Según señala el Dr. Manuel Chamorro, Jefe de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, tanto en la cirugía facial como en los tratamientos odontológicos, una de las primeras cosas que hay decidir es si la intervención debe realizarse bajo anestesia local, general, o algo entre medias.
“En la cirugía facial el fenómeno de desconexión sensorial y emocional con la anestesia local es muy poco frecuente. El paciente ve en todo momento que las actividades quirúrgicas se dirigen hacia él. La visión, el olfato, el sabor, el sentido del equilibrio, todo eso sigue recordando al cerebro del paciente que es su propio cuerpo el objeto de la intervención», señala Chamorro.
Por eso, las intervenciones en la cara en general, y en la cavidad oral en particular, son una fuente de ansiedad habitual en muchos pacientes. Para paliar esta ansiedad, una de las alternativas es la sedación, que proporciona una experiencia quirúrgica que para el paciente es nula, mínima, o irrelevante.
“Sin embargo, los procedimientos anestésicos que no incluyen intubación endotraqueal (o sea, la sedación) deben utilizarse con particular cuidado cuando el campo quirúrgico es la parte posterior de la cavidad oral. Es muy importante que tanto el cirujano como el anestesista tengan amplia experiencia, y que el centro donde se realice la intervención cuente con todas las garantías (preferiblemente un hospital)», señala el experto.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, el complejo hospitalario Ruber Juan Bravo ha puesto en marcha una Unidad para intervenciones de cirugía maxilofacial y tratamientos odontológicos con sedación con la presencia constante durante los mismos de un especialista en Anestesiología y Reanimación, que dispone de todos los medios terapeúticos y un área de recuperación tras la sedación.
Este tipo de procedimientos con sedación está especialmente indicado para personas que sufren gran ansiedad a la hora de someterse a una intervención o un tratamiento odontológico, en procedimientos múltiples de colocación de implantes dentales (más de 2 ó 3), y en niños y en personas con discapacidad intelectual que, por sus características personales, suelen ser más reacios a colaborar.
“No sólo podemos realizar varios tratamientos en una sola sesión que, de otra manera, habría que realizar en varias, sino que además nos ofrece la posibilidad de realizar tratamientos en pacientes que no colaboran”, concluye Chamorro.