Ser un pata negra del PSC y gozar del respaldo de Salvador Illa es una garantía en estos tiempos que corren si a lo que aspira uno es a presidir una empresa pública española, pero si además el candidato tiene una amplia formación académica, ha desarrollado parte de su carrera en el sector privado, goza de los favores de Pedro I de España y encima ha sido bendecido por el imperio Caixa de Fainé, entonces el éxito está asegurado. Este es el caso de Marc Murtra, político catalán que ha sido elegido por el Gobierno de Sánchez para asaltar Indra, la principal compañía del complejo militar industrial ibérico. De momento no tiene poderes ejecutivos, pero aspira a lograr en otoño el cetro del grupo.
MARC MURTRA, UN HOMBRE DE PUERTA GIRATORIA
Pocos saben que este directivo en realidad se llama Marc Thomas y no nació en Barcelona, sino en Blackburn, ciudad inglesa del condado de Lancashire que tuvo un gran protagonismo durante la Revolución Industrial como centro de producción textil y que en la última parte del siglo XX fue reconocida en todo el mundo por ganar la Premier League con los goles de Alan Shearer.
Hijo de un reputado cardiólogo, en casa de los Murtra nunca faltó de nada y tras estudiar ingeniería industrial en la Politécnica de Barcelona puso rumbo a Nueva York para sacarse su MBA, condición indispensable para ser alguien en la vida de los ejecutivos españoles. Allí asistió a las clases de Samuelson y de Krugman, que le inculcaron las bonanzas del socialismo de salón, ese que permite cobrar más de medio billón (con b) de euros mientras proclama las maldades del capitalismo.
Debió tomar buena nota, porque ahora es un firme defensor de las puertas giratorias entre el mundo de la empresa y la política. Y está tan convencido que hasta lo pone por escrito en el diario La Vanguardia, donde es un colaborador fijo.
MURTRA: «LA CORRUPCIÓN ES PÉSIMA PARA EL SISTEMA, PERO ENTENDAMOS QUE ES BUENO Y CASI NECESARIO QUE LOS LÍDERES PÚBLICOS ENTREN Y SALGAN DEL SECTOR PRIVADO»
«La corrupción es pésima para el sistema, pero entendamos que es bueno y casi necesario que los líderes públicos entren y salgan del sector privado» –apuntaba Murtra en abril del pasado año– «si queremos que buenos profesionales entren y salgan del gran edificio del servicio público, deberá haber puertas suficientemente amplias que lo permitan».
UN HOMBRE DE NEGOCIOS Y DE POLÍTICA
Si uno analiza la vida y obra del actual presidente de Indra la verdad es que se puede decir que predica con el ejemplo, porque ha ido saltando de un lado al otro de la valla con cierta prestancia y cayendo siempre de pie.
Y eso que se jugó una parte de su patrimonio en la firma Crea Inversión, la niña de sus ojos con la que asesora a pequeñas y medianas empresas que luego deben partirse la cara con la Administración para que no les frían a impuestos y les aten las manos con las esposas regulatorias. Una tarea que compagina con su trabajo en Closa Capital, compañía dedicada a las fusiones y que tiene gran predicamento de gran referencia en Cataluña, es socio director y responsable de su área de telecomunicaciones y tecnología.
Sin embargo su puesto de patrono de La Caixa no lo ha conseguido por su trabajo en el sector privado, sino por sus importantes conexiones con la élite socialista catalana y por gozar de la confianza del presidente del Gobierno.
EL APOYO A PEDRO SÁNCHEZ
Cuando Pedro Sánchez fue desterrado del partido por sus compañeros del PSOE, Murtra fue uno de los que le hizo la pelota para que se presentara a las primarias para coger el timón del partido. Ya se conocían de antes, porque ambos estaban en el grupo de economistas que asesoraban a José Luis Rodríguez Zapatero, bajo la tutela de Miguel Sebastián, que hoy es consejero de Indra.
Hay otro hombre menos conocido que ha sido importante en el ascenso fulgurante de Murtra. Se trata de Raúl Blanco, actual secretario de Estado de Industria y Pyme, otro político catalán y hombre de José Montilla que fue determinante para que Sánchez lograra el control de Ferraz. Un aspirante a ministro que se quedará en el camino por su oscuro papel en la crisis de Alcoa y que fue en realidad quien puso sobre la mesa la conveniencia de cargarse a Fernando Abril–Martorell y poner a Murtra en la presidencia de Indra.
UN «SOCIOLIBERAL», COMO CARMONA
Era necesario un cambio de cromos para poder manejar al grupo militar desde La Moncloa y tanto Sánchez como Fainé dieron su visto bueno. Y así fue como Salvador Illa colocó a otro de sus chicos, uno de los más serviles. Porque de bien nacido es ser agradecido.
