El asfalto es testigo silencioso de nuestras rutinas, prisas y, a veces, de decisiones que tomamos sin calibrar del todo sus consecuencias. Personalizar el coche se ha convertido en una extensión de nuestra propia identidad, una forma de hacerlo más nuestro, más cómodo o simplemente más vistoso, pero cuidado, porque la DGT vigila de cerca cualquier modificación que pueda comprometer la seguridad. Hay elementos que, bajo una apariencia inofensiva y extendida, esconden un riesgo real y, además, la posibilidad de una sanción económica que nos puede pillar totalmente desprevenidos, demostrando que no todo lo que reluce en el habitáculo es oro ni, sobre todo, seguro.
Hablamos de un accesorio omnipresente en muchos vehículos que circulan por nuestras carreteras, un añadido que a menudo se elige por estética, para tapar el desgaste del material original o simplemente por una supuesta mejora en el confort. Sin embargo, la cruda realidad es que ciertas fundas para el volante, especialmente aquellas no homologadas y fabricadas con materiales deslizantes o de ajuste deficiente, representan un peligro tangible al reducir peligrosamente el control sobre la dirección del vehículo y, por ende, pueden ser motivo de multa. Lo que parece un simple toque personal puede convertirse en la antesala de un susto considerable o, peor aún, de un accidente evitable si hubiéramos priorizado la funcionalidad sobre la apariencia.
1EL VOLANTE, MUCHO MÁS QUE UN SIMPLE CÍRCULO

El volante no es un mero componente estético ni un simple aro para sujetarse; es el principal punto de conexión entre el conductor y la dirección del vehículo, la herramienta fundamental que nos permite trazar curvas, esquivar obstáculos y mantener el rumbo deseado. A través de él recibimos información crucial sobre el comportamiento del coche y el estado de la calzada, sintiendo las reacciones del eje delantero y ajustando nuestra conducción en consecuencia, por lo que cualquier interferencia en esta comunicación táctil puede tener efectos directos sobre nuestra capacidad de reacción. Su diseño, diámetro y grosor están cuidadosamente estudiados por los fabricantes para ofrecer el mejor compromiso entre maniobrabilidad, esfuerzo y sensibilidad, garantizando un control óptimo en diversas situaciones.
Por eso mismo, los materiales con los que se fabrican los volantes de serie suelen ser cuero, poliuretano de alta densidad u otros compuestos que aseguran un buen nivel de agarre en distintas condiciones, incluso con las manos sudadas o en movimientos rápidos. La textura y la ergonomía están pensadas para facilitar una sujeción firme y segura, permitiendo que el conductor pueda realizar giros precisos y rápidos sin que las manos resbalen, algo absolutamente vital en una maniobra de emergencia o al negociar una curva cerrada a velocidad inadecuada. Alterar estas propiedades con una funda inadecuada es jugar con fuego, y la DGT es consciente de los riesgos asociados a estas modificaciones aparentemente menores pero potencialmente peligrosas.