Parece que personalizar el coche es casi una religión para algunos conductores, buscando ese toque distintivo que lo haga único. Sin embargo, no todas las modificaciones son bienvenidas ni seguras, y la DGT pone especial atención en aquellas que comprometen la seguridad vial de manera flagrante. Ciertas ‘mejoras’ estéticas pueden convertirse en un auténtico quebradero de cabeza, tanto para el bolsillo como para la integridad física, transformando un simple vehículo en un potencial peligro rodante si no se respetan las normas establecidas por las autoridades competentes en materia de tráfico y seguridad vial, algo que a menudo se olvida en el afán por destacar.
Hablamos de una práctica que, aunque pueda parecer inofensiva o meramente estética, esconde riesgos considerables y acarrea sanciones económicas muy severas si no se ajusta a la legalidad vigente. La tentación de oscurecer los cristales más allá de lo permitido puede salir muy cara, no solo por la multa que puede imponer Tráfico, sino por las consecuencias fatales que puede tener una visibilidad reducida al volante en determinadas circunstancias. Es una trampa en la que es fácil caer por desconocimiento o por simple imprudencia, ignorando que las normativas existen precisamente para protegernos a todos en la carretera y evitar situaciones de riesgo innecesarias que pueden terminar en tragedia.
1¿MODA PELIGROSA O IGNORANCIA AL VOLANTE? EL OSCURO SECRETO DE LOS CRISTALES TINTADOS ILEGALES

El deseo de darle un aire más ‘agresivo’ o ‘exclusivo’ al vehículo lleva a muchos a considerar el tintado de lunas como una opción rápida y vistosa para diferenciarse del resto. Pero aquí reside el quid de la cuestión, la diferencia abismal entre instalar láminas homologadas, que cumplen una función de protección solar y seguridad contrastada, y colocar plásticos oscuros sin certificación alguna que convierten la conducción nocturna o bajo condiciones meteorológicas adversas en una auténtica pesadilla visual. La visibilidad es el primer y más importante elemento que se ve afectado de forma drástica, comprometiendo la capacidad del conductor para percibir el entorno correctamente y reaccionar a tiempo ante cualquier eventualidad que pueda surgir en la vía.
Las motivaciones varían considerablemente entre los usuarios, desde buscar mayor privacidad en el habitáculo hasta intentar reducir el calor acumulado en el interior durante los meses de verano, objetivos comprensibles pero que no justifican en ningún caso poner en riesgo la seguridad propia y ajena. Ignorar las advertencias y la normativa vigente promulgada para evitar riesgos es un error grave, porque la falta de visión clara de lo que sucede alrededor del coche, especialmente en condiciones de baja luminosidad natural o climatología adversa como lluvia intensa o niebla, multiplica exponencialmente el riesgo de sufrir o provocar un accidente de consecuencias imprevisibles. La DGT insiste constantemente en la importancia capital de ver y ser vistos correctamente en todo momento para una circulación segura.