El mundo de la televisión española tiene un nuevo nombre que resuena con fuerza: Claudia Oslé. Con el cóctel de talento, carisma y versatilidad, esta joven actriz ha saltado de papeles como secundaria a un rol clave en el éxito de las grandes producciones. Su propia trayectoria, como demuestra el esfuerzo y la dedicación que ha puesto, evidencia que el camino para convertirse en estrella no siempre es directo, pero sí acabará siempre sucediendo cuando el talento es auténtico.
Desde que brilló como María en La Promesa hasta llega a Valle Salvaje, Oslé ha conseguido imprimir en los personajes un carácter especial. La interpretación de María en la segunda temporada de la serie de época ha puesto patas arriba la trama y ha puesto a prueba la tensión emocional en la relación de los protagonistas, logrando convertirse en un nuevo fenómeno entre los espectadores.
1LOS CIMIENTOS DE UNA CARRERA

Claudia Oslé no es una actriz de esas que aparecen de repente. Para nada. Su camino ha sido algo elaborado, paciente, meticuloso… Lo contrario de esos actores u actrices a quienes les sucede como lo que le ocurrió a Tara Reid. Ahora bien, Claudia Oslé ha ido forjándose su espacio con papeles de diversos cortometrajes, con papeles episódicos en televisión donde fue pasando la prueba. Una época menos visible y que fue muy importante para aprender a dominar su técnica y desarrollar una interpretación natural, convincente y completa.
Ella, aunque guarda celosamente secretos de su vida privada —con su edad exacta, sus relaciones…— es el trabajo el que habla tanto en su favor. Hay una madurez en sus actuaciones que contrasta con su juventud, una cualidad no muy frecuente en televisión, que los directores o productores suelen detectar de inmediato.
Su perfil de Instagram es un perfil donde mezcla imágenes del rodaje de un proyecto con momentos más personales de su vida. Esto resulta en una artista cercana pero misteriosa al mismo tiempo, por lo que la gente también tiene ganas de conocerla más, tanto dentro como fuera de la pantalla.
En los inicios de la trayectoria profesional de Claudia, la industria la consideraba una persona repleta de humildad y de aprendizaje. Claudia se satisfizo trabajando en determinadas producciones de corte independiente donde escaseaba el presupuesto y se contaba con una notable presencia de la pasión, algo que ella misma se ha encargado de compartir y de practicar en alguna entrevista, aprendiendo a aprovechar lo que la vida ofrece.
«En un cortometraje cada toma cuenta el doble; no hay opción de fallar», explicaba en una charla con los alumnos de interpretación. Aquella disciplina adquirida en los modestos sets, que incluso se pone de manifiesto en sus trabajos con firmas de primer nivel. Su recorrido por el mundo de la televisión apareció de un modo progresivo, con pequeños papeles en los que a pesar de su escasa duración dejaban una huella.
Series de la talla de Servir y proteger o Acacias 38 fueron la vía de entrada en su ciclo serial, donde ella misma aprendió a trabajar bajo presión y a construir personajes con la menor de las heridas, pero también con los trazos de carácter más significativos. «Cada personaje por pequeño que sea tiene una historia detrás», ha comentado más de una vez. Esa es la filosofía que explica que sus intervenciones más cortas generen impacto.