Comienza el segundo semestre de un 2022 que se está haciendo muy largo, a pesar de que nos dijeron que sería el año de la recuperación tras la crisis pandémica. La guerra en el Este de Europa ha servido para justificar esta nueva crisis que no es nada más que la extensión de la experimentada en 2008-2012, pero amplificada con las montañas de dinero creado de la nada por los bancos centrales, que han llevado sus balances a registrar los mayores volúmenes de su historia. La inflación al fin llegó y con ella las subidas de tipos de interés, que han provocado que Wall Street haya experimentado entre enero y junio la mayor caída de los últimos 50 años.
Ahora los inversores cruzan los dedos en la antesala de la presentación de resultados empresariales, que en las próximas semanas irán mostrando hasta qué punto estamos ya en un contexto recesivo. En EEUU ya surgen voces que advierten que serán peores de lo esperado debido a la atonía de la demanda interna que es la que al fin y al cabo mantiene el espejismo del crecimiento económico en el primer mundo. Una demanda que ha sido inflada para evitar una recesión que ahora es inminente.
MATERIAS PRIMAS
La buena noticia es que el precio de las materias primas ha experimentado en las últimas semanas un importante retroceso, lo que lleva a algunos economistas a concluir que podemos haber visto ya los máximos anuales. Sin embargo, la última previsión sobre el sector petrolero que ha realizado JP Morgan sobre el impacto de las sanciones occidentales a Rusia va justo en el sentido contrario. Según los analistas del banco de inversión norteamericano el barril puede escalar hasta los 380 dólares, una cifra nunca vista en la historia y que supone triplicar los valores actuales.
«El riesgo más obvio y probable de un tope de precios es que Rusia decida no participar y tome represalias reduciendo las exportaciones (…) es probable que tome represalias reduciendo la producción como forma de infligir dolor a Occidente. La estrechez del mercado mundial del petróleo está del lado de Rusia», indica la entidad en una nota enviada a inversores.
No obstante, en el escenario más benigno, JP Morgan apunta a un precio del crudo cerca de los 200 dólares, no porque se vaya a producir un incremento de la demanda, sino por la reducción artificial de la oferta por la prohibición de los hidrocarburos rusos. Es decir, que aunque la recesión global redujera las compras de petróleo (está por ver si China afianza su recuperación y no olvidemos que es el mayor importador de crudo) podríamos ver cómo los precios siguen en niveles elevados. Una crisis similar a la de los años setenta del pasado siglo y que sirvió para popularizar el concepto de «estanflación».
UNA RECESIÓN CORTA Y VUELTA A IMPRIMIR
En lo que sí parecen coincidir todos los grandes gigantes financieros es en que la duración de la recesión va a ser reducida, ya que hay estimaciones apuntan a una nueva rebaja de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal en la segunda mitad del próximo año, seguramente acompañada de un nuevo programa de compra de activos (deuda pública y privada). Ya lo avanzó hace un par de meses James Bullard, el presidente de la Reserva Federal de St. Louis que lidera el bando de los «halcones» de la FED.
Un plan que sólo podrá ejecutarse si la inflación está controlada dentro de doce meses o si los bancos centrales deciden elevar su objetivo por encima del 2%. De igual forma que nos convencieron de que la regla de Taylor era adecuada para fijar la inflación «benigna» en un determinado porcentaje pueden fijar otro y buscar algún elemento teórico que lo avale.
INFLACIÓN EN ESPAÑA Y RESCATE DEL BCE
En España la histórica tasa de inflación del 10,2% ha hecho saltas las alarmas en un Gobierno que intenta no diluirse como un azucarillo y que intenta convencer a la opinión pública de que va a ayudar a las familias mientras castiga a las grandes empresas.
El viejo cuento socialista que muchos siguen creyendo, sean de izquierdas o de derechas, a pesar de que la evidencia histórica ha demostrado su falsedad. Los tipos de interés subirán, elevando los costes de financiación y encendiendo la chispa de la crisis que se ha estado gestando al calor de políticas monetarias y fiscales suicidas.
