Aunque Glovo apenas empieza a cerrar los contratos directos con los repartidores, ya la plataforma opera con algunos de ellos con contratos externos. Estos riders, que han pasado de ser autónomos a contratados por empresas externas, cuyos ingresos dependen de la cantidad de viajes que haga cada uno de los trabajadores que han contratado, se han dado cuenta de que aunque hay muchas ventajas al dejar de ser autónomos también están amarrados a las exigencias de tener un empleador, además de los problemas que van de la mano del sector de la hostelería.
Aunque prefieren evitar dar nombres, los repartidores señalan que desde que están fichados por empresas como Easy Rider o Glaider aseguran que las distancias de entregas han aumentado, que no hay limitaciones en la hora a la que entran los pedidos a la aplicación, con algunos pedidos apareciendo cuando queda menos de un minuto para terminar su turno, y se suma que varios señalan que estas flotas no están organizadas como es debido.
Es un reto importante, que también enfrentaron otras aplicaciones digitales como Uber, Cabify o Bolt cuando empezaron a contratar flotas. Es también un recordatorio de los problemas que enfrentó el principal rival del unicornio español en el país, Uber Eats, cuando intentó aplicar un modelo de flotas. Es que para muchos de estos repartidores se trata de perder la posibilidad de elegir sus horarios, de aceptar los pedidos que consideraban rentables en cuanto a la remuneración y la distancia, y por supuesto de asumir un pedido de último momento.
Es cierto que esta percepción no es igual para todos los repartidores. Apartando el alto número de riders sin un permiso de trabajo, utilizando cuentas alquiladas sin cumplir con las normativas de la plataforma, o aquellos que solo trabajaban en Glovo como un complemento para sus ingresos para un alto número de estos repartidores la realidad es que el algoritmo les jugaba en contra. Según estos, el negarse a llevar un número demasiado alto de pedidos, o usar el multiplicador de ingresos de la app los castigaba sin pedidos por varias horas todos los días, y con esperas aún más largas en fechas de baja demanda como el verano.
GLOVO SIGUE AVANZANDO CON SUS CONTRATOS
En cualquier caso, el unicornio español sigue dando los pasos para tener repartidores contratados directamente por ellos mismos. Los contratos que ha enviado Glovo hasta ahora van desde las 12 horas a las 30 horas, y marcan un sueldo cercano al mínimo, además de ser contratos indefinidos. Es un primer paso, pero si quieren mantener a sus repartidores contentos deben seguir mejorando la oferta, y apostar por premiar a los que mejor realicen su trabajo.
Es un reto con el que ya se han conseguido las plataformas de la llamada «nueva movilidad», y que ha llevado a Cabify, Uber y Bolt a negociar varias veces las condiciones de sus contratos y las demás bonificaciones. Aun así, sigue habiendo problemas evidentes a la hora de revisar este tipo de estrategias, como se ha demostrado en las últimas semanas por las protestas de los conductores contratados por Vecctor.

Pero de momento la empresa sigue su proceso. Si todo sale como lo tienen planeado, los de Oscar Pierre habrán completado el proceso, que tienen contemplado que cueste unos 100 millones de euros, al final del verano. Es además un momento clave, pues el enfriamiento tras la temporada estival es una de las temporadas que se traduce en un mayor número de pedidos desde casa.
UNA PARTE DE LOS REPARTIDORES QUEDA EN EL AIRE
Mientras que algunos repartidores enfrentan los retos y los problemas de adaptarse a este nuevo modelo, otros se han quedado por fuera del nuevo modelo. Ya en su momento desde Glovo se había dejado claro que la contratación no incluiría a todos los repartidores registrados previamente en la plataforma, y además el proceso deja en el aire a aquellos que no tenían permiso de trabajo que dependían, o dependen, de este tipo de opciones para sobrevivir.
Se suma que mientras se avanza en el proceso, los repartidores autónomos han denunciado que tienen menos pedidos. Es una realidad que deben asumir de momento, o bien buscar otras opciones de trabajo para sustentarse mientras que el unicornio español termina este proceso.