jueves, 24 abril 2025

‘Valle Salvaje’: Leonardo no puede más y cae redondo

La finca Valle Salvaje es un caldero de tensiones donde las pasiones humanas se estrellan como truenos en la tormenta. Aquello que comenzó como un intento de Leonardo para redimir su comportamiento ante los Gálvez de Aguirre se ha tornado en un campo de batalla, de ahí que la vivencia física y la emocional amenacen con devorar todo a su paso.

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El encargado de la finca se desploma rendido, como víctima del cansancio y de la desesperación, mientras que, en las tinieblas, otros personajes comenzarán a ir tejiendo las propias, Rafael, tirante entre la lealtad que debe a su padre y con la compasión creciente que siente hacia Leonardo, asumiendo el reto cara a cara que le enfrenta a José Luis.

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EL COLAPSO DE LEONARDO

'Valle Salvaje': Leonardo no puedo más y cae redondo
Fuente: RTVE

No solo luchó Leonardo contra la tierra y el sol, luchó contra un sistema que se le desarmaba continuamente en Valle Salvaje. Cada gota de sudor era el valor de una moneda para comprar su perdón, pero lo que José Luis convertía aquel esfuerzo en una condena en sordina. Aquí nadie es indispensable, le decía el duque en más de una ocasión, como si quisiera recordarle que su lugar en la finca sería siempre un lugar poco firme. Pero ella, con un simple gesto de humanidad, le ofrecía lo que nadie en muchos meses le había dado: esperanza.

El desmayo de Leonardo no fue solamente la noticia de un cuerpo, fue el grito del alma. Rafael al ver caer a su hermano entre los surcos sintió que dentro de su cuerpo también se rompía algo. Esto ya no es disciplina, es crueldad, le había dicho a su padre con una voz en la que temblaba toda la rabia.

José Luis, que acostumbraba a dar órdenes sin necesidad de rendir cuentas, desechó la reclamación, aunque por primera vez, los peones de la hacienda fijaron la mirada en él llenos de desconfianza. El miedo al duque comenzaba a mezclarse con otra cosa más peligrosa: el descontento. Mientras Leonardo obtiene una venta de la vida a través de su lucha en una cama improvisada; Bárbara, del mismo modo, elige entre una infinidad de caminos, entre el deber y la compasión.

¿Es posible que un pequeño gesto de bondad haya hecho que su hombre fuera un poco más allá de los límites de la resistencia hasta quedarse sin vida? La culpabilidad la acosa, pero la inquieta, al mismo tiempo, otra pregunta: ¿cuánto se queda de culpa en ella por no haber hecho nada antes? En Valle Salvaje, la indiferencia también se traduce en complicidad.

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