La ficción histórica de habla hispana va a dar un giro inesperado, porque La Promesa, la serie de éxito de RTVE ya prepara la llegada de un personaje que va a hacer tambalear los cimientos emocionales de uno de sus antagonistas más queridos, como es Petra.
Alicia, interpretada por la joven aunque experimentada actriz Alejandra Armero, llega al desarrollo de la serie como un enigma mudo que logra descubrir la humanidad escondida en el corazón del palacio más frío. Su llegada no solo va a cambiar el futuro de Petra, sino que además va a plantear una lectura intrigante, la siguiente: ¿puede el mal ser redimido?
1ALEJANDRA ARMERO, UNA ACTRIZ CON ENIGMA

El rostro que se encuentra tras Alicia en La Promesa es tan cautivador como es ella misma y como es el personaje que ella misma representa. Alejandra Armero, siendo todavía joven, dispone de una trayectoria que ya quisieran tener muchas actrices y actores con más renombre. Ha aprendido y comparte todo lo acontecido en escuelas de gran prestigio como el Estudio Juan Carlos Corazza y la London Academy of Music & Dramatic Art; no es una novata: Armero es una actriz con un camino hecho, con papeles disputados y una fuerza escénica que devora la realidad.
Su recorrido por la ficción con un papel discreto en Vergüenza (Movistar Plus+) y su «presencia de la gran pantalla» en Ocho apellidos marroquís son ejemplos de su versatilidad; pero Alicia representa para ella su principal desafío hasta el día de hoy: una mujer sin palabras pero tan muy cargada de profundidad a la hora de tener que transmitirlo todo a partir de la mirada, de los gestos. Como ella misma ha repetido en diferentes entrevistas, «saber interpretar el silencio es uno de los grandes riesgos para un actor».
Armero se preparó examinando los casos de las personas traumatizadas, indagando de la mano de los psicólogos para captar cómo puede manifestarse sin palabras el dolor.
La preparación junto a referentes como Cristina Rota o Pilar Gómez le han aportado unas herramientas únicas para encarar el reto. No se trata solo de ponerse en la piel del personaje, sino de habitarlo, de convertirse en ese espejo desde el que Petra logre ver su propia redención.
Los directores de la serie han alabado su capacidad para transmitir las emociones más complejas a partir de un simple movimiento de manos o un parpadeo. En un mundo donde el peso de la historia recae en los diálogos, Armero confirma que el auténtico arte está en lo que queda por decirse.