Es verdad que en la eurozona ya no hay soberanía monetaria (la tiene el BCE) y que la capacidad de maniobra en materia fiscal es cada día más reducida. Por eso en mayor o menor medida todos los países tenemos los mismos problemas, especialmente aquellos que han hecho de la indisciplina presupuestaria su razón de ser. Esos mismos que ahora se ponen de rodillas esperando una «herramienta antifragmentación» que no termina de concretarse y que será presentada en sociedad antes de la próxima reunión del consejo de gobierno del BCE.
EURIBOR Y ALERTA INMOBILIARIA
Y las familias, mientras ven como su poder adquisitivo se reduce a una velocidad de vértigo, comienzan a temblar por la escalada del Euribor, que las entidades financieras ya sitúan cerca del 2% antes de que concluya 2022.
El Banco de España acaba de admitir que analiza el mercado inmobiliario con «atención especial» porque existe una «sobrevaloración» que amenaza a los balances bancarios «por el elevado peso de los préstamos para adquisición de vivienda en la cartera de las entidades españolas”. Este segmento representa el 43% del crédito al sector privado.
Ya no somos cuatro locos los que advertimos que estamos en un cambio de ciclo en el sector de la vivienda que podría retrasarse por el hecho de que la propiedad inmobiliaria sigue siendo el principal activo refugio en momentos de elevada volatilidad en los mercados.
EL BANCO DE ESPAÑA YA HABLA DE «SOBREVALORACIÓN» INMOBILIARIA Y LAS PROMOTORAS Y CONSTRUCTORAS LANZAN ADVERTENCIAS MÁS O MENOS CLARAS
El Banco de España, con su lenguaje particular, ya habla de burbuja (sobrevaloración) y las promotoras y constructoras también lanzan advertencias más o menos claras. Aedas Homes en su última junta de accionistas ha pedido una «actuación pública decidida» ante el estrangulamiento del mercado. Ahora resulta que no hay suficiente suelo disponible.
MÁS COSTES
Al incremento de los costes de financiación (tanto de la oferta como de la demanda) se suma el encarecimiento de los materiales de construcción, lo cual eleva el precio de la vivienda nueva y frena la construcción y comercialización de nuevos inmuebles.
Es decir, que es muy probable que los importes del metro cuadrado sigan creciendo unos meses más. Los expertos creen que lo que viene es «un mercado a doble velocidad, del que cada vez van a quedar más excluidas las rentas medias». Nada nuevo bajo el sol.
El gran problema es que este tipo de situación alimenta la vena populista y permiten a los políticos sacar del cajón las viejas recetas intervencionistas que nunca funcionan y que terminan por provocar el efecto contrario al anunciado. Establecer controles de precios y castigar fiscalmente a las empresas agudiza los problemas económicos, provoca desabastecimientos y termina de destruir a la estructura productiva del país. ¿Y entonces por qué se hace? Para justificar posteriores intervenciones políticas.
EL CÁLCULO DE LA FED Y LAS ELECCIONES EN EEUU
En cuanto a las previsiones económicas semanales, este lunes es festivo en EEUU (el Día de la Independencia) así que Wall Street no podrá dar sustos a los mercados europeos. El próximo miércoles se harán públicas las actas de la última reunión del comité federal de mercado abierto de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) que nos darán pistas sobre el próximo movimiento del banco central. El mercado descuenta ya una subida de tipos del 0,75%.
La FED quiere ser agresiva para frenar en otoño y así mantener una cierta neutralidad antes de las elecciones de midterm, que se celebrarán en noviembre y tras las cuales el Partido Demócrata puede perder el control del Congreso. Un juego peligroso que podría impulsar la inflación y provocar un mayor endurecimiento de las condiciones financieras antes de que concluya el año.