La situación de la segunda etapa de la liberalización de la alta velocidad española se sigue alargando. La realidad es que ADIF sigue retrasando la decisión de presentar las condiciones que los operadores privados tendrán que cumplir para sumarse a la segunda etapa de la liberalización, algo en lo que tanto Ouigo como Iryo han mostrado interés. En esa circunstancia, lo cierto es que la llegada de estas opciones a Asturias, así como a las paradas intermedias en los territorios de Castilla y León, se siguen alargando.
La realidad es que además de anunciar las condiciones de la nueva etapa de la liberalización, estas comunidades tendrán que esperar no solo al anuncio, sino también a que ADIF decida si estas empresas realmente son las elegidas para ocupar estos espacios, y que estas se adapten para estas rutas que tienen el siempre complicado ancho variable, esto hace que los trenes que actualmente tienen ambas empresas no puedan atravesar estos trayectos, y que se vean obligados a comprar nuevos trenes.
A esta dificultad se suma que hay una sola opción en el mercado que puede atravesar este tipo de rutas. Se trata del Avril de Talgo con todas sus controversias y todos los retrasos que han tenido en sus entregas a Renfe. Es cierto que hay al menos una opción más disponible, el prototipo del Oaris de CAF, y también que Ouigo se ha abierto a otras opciones si algún fabricante se acerca con un proyecto interesante. Al mismo tiempo, estos son proyectos, y ninguno se adelanta del todo cuando pueden estar listos.
Esto hace que desde León y Asturias sé dé por sentado que estas opciones, o cualquier opción de alta velocidad diferente al AVE y el AVLO de la propia Renfe, no estarán disponibles hasta al menos 2030. La preocupación viene por qué en el camino los precios de las opciones de alta velocidad de la empresa estatal siguen siendo los de un monopolio, es decir: Son altísimos.
LOS DATOS DE OUIGO E IRYO EN LAS DEMÁS RUTAS
Lo cierto es que los datos de Ouigo e Iryo en los territorios donde han empezado a operar hacen que su llegada a cualquier territorio sea deseable. Aunque el Ministro de Transporte y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, considere que lo bajo de los precios de las empresas privadas que han llegado a España tras la liberalización del servicio son dañinos para el futuro del servicio la realidad es que los datos muestran que estos han conseguido que aumente el uso de la alta velocidad dentro del territorio español.
También es cierto, como lo señalan desde las Comunidades Autónomas, que la importancia estratégica de una Renfe dispuesta a detenerse en las estaciones de menor cantidad de pasajeros es clave. También es cierto que inversiones recientes, como la Ouigo llevando sus trenes a Valladolid, muestran que los recién llegados a lo que la propia Renfe llama «El Juego de Trenes» no solo ven como atractivas las conexiones entre Madrid y Barcelona o Madrid y Valencia.
De igual modo los tiempos son los que son, y la complejidad del sistema de alta velocidad español lo hace complicado. Aun así se trata de uno de los más grandes del mundo, y uno de los más usados, que además cada vez se usa más, por lo que es de esperar que cuando ADIF presentan finalmente las pautas para la segunda etapa de la liberalización, ambas empresas privadas que operan en la alta velocidad española intenten aumentar su presencia en el país, así como también cabe esperar que lleguen nuevos competidores que intentan sumarse a la competencia.
RENFE SIGUE INTENTANDO LLEGAR A PARÍS
Paralelo a la espera de Ouigo e Iryo para llegar a los territorios de la segunda etapa de la liberalización, la estatal española todavía no puede completar la ruta que conecta Barcelona con París. En una estrategia que desde el Gobierno español se ha clasificado como proteccionista en Francia, se han pedido varias homologaciones a los trenes de la estatal ferroviaria española, y se ha complicado un objetivo que debía alcanzarse el verano pasado, para coincidir con los juegos olímpicos.

En cualquier caso será interesante seguir de cerca cómo evoluciona esta situación en paralelo a la segunda etapa de la liberalización en territorio español. En teoría no tienen relación directa, pero parece evidente que la falta de reciprocidad ha sido una de las grandes críticas del Gobierno sobre la situación en Francia.