Anabel Pantoja ha vivido una Semana Santa marcada por la emoción, la fe y el peso de los recuerdos recientes que han dejado una huella profunda en su corazón. Si bien cada año estas fechas tienen un significado especial para ella y su pareja, David Rodríguez, esta vez todo ha sido distinto. El matrimonio ha celebrado su primera Semana Santa junto a su hija, después de unos meses muy complicados en los que la salud de la pequeña y las posteriores consecuencias legales transformaron su rutina por completo. Tras pasar el Domingo de Ramos en Córdoba, ciudad natal de David, donde ejerce de costalero en la Hermandad de La Esperanza, una de las más queridas de la ciudad, la pareja viajó a Sevilla para continuar disfrutando de esta tradición que ambos viven con una intensa devoción. Allí, rodeados de familiares y amigos, se reencontraron con su esencia y buscaron consuelo en las calles abarrotadas de emoción, incienso y saetas. Lo que ninguno de los dos imaginaba era que uno de los momentos más emotivos de este año iba a producirse de forma completamente espontánea, arrancando de Anabel unas lágrimas que reflejaban algo más profundo que una simple devoción religiosa.
1Anabel Pantoja ha roto su silencio

Todo ocurrió durante la tarde del Martes Santo, cuando la pareja salió a comer en una zona de Sevilla por la que casualmente pasaba la Hermandad del Cerro. La sobrina de Isabel Pantoja compartió en sus redes sociales cómo vivió aquel instante que, según sus palabras, fue “mágico”. Visiblemente emocionada y con la voz quebrada, Anabel relató que, mientras se acercaba al segundo paso de la cofradía para hacer fotos y pedir por los suyos, presenció una «levantá» profundamente significativa. El capataz del paso, acompañado por su nieto, dedicó ese gesto no solo al pequeño, al que definió como «lo más grande que hay en mi casa», sino también a todos los hijos de los presentes, pidiendo a la Virgen que les diera el mismo amor que él sentía por su Hermandad. Las palabras, llenas de ternura, resonaron con fuerza en Anabel, quien no pudo evitar romper a llorar. Su emoción no fue gratuita. Desde que se convirtió en madre, cada referencia a la infancia, al amor filial y a la protección le toca una fibra sensible que antes no conocía. Especialmente después de todo lo que ha vivido desde el nacimiento de su hija.
El pasado 9 de enero, la pequeña tuvo que ser ingresada de urgencia en el hospital Materno-Infantil de Gran Canaria, generando un estado de alarma en su entorno más íntimo. Fueron días angustiosos. La menor permaneció hospitalizada durante 18 días, un periodo en el que Anabel y David apenas pudieron dormir ni tener tranquilidad. La preocupación y la incertidumbre se apoderaron de ellos hasta que, finalmente, la bebé recibió el alta médica. A pesar de la mejora en la salud de su hija, el calvario no terminó ahí. Apenas unos días después, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) anunció la apertura de diligencias judiciales contra los padres por un presunto delito de maltrato infantil. Según informó el TSJC, el Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria había incoado el proceso desde el 21 de enero, basado en dos informes médicos contradictorios: uno presentado por el hospital, en el que se indicaban lesiones que podrían haber sido provocadas por una situación de maltrato, y otro aportado por los padres, en el que se descartaba cualquier negligencia o daño atribuible a la pareja.