La espera está prácticamente a su fin. La segunda temporada de Clanes, la ficción que en 2024 revolucionó el catálogo de Netflix combinando el narcotráfico, el drama familiar y el paisaje gallego, ya tiene fecha de rodaje. Este verano, las cámaras de las que se disponen de nuevo hasta la Ría de Arousa, A Coruña y, sobre todo, Cambados, el lugar que materializó a una de las ficciones españolas más internacionales de los últimos años.
El enunciado de crimen, emoción y estética fue el que propició que la ficción fuese un fenómeno a nivel global, superando incluso a pesos pesados como Los Bridgerton en diversos países. Producida por Vaca Films y protagonizada por Tamar Novas y Clara Lago, Clanes logró lo que pocas producciones nacionales consiguen: traspasar fronteras sin perder su esencia local.
UNA TRAMA DE LEALTADES Y SECRETOS

La primera temporada de Clanes fue policíaca, pero dejó más preguntas que respuestas. Laura, la abogada (Clara Lago), llegó a Cambados con la intención de descubrir algo de la verdad que esconde la muerte de su padre, pero terminó atrapada en una maraña de mentiras, narcotráfico y sentimientos contradictorios hacia Daniel Padín (Tamar Novas), el líder provisional del clan.
El éxito de la serie está en su equilibrio entre acción y profundidad de la psicología de los personajes, que son un rompecabezas moral: el policía corrupto y la madre de Daniel, cuya frialdad esconde heridas del pasado. La segunda temporada promete explorar estos conflictos y analizar de qué manera las decisiones de Laura y Daniel no solo afectarán a sus vidas, sino que también sacudirán a todo el entramado del cártel.
¿Saldrá Laura limpia de este mundo? ¿O se convertirá en una pieza más del mismo? Uno de los grandes aciertos de la serie es la construcción de sus personajes femeninos, resulta muy acertado que en la serie, a diferencia de los clichés tradicionales del género, sean ellas las que tiren del hilo y no las que acompañen a los hombres. De igual manera, los guionistas han dejado claro que no habrá lugar para ninguna concesión al buenismo.
El narcotráfico se retrata sin el temor de idealizarlo, pero a un mismo tiempo sin ocultar su atractivo peligroso. Esta crudeza, unida a diálogos de corte afilado, giros narrativos constantes… esto ha sido lo que ha llegado a enamorar a una audiencia en la que hay producciones más azucaradas. La segunda temporada viene a elevar la apuesta, con alianzas que se rompen y amistades en las que no se puede confiar, lo que deviene en una escalada de la violencia que pondrá a prueba a todo personaje.
La relación entre Laura y Daniel es otro de los ganchos que ha podido conquistar a todos los seguidores. La relación que tienen y en la que se alternan la atracción que siente por él y la desconfianza es otro de los pilares emocionales en los que se sustenta la serie. En la segunda temporada, la relación va a ir tensándose aún más si se tienen en cuenta los secretos que esconden y las lealtades que los separan.
GALICIA COMO ESCENARIO

No puede hablarse de Clanes sin la referencia a la localización de su historia. Vilagarcía, A Illa, Sanxenxo son solo algunos de los propios escenarios de la primera temporada que sirvieron para hacer una atmósfera única. La belleza de las rías choca con la violencia que mueve lo soterrado de la historia, porque Galicia no es un simple decorado, sino que se entiende como un personaje más con su propia personalidad, con sus propios secretos.
Y la segunda temporada ahondará ahora en este vínculo: los lugares emblemáticos de la geografía gallega volverán a ser grabados aquí. Cambados, con sus calles empedradas y sus bodegas centenarias, vuelve a ser el eje del relato, pero también se incorpora en la trama una nueva localización aún por confirmar, lo que sigue haciendo crecer el mapa visual de la serie.
Otro de los puntos fuertes de Clanes es su fotografía. El director de fotografía, conocido por su trabajo en El Reino, ha logrado captar en su cromatismo la esencia de Galicia, entendida como una paleta de colores fríos en la que la textura de la imagen da la sensación de melancolía y peligro. La estética de la serie mandará en ella y refuerza su tono narrativo, de manera que al verbigracia enseña una inquietud constante.
Este método no solo potencia la narración, sino que además ha situado a Galicia en el punto de mira mundial. La llegada del turismo a la región repunta, ya que los fans intentan encontrar los espacios que aparecen en la pequeña pantalla. Vaca Films ha hecho lo que muchas campañas raya en la publicidad no han conseguido; dibujan el lugar como lo haría una mirada atenta desde un punto moderno, evitando tópicos, pero eso sí, sin perder la identidad.
Además, la serie ha sido capaz de reivindicar el potencial de Galicia como espacio natural para rodajes. Con una industria audiovisual creciendo, la comunidad es una alternativa a las localizaciones tradicionales: Madrid o Barcelona. La segunda temporada, con sus mayores presupuestos, puede afianzar esta cuestión y sentir más interés en las locaciones internacionales.
Además, la banda sonora también adquiere un papel importante en el envoltorio. Con una música compuesta por artistas gallegos, fusionando sonidos tradicionales y con ritmos modernos, la identidad sonora de la serie es inconfundible. Este pequeño aspecto vuelve a ser prueba del mimo evidenciado que se ha tenido a la hora de crear la atmósfera de Clanes.
EL IMPACTO DE CLANES

El éxito de Clanes se evidencia también más allá de lo audiovisual. La serie no solo ha sido un hit en más de 50 países, sino que además ha reabierto el debate sobre el narcotráfico gallego y su vínculo con relatos de la cultura popular. No hay lugar aquí para los héroes y los villanos, ya que aquí son solo personas que se debaten entre el destino y sus circunstancias.
Netflix confirmó la continuación de su segunda temporada cuando vio los números: millones de horas reproducidas, semanas en el Top 10, una fidelización inusual para una ficción no anglosajona. Pero, más allá de análisis de este tipo, lo realmente significativo es que Clanes ha situado a Vaca Films en la élite de la producción española. Con títulos como Celda 211 o Quien a hierro mata ya era una productora de referencia, pero ahora su influencia se ha ampliado por el mundo.
La serie ha traído consigo también un impacto económico en la región. Aparte del turismo, la producción ha generado empleo local en las pequeñas empresas que se encargan del rodaje. Este efecto multiplicador demuestra que el audiovisual puede ser motor de desarrollo económico también en zonas más industriales.
La serie también ha puesto de manifiesto que las historias locales pueden llegar a resonar ampliamente en el mundo si están bien narradas. Galicia ya no es una simple tierra de meigas y romerías: es una encrucijada excelente para thrillers complejos y para personajes inolvidables. La segunda temporada abrirá esta línea y podría consolidar un nuevo género: el noir gallego.
El fenómeno Clanes ha servido de estímulo para una nueva generación de creadores: jóvenes guionistas y directores gallegos ven ahora con más frecuencia oportunidades para contar sus historias, marginando por fin los parámetros de Madrid y Barcelona. Esta democratización del relato es, probablemente, uno de los legados más importantes del Clanes.