El seguro de hogar se presenta a menudo como ese manto protector que nos arropa en el peor momento, la garantía de que si algo falla en nuestra casa, un simple telefonazo bastará para poner fin a la calamidad y que todo vuelva a la normalidad sin que tengamos que rascarnos el bolsillo más de lo necesario. Es una idea reconfortante, ¿verdad?, casi utópica si nos paramos a pensar en la cantidad de variables y pequeños desastres que pueden ocurrir en el día a día de una vivienda y en lo intrincado que puede llegar a ser el mundo de las pólizas, tal y como señala con frecuencia la OCU en sus análisis pormenorizados. La realidad, sin embargo, pinta un paisaje con claroscuros, lleno de esos «peros» y excepciones que se esconden en la letra pequeña y que, llegado el momento de la verdad, pueden convertir la supuesta protección en una frustración mayúscula.
No es que las compañías aseguradoras jueguen al despiste adrede, aunque a veces lo parezca por la densidad y el lenguaje técnico de los contratos, es que el seguro se basa en la cobertura de riesgos específicos y accidentales, no en el mantenimiento ordinario ni en situaciones que no cumplen ciertos requisitos muy definidos. Entender qué cubre y, sobre todo, qué no cubre nuestra póliza es fundamental para evitar sorpresas desagradables y para no alimentar expectativas que la realidad de un siniestro se encargará de desinflar de golpe, dejándonos con un problema sin solución fácil y sin la ayuda económica que tanto esperábamos de ese seguro que pagamos religiosamente cada año. La clave está en desentrañar esos «vacíos legales» o, mejor dicho, esas exclusiones explícitas que, aunque estén ahí por escrito, a menudo pasamos por alto hasta que es demasiado tarde para reaccionar.
1TU MASCOTA Y EL DESGASTE NATURAL: LO QUE EL SEGURO VE PERO NO CUBRE

Nuestras mascotas son parte de la familia, compañeras fieles que llenan de alegría la casa con su presencia incondicional, pero también pueden ser fuente de pequeños o grandes estropicios, desde arañazos en los muebles y puertas hasta «accidentes» inesperados en alfombras y suelos que dejan marca. Aunque creamos que nuestro seguro de responsabilidad civil familiar o alguna cobertura específica de la póliza de hogar podría hacerse cargo de estos desperfectos causados por nuestro animal, la cruda verdad es que la inmensa mayoría de los seguros de hogar en España excluyen de manera explícita los daños materiales que las propias mascotas del asegurado causen dentro de la vivienda asegurada. Esta exclusión se basa en la consideración de que estos daños son, en cierto modo, previsibles y forman parte del riesgo asumido por tener una mascota, no un evento accidental inesperado cubierto por la póliza básica.
Igual de inesperado para muchos es descubrir que el desgaste natural de los materiales o instalaciones de la vivienda no está cubierto por el seguro de hogar, un detalle que la OCU ha señalado repetidamente como fuente de reclamaciones infructuosas. Las tuberías se corroen con el tiempo, la pintura de las paredes se decolora por el sol, las tejas se vuelven frágiles con el paso de los años, y los electrodomésticos, si están cubiertos (que no siempre lo están con carácter general), se estropean por el uso continuado, pero estos deterioros progresivos, inherentes al uso y al paso del tiempo, no son considerados siniestros por las aseguradoras, que están diseñadas para cubrir eventos súbitos y accidentales como una inundación por rotura de tubería o un incendio, no la necesidad de renovar elementos porque simplemente han llegado al final de su vida útil.