaje entre estos dos últimos actores puede variar, dependiendo de lo que negocien entre ellos. En este punto, cabe destacar que las distribuidoras dividen a su vez parte de estas ganancias con las productoras de las películas.
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En cualquier caso, desde la Federación de Cines de España (FECE) aseguran que son las propias salas de cine las que marcan los precios “de forma libre e individual, atendiendo a sus propios criterios comerciales”.
La sensación general es la de que ir al cine se ha convertido en una alternativa de ocio cara. Sin embargo, los datos oficiales arrojan otras conclusiones: en 2015, el precio medio de una entrada en España fue de 6,07 euros.
Existe la creencia en España de que el cine es caro
Además, la afluencia de espectadores creció respecto a ejercicios anteriores, logrando mantener esta tendencia por segundo año consecutivo. Finalmente, cabe destacar que entre 2013 y 2015 las salas de cine habrían recuperado 17 millones de espectadores.
“Hace un par de años la percepción del precio era alta por parte de los espectadores, pero esto ha cambiado en dos años, debido al gran número de promociones que existen en el mercado. Desde los miércoles al cine, que te permite ver la película a partir de 3,9 euros, hasta las promociones individuales: tarjetas de fidelización, packs para familias, jóvenes, mayores, etcétera”, confirman en este sentido desde FECE.
Destaca por encima de estas rebajas, La Fiesta del Cine, que lleva celebrándose con éxito año tras año. Aunque llama la atención que, viendo la cantidad de actores que entran en juego a la hora del reparto, todos se pusieran de acuerdo para sacar adelante esta medida.
Un fenómeno que desde FECE explican del siguiente modo: “La Fiesta del cine se lanza en España en 2009. En ese año el sector venia de perder espectadores durante el último lustro y se creyó necesario introducir una acción novedosa que fuera capaz de revolucionar la asistencia a salas de cine”.
Sin embargo, este evento no es exclusivo de nuestro país. La idea original nació en Francia, “donde se lleva más de 30 años celebrándose”, admiten. A raíz de este éxito, se decidió exportar el modelo a otras zonas del mundo, como España o Italia.
En cualquier caso, aquellos espectadores que claman porque estos precios se vuelvan duraderos no verán cumplir sus deseos nunca, ya que no sería rentable para el negocio cinematográfico.
Desde FECE consideran que “el comportamiento del consumidor no es extrapolable durante la Fiesta del Cine al año en general”. “La clave del éxito es su duración, lo que hace que la demanda se incremente de forma notable. Una acción puntual”, concluyen.