La existencia en Sueños de libertad no es sencilla. Cada uno de sus actores lleva a cuestas una mochila de emociones que llegará, en alguno de los casos, a abrirse. En este nuevo capítulo, las confesiones, las batallas por el poder o por las penurias cotidianas tejen una red de tensiones que parece dejar huella.
Digna, saturada con la salud de su hijo y con las emociones contradicciones, se confiesa a Don Agustín; mientras que Damián organiza sus ideas para hacer frente a Don Pedro. Carmen, por otro lado, en la cantina lucha con las problemáticas logísticas que podría acabar con su negocio. En la vida de esta novela, la libertad parece un sueño terriblemente esquivo y siempre sometido a condiciones.
3CRISIS Y SECRETOS EN SUEÑOS DE LIBERTAD

Carmen no tiene tiempo para dramas personales; la cantina es su razón de vivir, y ahora se la juegan. La falta de una vendedora puede ser un problema, no grande, sino especialmente delicado. En un negocio donde la buena fama lo es todo, el retraso en la distribución es una carta de presentación muy difícil de borrar. Ni que decir tiene que la respuesta debe ser rápida y eficaz, pero a cada candidata que entrevista no puede evitar pensar que podría haber algo oculto.
Carmen, siempre pragmática, se plantea si debería confiar o no en un recién llegado, o arriesgarse a llevar a cabo el trabajo ella misma. El problema es el desgaste que supone, algo que no puede afrontar por el momento. Mientras tanto, Joaquín vive su propia tormenta en silencio. La confesión a Luis no fue únicamente un desahogo, sino un grito de socorro cuyo eco jamás imaginó que podría aparecer.
Pero Gema lo ha escuchado todo y ahora lo tiene que tratar con un hallazgo que hace tambalear los cimientos de su matrimonio. ¿Por qué Joaquín no le había hablado antes de su dolor? Las paredes de su hogar, antes protectoras, ahora parecen un laberinto de mentiras y medias verdades. En todo este lío, Julia es el escenario de otra guerra: María y Begoña vuelven a discutir por la educación de la pequeña y, por esta vez, no existe lugar para una tregua.
Cada una está convencida de tener la razón pero, en ese enfrentamiento, la única afectada es la pequeña. Gema, con un nudo en el estómago, deberá decidir si entra en la pelea con Joaquín o si se queda callada, porque hay palabras que una vez lanzadas no permiten ser retiradas y, desde luego, el precio de la sinceridad suele ser mayor de lo esperado.