Johanna Kyrklund, CIO del Grupo Schroders recomienda a los inversores mantener la calma ante la situación actual con los aranceles de Trump.

Hemos tenido un comienzo de año complicado: la ruptura de la narrativa de la inteligencia artificial (IA) por parte de DeepSeek, un cambio drástico en el gasto en defensa e infraestructuras fuera de Alemania y, por supuesto, el «Día de la Liberación». Como resultado, al principio asistimos a una importante divergencia en el comportamiento entre las distintas clases de activos y dentro de cada una de ellas y, más recientemente, a una severa corrección.
Como siempre, necesitamos dar un paso atrás para ganar algo de perspectiva.
Hemos hablado mucho en los últimos años sobre un cambio importante en el paradigma de inversión fruto de la falta de consenso que dominó la política occidental a partir de la década de 1990; un enfoque en la corrección fiscal combinado con una política monetaria flexible y una economía altamente globalizada.
Cinco preguntas clave de los inversores sobre los aranceles de Estados Unidos
Aranceles y un nuevo consenso político populista
El reto de este modelo, sobre todo en la década de 2010, cuando los tipos de interés llegaron a cero o negativos y el crecimiento salarial languideció, era que no funcionaba para la mayoría de la población de las democracias occidentales. Como consecuencia, en los últimos años hemos asistido a la aparición de un nuevo consenso político populista centrado en una política fiscal más proactiva, el proteccionismo y la lucha contra la inmigración.
Podría parecer una combinación caótica de acontecimientos, pero en realidad todo es sintomático del importante giro en el consenso político que hemos esbozado. La definición de «aranceles» del presidente Trump nos puede parecer un error, pero lo que no le podemos achacar al presidente es que no haya sido claro sobre sus opiniones en materia de comercio internacional, porque la realidad es que llevamos escuchándolas muchos años. Puede que no nos guste su marco y su filosofía, pero sus políticas han sido coherentes.
Ciertamente, los últimos acontecimientos apuntan a unos aranceles más altos de lo que esperábamos.
Nuestras previsiones económicas se están ajustando a la baja y el riesgo de recesión ha aumentado a medida que las empresas se enfrentan a la interrupción de sus cadenas de suministro.
La reacción del resto del mundo será crítica y se está produciendo en tiempo real. Los países incluidos en la lista de aranceles están tomando sus decisiones, bien para implementar represalias e intensificar la guerra comercial o para contemplar la posibilidad de reducir su desequilibrio comercial con Estados Unidos. El tiempo que tarde esto en suceder también influirá en los mercados.
Pero hay que recordar que lo que más odian los mercados es la incertidumbre; las malas noticias se pueden poner en precio.

El marco de Trump, expuesto en un gráfico impreso, es claro. Se podría discutir el enfoque: en realidad no han utilizado los tipos arancelarios y las barreras no arancelarias, sino que han tomado el déficit comercial de cada país con Estados Unidos y lo han dividido por las exportaciones del país a Estados Unidos. Pero al aplicar el principio de imponer el 50% del tipo calculado han establecido un claro punto de partida para la negociación.
Esto puede parecer un juego, pero al menos estamos empezando a entender las reglas y los mercados tienen una base para valorar estos riesgos. Por ejemplo, las represalias de China y la posterior escalada de Estados Unidos ensombrecen las perspectivas de crecimiento, pero, de nuevo, al menos ahora conocemos la lógica que opera. Estamos pasando rápidamente de riesgos desconocidos a riesgos analizables.
Aparte de las negociaciones comerciales, los mercados también se verán impulsados por las respuestas fiscales y monetarias a un crecimiento más débil. La administración Trump sigue comprometida con los recortes fiscales y la liberación del freno de la deuda en Alemania es útil. Del mismo modo, los dirigentes chinos están estudiando medidas para estimular al consumidor.
Las políticas monetarias también podrían ser más divergentes
Los aranceles son generalmente deflacionistas para Europa, por lo que esperamos que se aceleren allí los recortes de tipos. La situación es más compleja en los EE.UU. debido a los efectos inflacionistas a corto plazo del aumento de los precios de importación, por lo que esperamos que la Reserva Federal actúe con más lentitud. En última instancia, esperamos que la política monetaria se torne más reflacionista en respuesta a los aranceles, lo que debería ayudar a mitigar parte del impacto.

A medio plazo, sin embargo, debemos ser prudentes. La principal limitación a la hora de implementar políticas más laxas serán las consecuencias para la inflación y los niveles de deuda, y la disposición de los tenedores de bonos a aceptar esto. Si se considera que los niveles de deuda son insostenibles, o si se cuestiona el compromiso de los responsables políticos con algún tipo de responsabilidad fiscal y control de la inflación, podríamos ver cómo aumentan los rendimientos de los bonos.
Por ahora, consideramos que este riesgo es bajo. La independencia de los bancos centrales sigue intacta y la preocupación por el crecimiento está limitando los rendimientos de los bonos, pero estamos vigilando de cerca la inflación y las correlaciones entre bonos y acciones.
Consideramos que esto forma parte de un 3D Reset, que es como hemos denominado en Schroders al cambio de paradigma de inversión marcado por 3 tendencias a largo plazo: la desglobalización, la demografía y la des carbonización. Hemos pasado de un régimen globalizado con shocks deflacionistas de la década de 2010 a un régimen des globalizado con shocks inflacionistas.
A corto plazo, los mercados parecen sobrevendidos, pero las cuestiones estructurales planteadas por el 3D Reset (desglobalización, demografía y des carbonización) son más relevantes que nunca y exigen flexibilidad y un profundo conocimiento del riesgo para hacer frente a los diferentes desafíos.
En esta época de mayor volatilidad e incertidumbre, mientras realizamos ajustes tácticos en las carteras para reflejar un mundo cambiante, los inversores a largo plazo deben, en última instancia, mantener la calma. Ante un cambio generacional de paradigma económico y de mercado, aquellos que consigan mantener la cabeza fría ganarán la partida.