martes, 29 abril 2025

La playa escondida de Menorca que parece caribeña y es perfecta para esta primavera

Hay lugares que parecen susurrar secretos al oído del viajero atento, rincones apartados del bullicio donde la naturaleza aún conserva su estado más puro y salvaje. En la siempre sorprendente Menorca, una isla que atesora calas de ensueño, existe una joya escondida que recompensa con creces el esfuerzo que supone alcanzarla, un pedazo de paraíso terrenal que evoca paisajes exóticos sin necesidad de cruzar océanos. Se trata de Cala Escorxada, un nombre que resuena entre los conocedores como sinónimo de belleza virgen y aguas cristalinas, un santuario de paz alejado de las rutas más trilladas.

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Descubrir Cala Escorxada es como desvelar uno de los secretos mejor guardados del Mediterráneo, una experiencia que conecta directamente con la esencia más auténtica de la isla balear. Su difícil acceso, limitado a una caminata por senderos costeros o a una travesía por mar, actúa como un filtro natural que preserva su encanto y exclusividad, garantizando una atmósfera de tranquilidad difícil de encontrar en otros puntos del litoral. Esta primavera, cuando la isla despierta de su letargo invernal y la naturaleza explota en color, Cala Escorxada se revela como el destino perfecto para quienes buscan una escapada idílica, un baño de sol y mar en un entorno que parece sacado de una postal caribeña, pero con el inconfundible sello menorquín.

UN SANTUARIO DE PAZ EN LA COSTA SUR MENORQUINA

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Cala Escorxada se ubica en la costa sur de la isla, un tramo litoral famoso por sus calas de arena blanca y aguas turquesas, flanqueadas por acantilados y pinares. Sin embargo, a diferencia de sus vecinas más accesibles como Binigaus o Santo Tomás, esta cala mantiene un aura de misterio y aislamiento que la convierte en un verdadero refugio. Llegar hasta aquí implica una decisión consciente de buscar algo diferente, una recompensa que se materializa en forma de arena fina y dorada, un mar de un azul irreal y una sensación de desconexión total del mundo exterior, un lujo cada vez más escaso en nuestro ajetreado día a día.

La sensación de exclusividad se percibe nada más poner un pie en su orilla, un espacio donde el único sonido predominante es el suave murmullo de las olas rompiendo en la arena y el canto de las aves marinas. Aquí no hay rastro de chiringuitos, hamacas o sombrillas de alquiler; solo naturaleza en estado puro, una invitación a disfrutar del entorno con respeto y admiración. Es precisamente esta ausencia de servicios lo que contribuye a su magia, obligando al visitante a venir preparado y a valorar aún más la belleza intacta de este rincón privilegiado de Menorca, un lugar donde el tiempo parece detenerse.

EL ESPEJISMO CARIBEÑO BAJO EL SOL MEDITERRÁNEO

La comparación con el Caribe no es gratuita ni exagerada cuando se habla de Cala Escorxada, pues la estampa visual que ofrece podría rivalizar con muchas playas tropicales de renombre mundial. La clave reside en la combinación perfecta de elementos: una arena blanca y fina que acaricia los pies, unas aguas extraordinariamente transparentes con tonalidades que van del turquesa claro al azul más intenso, y una vegetación de pinos que llega casi hasta la misma orilla, aportando un contraste verde y aromático al conjunto paisajístico. Bañarse aquí es sumergirse en una piscina natural de belleza sobrecogedora.

El mar en esta cala suele presentar una calma notable, especialmente durante los meses de primavera y principios de verano, lo que la convierte en un lugar ideal para nadar, practicar snorkel y maravillarse con la rica vida marina que habita en sus fondos rocososos. La suave pendiente de entrada al agua la hace también apta para familias con niños, siempre bajo supervisión y conscientes de la falta de servicios de vigilancia, un detalle importante a tener en cuenta al planificar la visita. La claridad del agua es tal que permite observar el fondo marino con una nitidez asombrosa, invitando a explorar cada rincón sumergido de este paraíso menorquín.

