martes, 29 abril 2025

El culpable de tu mal sueño no es el móvil, es este hábito nocturno

Vivimos tiempos de descanso esquivo, noches en vela y mañanas de plomo que achacamos, casi por inercia, a la omnipresente pantalla azul. Sin embargo, ese ladrón de nuestro preciado sueño reparador podría tener un cómplice mucho más insospechado y cotidiano, uno que se sienta a la mesa con nosotros cada noche. La luz del móvil interfiere, por supuesto, pero centrar toda la culpa en la tecnología nos impide ver un factor que depende exclusivamente de nuestras decisiones antes de apagar la luz y buscar el abrazo de Morfeo.

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Resulta que ese festín nocturno, esa costumbre tan arraigada de cenar copiosamente y justo antes de meternos en la cama, especialmente si incluye platos muy pesados, cargados de picante o repletos de azúcares, es un sabotaje directo a nuestro descanso. El cuerpo, lejos de prepararse para la calma nocturna, se ve forzado a una digestión laboriosa que interfiere con los ciclos naturales del descanso, convirtiendo la cama en un campo de batalla metabólico en lugar de un remanso de paz. Identificar este hábito es el primer paso para empezar a dormir mejor, recuperando esas horas vitales que tanto necesitamos.

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AZÚCAR NOCTURNO: ENERGÍA FALSA, DESVELO REAL

Fuente Freepik

Consumir alimentos o bebidas con alto contenido en azúcares simples cerca de la hora de dormir provoca un rápido aumento de la glucosa en sangre. Esto puede generar una breve sensación de energía o alerta, justo lo opuesto a la calma y la desaceleración que el cuerpo necesita para prepararse para el sueño, interfiriendo con los mecanismos naturales de inducción del descanso. Ese postre dulce o ese vaso de refresco antes de dormir pueden parecer inofensivos, pero son como echar gasolina al fuego del insomnio, dificultando el inicio del sueño.

Tras ese pico inicial, suele producirse una caída brusca del azúcar en sangre (hipoglucemia reactiva). El cuerpo puede responder a esta bajada liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina para estabilizar los niveles, hormonas del estrés que son antagonistas directos del sueño y pueden provocar despertares nocturnos, fragmentando el descanso y deteriorando la calidad general del sueño. Esta montaña rusa de glucosa es nefasta para la continuidad y profundidad del descanso, generando un ciclo vicioso de interrupciones y cansancio.


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