Las noches en vela, dar vueltas en la cama sin poder conciliar el descanso, despertarse sintiendo que apenas se ha pegado ojo… Son sensaciones demasiado familiares para una parte importante de la población española. Achacamos estos problemas a mil factores, desde el estrés laboral hasta la omnipresente luz azul de las pantallas que nos acompaña hasta el último minuto del día, pero a menudo pasamos por alto un culpable agazapado en nuestra rutina diaria, un hábito nocturno que está dinamitando la calidad de nuestro sueño de forma silenciosa pero implacable. Y no, no siempre es el móvil el principal villano de nuestras noches en blanco, aunque tampoco ayude precisamente.
El verdadero saboteador de nuestro descanso podría estar servido en nuestro plato cada noche, justo antes de meternos en la cama. Hablamos de esas cenas tardías, a menudo copiosas, cargadas de alimentos pesados, fritos, ultraprocesados, o con ese toque picante que tanto nos gusta, sin olvidar los postres repletos de azúcar que nos damos como capricho final. Aunque parezca un placer inocente, este tipo de ingestas cercanas a la hora de acostarse pone en marcha una maquinaria digestiva que choca frontalmente con los procesos naturales que el cuerpo necesita para un reposo efectivo, convirtiendo lo que debería ser un santuario de paz en un campo de batalla metabólico. Comprender cómo afecta esta costumbre a nuestro organismo es el primer paso para recuperar el control sobre nuestras noches y, por ende, sobre nuestra salud y bienestar general.
3¡FUEGO EN LA ALMOHADA!: CÓMO EL PICANTE INCENDIA TU DESCANSO

Los amantes de la comida picante también deberían pensárselo dos veces antes de incluirla en sus cenas si quieren proteger su descanso nocturno. Los alimentos muy especiados o picantes, como los que contienen guindilla, curry fuerte o pimienta en abundancia, pueden causar estragos en la calidad del sueño por varias vías. Por un lado, son conocidos irritantes del tracto digestivo para muchas personas, pudiendo provocar acidez, ardor de estómago o indigestión, molestias que sin duda dificultan quedarse dormido o mantenerse dormido durante toda la noche.
Pero el impacto del picante va más allá de la simple molestia digestiva. La capsaicina, el compuesto activo responsable del picor en muchos de estos alimentos, tiene un efecto termogénico, es decir, eleva la temperatura corporal. Como mencionábamos antes, un ligero descenso de la temperatura corporal es una señal clave para que el cerebro inicie el proceso del sueño, por lo que un aumento provocado por la cena puede confundir a nuestro reloj biológico interno y retrasar la aparición del sueño o hacerlo más superficial. Cenar picante podría, literalmente, calentar demasiado nuestro cuerpo para un descanso óptimo.