LA RUTA DEL DESCUBRIMIENTO: A PIE POR EL CAMÍ DE CAVALLS

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El acceso a pie a Cala Escorxada es, para muchos, parte fundamental de la experiencia, una aventura que añade valor al destino final. La ruta más habitual parte desde la playa de Santo Tomás, siguiendo un tramo del histórico Camí de Cavalls (GR-223), el sendero que circunvala toda la isla de Menorca. El trayecto, de aproximadamente una hora u hora y cuarto solo ida, atraviesa paisajes de gran belleza, pasando primero por la playa de Binigaus y luego adentrándose en un terreno algo más agreste, un recorrido que requiere calzado adecuado y cierta preparación física, pero cuya recompensa paisajística es inmensa.

Durante la caminata, el senderista se ve envuelto por los aromas del pinar mediterráneo y disfruta de vistas espectaculares sobre el mar azul, cruzando otras calas más pequeñas y menos conocidas como Cala Fustam, vecina inmediata de Escorxada. Este esfuerzo físico, bajo el sol primaveral que aún no aprieta con la fuerza del verano, se convierte en un preludio emocionante, una forma de conectar con el entorno natural de Menorca y de ganarse a pulso el derecho a disfrutar de la belleza serena de la cala. Es fundamental llevar agua abundante y algo de comida, ya que en el destino no encontraremos dónde aprovisionarnos.

LA ALTERNATIVA MARÍTIMA: NAVEGANDO HACIA EL PARAÍSO

Para aquellos que prefieren evitar la caminata o desean disfrutar de una perspectiva diferente de la costa sur de Menorca, el acceso por mar es la otra opción viable para llegar a Cala Escorxada. Diversas empresas ofrecen servicios de taxi acuático desde puntos cercanos como Cala Galdana o Santo Tomás, una alternativa cómoda y rápida que permite desembarcar directamente en la playa. También es posible alquilar una pequeña embarcación sin necesidad de titulación específica, lo que brinda la libertad de explorar a propio ritmo no solo Escorxada, sino también otras calas vecinas igualmente espectaculares como Trebalúger o Fustam.

Llegar por mar ofrece una visión panorámica impresionante de la cala, con sus aguas turquesas destacando sobre el blanco de la arena y el verde de los pinares que la abrazan. Fondear a una distancia prudencial de la orilla y nadar hasta la playa es una experiencia inolvidable, sintiendo la inmensidad del mar y la belleza salvaje del litoral menorquín. Es importante recordar la normativa de fondeo en zonas protegidas como esta, respetando las praderas de posidonia oceánica, un ecosistema vital para la salud del Mediterráneo y uno de los grandes tesoros naturales de Menorca. La aproximación marítima subraya esa sensación de estar llegando a un lugar remoto y especial.

PRIMAVERA, LA ESTACIÓN IDEAL PARA UN TESORO ESCONDIDO

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Visitar Cala Escorxada durante la primavera ofrece ventajas significativas que realzan aún más su atractivo. Las temperaturas en Menorca durante esta época son suaves y agradables, perfectas tanto para la caminata de acceso como para disfrutar del sol en la playa sin el agobio del calor estival. Además, la afluencia de visitantes es considerablemente menor que en julio o agosto, lo que permite experimentar la cala en un estado de tranquilidad casi absoluta, un privilegio que se pierde en temporada alta. El paisaje, además, está en su máximo esplendor, con la vegetación luciendo un verde intenso y las flores silvestres salpicando de color los alrededores del camino.

El agua del mar, aunque todavía fresca para algunos, resulta vigorizante y perfectamente apta para un chapuzón valiente, especialmente en los días soleados de mayo y junio, cuando el sol ya empieza a calentar con más intensidad. La luz de la primavera en Menorca, más suave y dorada que la del verano, realza la belleza de los colores de la cala, creando una atmósfera mágica y fotogénica. Disfrutar de un picnic en la arena, leer un libro bajo la sombra de un pino o simplemente contemplar el horizonte sin multitudes alrededor, convierte la visita primaveral a Cala Escorxada en una experiencia regeneradora y exclusiva, un verdadero regalo para los sentidos en la maravillosa isla de Menorca.


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