Murtra se considera a sí mismo un «socioliberal», escuela de pensamiento y acción política que usa a John Stuart Mill y a John Locke como parapetos ideológicos para defender la intervención pública de toda la vida pero disfrazada de defensa de la libertad. Un engendro teórico en el también se encuadra otro socialista amante de las puertas giratorias y Rasputín político: Antonio Miguel Carmona, vicepresidente de Iberdrola. Ambos son profesores universitarios cuando el mundo de la política y la empresa se lo permiten.
Quienes han trabajado con el presidente de Indra destacan su cultura, capacidad de sacrificio, modales exquisitos y capacidad camaleónica para entrar y salir de la órbita nacionalista catalana en función de su interlocutor. Siempre ha defendido la conveniencia de tender puentes con el independentismo, consciente de que el PSC necesita también ese caladero de votos.
es miembro de la «generación blackberry» en la que estaban varios cargos de la generalitat de montilla, como meritxell batet
Fue uno de los miembros de la denominada «generación Blackberry», en la que estaban varios cargos de la Generalitat de Montilla, un grupo en el que estaba también Meritxell Batet, actual presidenta del Congreso de los Diputados.
MENTALIDAD MODERNA
Su mentalidad moderna, visión internacional y carácter conciliador fueron factores que promocionaron a Murtra hasta la cabeza de la hidra de la defensa española, pero la revolución de los consejeros independientes tras la salida forzosa de Abril–Martorell trastocó los planes del Gobierno y pusieron en una situación difícil al ejecutivo catalán.
Se le había prometido mando en plaza, pero la firma Spencer Stuart elaboró un informe en el que recomendaba no entregarle el poder ejecutivo, separando la presidencia del cargo de consejero delegado tal como establecen las buenas prácticas de gobierno corporativo.
DEPORTISTA, YOGUI Y AMANTE DE LA LECTURA
A pesar de este varapalo Murtra no se vino abajo. Se dedicó a hacer deporte, a practicar su amado yoga, a la lectura (que le apasiona) y a pasar tiempo con sus tres hijos, a pesar de que vive a caballo entre Madrid y la Ciudad Condal. Nada más llegar a Indra reclamó un despacho propio al margen de la sala donde se celebran las reuniones del consejo de administración, algo que no existía en los tiempos del anterior presidente.
Había que marcar territorio y sofocar la revolución interna. Para ello, la estrategia fue nombrar dos CEO que pelearan por el poder, una guerra que de momento ha ganado Ignacio Mataix porque Cristina Ruiz abandonó la lucha por las injerencias políticas en la gestión de la empresa. Esas mismas injerencias que Murtra dice que no existen, pero que son más que evidentes.
EL MODELO DE GOBIERNO CORPORATIVO
Un Mataix que ya hace meses que tiene preparadas las maletas pero que ha logrado una bola extra tras la llegada de Amber Capital al accionariado y la operación de asalto liderada por la SEPI. «Ignacio está muerto, no tiene ningún tipo de responsabilidad ejecutiva en Indra», señalan fuentes internas, que apuntan a que es Murtra quien lleva la voz cantante actuando de correa de transmisión de las ordenes de Moncloa.
Ese es el modelo de gobierno corporativo que tendrá Indra hasta que la consultora internacional Korn Ferry concluya la búsqueda de seis consejeros que ayuden a vestir el muñeco tras la sangría corporativa de las últimas semanas. El plan es que haya al menos cuatro mujeres en el consejo de administración de Indra, a los cuales se podría sumar algún ex ministro, según indican las fuentes consultadas.
La idea es cerrar este proceso antes del próximo otoño (octubre como muy tarde), momento en el que se volverá a plantear la necesidad de que Murtra logre sus ansiados poderes ejecutivos.
«es un tipo que se lo cree, que CREE QUE VALE PARA SER PRESIDENTE EJECUTIVO DE INDRA»
Su círculo cercano de amistades le recomendó no aceptar la patata caliente que supone tener el cetro de la compañía militar, pero el directivo hizo caso omiso. «Es un tipo que se lo cree, que cree que vale para ser presidente ejecutivo de Indra», indicaban fuentes cercanas a Murtra en declaraciones a VozPopuli el pasado enero. Un un artículo en el que el medio destacaba la capacidad de este hombre del PSOE para pegarse como una lapa a Pedro Sánchez.
Sin embargo, el plan tejido por los fontaneros gubernamentales puede tener fisuras. La principal es que se produzca un cambio de Gobierno que provoque la llegada de Alberto Núñez Feijoo al Palacio de La Moncloa y, con ello, un cambio en las direcciones de las empresas públicas. Entonces volverá otra vez la incertidumbre y el ruido de sables, a no ser –claro está– que Murtra se pliegue a los designios del cacique gallego y le ayude a llevar a Indra al Olimpo de la industria militar europea. Esa que ahora se frota las manos sabiendo que se va a hacer de oro gracias a la guerra.