jueves, 24 abril 2025

Descubren el ingrediente ‘adictivo’ oculto en tu pan de molde favorito, diseñado para que no puedas comer solo uno

El desayuno de media España, la merienda rápida de los críos, ese sándwich socorrido para la cena… Pocos alimentos son tan omnipresentes en nuestros hogares como el pan de molde. Su textura tierna y su comodidad lo han convertido en un básico de la despensa, pero ¿alguna vez te has parado a pensar qué lo hace tan irresistible, tan difícil de dejar una vez empiezas? Detrás de esa apariencia inofensiva, se esconde una combinación de ingredientes cuidadosamente seleccionada, diseñada no tanto para nutrir como para tentar, creando un ciclo que nos pide más y más.

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La clave no está en un único componente mágico y maligno, sino en la sinergia de varios elementos, principalmente los azúcares añadidos y las harinas ultrarrefinadas. Estos sospechosos habituales de la alimentación moderna son los responsables de esa sensación placentera inmediata, pero también de la montaña rusa glucémica que sigue. El resultado es un producto que, aunque legal y común en cualquier supermercado, juega con nuestra biología de una manera sutil pero efectiva, fomentando un consumo repetido que roza lo compulsivo y alejándonos, sin darnos cuenta, de opciones más saludables y saciantes.

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MÁS ALLÁ DE LA MIGA BLANCA: ¿QUÉ DIFERENCIA AL PAN DE MOLDE INDUSTRIAL?

Fuente Freepik

No todo el pan es igual, y las diferencias entre un pan de molde industrial y un pan tradicional de panadería, incluso uno de molde artesano, son abismales. Mientras que un panadero tradicional suele utilizar harinas menos procesadas, masa madre, fermentaciones largas y pocos ingredientes (harina, agua, levadura/masa madre y sal), la versión industrial incorpora una larga lista de aditivos. Emulgentes, conservantes, mejorantes panarios, grasas vegetales de dudosa calidad y, por supuesto, los ya mencionados azúcares y harinas ultrarrefinadas, son habituales en la etiqueta de cualquier paquete de supermercado.

Estos ingredientes adicionales no solo buscan mejorar la conservación y la textura para prolongar la vida útil del producto y hacerlo más atractivo al paladar moderno, sino que también diluyen su valor nutricional. La ausencia casi total de fibra, vitaminas y minerales presentes en el grano entero convierte al pan de molde común en una fuente de calorías vacías. Su estructura, pensada para ser esponjosa y ligera, facilita una digestión y absorción excesivamente rápidas, contribuyendo decisivamente al ciclo de picos de insulina y antojos que lo caracteriza. Consumir este tipo de pan de molde no aporta los mismos beneficios que un pan integral.


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