Hay olvidos cotidianos que apenas tienen trascendencia, como dejarse las llaves o no comprar el pan, pero existen otros despistes que pueden convertirse en un verdadero quebradero de cabeza y afectar seriamente a nuestro bolsillo. Pocas cosas ilustran mejor esta situación que circular con el coche sin haber pasado la Inspección Técnica de Vehículos, un detalle que puede parecer menor, pero cuyas consecuencias económicas van mucho más allá de la simple multa administrativa si tenemos la mala suerte de sufrir un accidente. La tranquilidad de saber que nuestro seguro responderá puede desvanecerse en un instante si descubrimos que la falta de la pegatina actualizada invalida ciertas coberturas esenciales, transformando un percance vial en una posible ruina financiera.
La rutina diaria, las prisas y la sensación de que «a mí no me va a pasar» a menudo nos llevan a posponer tareas como la de llevar el coche a la estación de inspección. Sin embargo, subestimar la importancia de tener la ITV al día es un error de cálculo peligroso, especialmente cuando entran en juego las aseguradoras. Estas compañías, ante un siniestro, revisan con lupa toda la documentación y el estado del vehículo, y la ausencia de una inspección favorable puede ser el argumento perfecto para desentenderse de los costes derivados del accidente, dejándonos en una posición de absoluta vulnerabilidad económica y legal frente a los daños propios y ajenos.
2LA LETRA PEQUEÑA DEL SEGURO: CUANDO LA ITV ES CLAVE

Los contratos de seguro son documentos complejos, repletos de cláusulas y condiciones que a menudo pasamos por alto hasta que surge un problema. Entre esas condiciones, suele figurar de manera explícita o implícita la obligación de que el vehículo asegurado cumpla con todos los requisitos legales para su circulación, lo que incluye, de manera destacada, tener la ITV en vigor. Esta cláusula no es un mero formalismo; actúa como una salvaguarda para la aseguradora, permitiéndole limitar su responsabilidad si el asegurado no ha cumplido con sus obligaciones básicas de mantenimiento y legalidad del vehículo. Ignorar esta «letra pequeña» es jugar con fuego.
Cuando ocurre un accidente y el vehículo implicado tiene la ITV caducada, la aseguradora activa sus protocolos de verificación. Si confirman esta circunstancia, es muy probable que se acojan a la cláusula mencionada para rechazar la cobertura de los daños propios del vehículo, incluso si se tiene contratado un seguro a todo riesgo. La lógica que aplican es contractual: el incumplimiento de una condición esencial del contrato (mantener el vehículo legalmente apto para circular) libera a la compañía de su obligación de indemnizar por los daños sufridos por el propio vehículo asegurado. Pasar la ITV es, por tanto, un requisito indispensable para la plena efectividad de muchas pólizas.