La ficción española vuelve a demostrar su empuje con una miniserie que te engancha desde el minuto uno. El jardinero, la nueva apuesta de Miguel Sáez Carral (creador de La caza), ha llegado a Netflix como un huracán y ha conseguido desbancar hasta fenómenos globales como Adolescente.
Con solo seis capítulos, esta nueva producción ha conseguido lo que muchas series no logran en una temporada entera. Un protagonista atormentado, una villana fascinante y un amor que nace entre las sombras. La trama, ambientada en los exuberantes paisajes de Pontevedra, sigue a Elmer (Álvaro Rico), un joven botánico de mente brillante pero de corazón herido.
2LA VILLANA QUE REDEFINE EL AMOR DE MADRE

Si Elmer es el alma extraviada en esta serie de Netflix, la madre es la sombra que lo devora. Cecilia Suárez, una de las actrices más polivalentes del panorama hispano, elaborando esas partes que dudaría en considerar la protección asfixiante (la madre, porque «no te necesito vivo, sino útil», le suelta en un momento clave), pero también la crueldad más calculada que puede llegar a ser.
La China se convierte así, no tanto en la mala, sino en la sinvergüenza que calcula que el mal se encuentra, en última instancia, justificado por el amor y donde lo más aterrador no es su negocio entonces criminal o mafioso, sino la justificación de este como acto amoroso en El jardinero; Emma Suárez (la hermana) y Francis Lorenzo (el cómplice difuso) añaden algo más a un relato familiar en el que se multiplican las traiciones.
La China no es una antiheroína convencional; en ella conviven las características de una mala madre con las de una asesina convencida de estar protegiendo a su hijo; sus armas son la violencia, pero en su torturada psique eso es lo que piensa, que todo lo hace por el bien del su hijo.
Este vaivén de opuestos hace que se convierta en uno de los personajes femeninos más interesantes del thriller español contemporáneo. La interpretación de Cecilia Suárez permite a su personaje desplegar una elegancia tétrica: esos vestidos de lino blanco asidos por la tierra, sus miradas heladas, su manera propia de servir el té con claro aire de ritual macabro… todo en ella grita peligro pero con sofisticación.