A veces, nuestro cuerpo nos envía señales confusas, mensajes cifrados que cuesta interpretar. Una molestia persistente en el hombro, ese pellizco que achacamos a una mala postura durmiendo o a un esfuerzo olvidado en el gimnasio, podría ser mucho más que una simple contractura; el dolor referido es un fenómeno real y, en ocasiones, un aviso temprano de que algo no marcha bien en un lugar tan vital como nuestro corazón. Ignorar estas señales, por sutiles que parezcan al principio, puede tener consecuencias que lamentaremos amargamente, porque el cuerpo tiene su propio lenguaje y aprender a escucharlo es fundamental para nuestra salud.
Este tipo de sensación, conocida médicamente como dolor referido, ocurre cuando el cerebro interpreta incorrectamente las señales nerviosas procedentes de un órgano interno, atribuyéndolas a una zona del cuerpo completamente distinta pero que comparte las mismas vías nerviosas. Es como si los cables se cruzaran en la centralita, generando una alarma en el lugar equivocado, pero no por ello menos importante. Comprender este mecanismo es el primer paso para no subestimar síntomas aparentemente inconexos que, en realidad, podrían estar alertándonos sobre un problema cardíaco incipiente, permitiéndonos actuar antes de que sea demasiado tarde y el daño sea irreparable.
4LUZ ROJA EN EL HOMBRO: CUÁNDO EL DOLOR EXIGE UNA VISITA A URGENCIAS

Ante un dolor en el hombro de aparición súbita, de intensidad moderada a severa, que no se relaciona con ningún traumatismo o esfuerzo reciente y, sobre todo, si se acompaña de alguno de los síntomas mencionados en el apartado anterior, la actuación debe ser inmediata. No hay lugar para la duda o la espera; es imperativo buscar atención médica urgente llamando a los servicios de emergencia o acudiendo al hospital más cercano sin demora. Cada minuto cuenta cuando se trata de un posible problema cardíaco, ya que un diagnóstico y tratamiento precoces pueden marcar la diferencia entre una recuperación completa y consecuencias devastadoras o incluso fatales.
Es especialmente importante ser cautelosos si existen factores de riesgo cardiovascular conocidos: edad avanzada, tabaquismo, hipertensión arterial, colesterol elevado, diabetes, obesidad, sedentarismo o antecedentes familiares de enfermedad cardíaca. En estas circunstancias, cualquier dolor atípico en la zona del hombro, brazo, cuello, mandíbula o espalda debe tomarse muy en serio y ser evaluado por un profesional sanitario. Intentar autodiagnosticarse o restar importancia al síntoma, atribuyéndolo siempre a causas benignas como una simple contractura, puede ser un error fatal que impida recibir el tratamiento necesario a tiempo.