martes, 15 abril 2025

Fallece Vargas Llosa: legado inmortal de un referente de las letras hispanas

Mario Vargas Llosa ha fallecido hace apenas unas horas, dejando atónitos a todos los amantes de la literatura hispanohablante. Con su partida, se va uno de los grandes referentes de las letras latinoamericanas y mundiales. Nacido en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936, Mario supo desde muy joven que quería contar historias. A lo largo de su vida, creó un universo literario lleno de personajes inolvidables, reflexiones profundas y retratos magistrales de la realidad social y política de su país y del mundo.

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Hoy, recordamos su trayectoria con un nudo en la garganta, pero también con gratitud infinita por todo lo que nos dejó. Su carrera comenzó a fraguarse en Lima, ciudad que lo recibió cuando todavía era un adolescente con ganas de comerle el mundo. Allí estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se formó en Derecho y Literatura. Sin embargo, la Ley no lo sedujo tanto como las palabras. Por eso, desde sus años universitarios, combinó artículos periodísticos, ensayos y relatos que ya mostraban su talento.

El verdadero salto a la fama de Vargas Llosa llegó con La ciudad y los perros (1963). Esta novela rompió con la tradición narrativa de la época y sacudió la escena literaria peruana e hispanoamericana. Ambientada en un colegio militar, su crudeza y su estilo directo conectaron con muchos lectores, que vieron reflejados en esas páginas los abusos de poder y la violencia cotidiana. El éxito de esta obra lo catapultó como una de las voces más prometedoras del continente, y de paso inauguró ese fenómeno editorial llamado “Boom Latinoamericano”, junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes.

Luego llegó La casa verde (1966), con la que ganó todavía más prestigio. Sus personajes, llenos de matices, contaban historias de la selva peruana, la costa y la ciudad, retratando un Perú profundo y a veces duro. Mario tenía un don especial para describir el país de forma crítica, pero también con cariño. Era capaz de mostrarnos la corrupción, la desigualdad y la injusticia sin perder de vista la belleza y la fuerza de la gente común. Por eso, lectores en todo el mundo se enamoraron de sus libros. Con Conversación en La Catedral (1969) profundizó en esa mirada política y social, poniendo el dedo en la llaga sobre la dictadura y la represión.

Su vida personal también dio de qué hablar. Se casó primero con Julia Urquidi, una relación que marcó su juventud y que luego inspiró La tía Julia y el escribidor (1977). Más tarde, se unió a Patricia Llosa, su prima, con quien tuvo tres hijos y vivió buena parte de su madurez. Sus amores y desamores saltaron de vez en cuando a la prensa rosa, sobre todo en los últimos años, cuando se relacionó con Isabel Preysler. Aun así, Mario siempre quiso que lo recordaran más por sus novelas y ensayos que por su vida sentimental.

Vargas Llosa fue, ante todo, un escritor comprometido. No solo en lo literario, sino también en lo político. En 1990 se lanzó a la presidencia de Perú con la coalición Frente Democrático (FREDEMO). Aunque perdió las elecciones contra Alberto Fujimori, esa aventura quedó inmortalizada en El pez en el agua (1993), una suerte de autobiografía y confesión donde analizaba los desafíos que enfrentó. Puede que no haya llegado a Palacio de Gobierno, pero su voz influyó de forma contundente en el debate público, defendiendo la democracia y la libertad individual.

Después de esa etapa, Mario siguió escribiendo y publicando obras que se convirtieron en éxitos de crítica y de venta. Títulos como Pantaleón y las visitadoras (1973) –una novela que mezcla humor, erotismo y crítica social– o La guerra del fin del mundo (1981) –donde abordó la revuelta de Canudos en Brasil– nos muestran un autor que no temía saltar de un tema a otro, siempre y cuando pudiera profundizar en la naturaleza humana. Y La fiesta del Chivo (2000) terminó por consagrarlo definitivamente, con un retrato brutal de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana.

En 2010, el Nobel de Literatura llamó a su puerta. La Academia Sueca le otorgó este reconocimiento “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo”. Ese fue uno de los momentos más emocionantes de su trayectoria. Cuando dio su discurso de aceptación, titulado “Elogio de la lectura y la ficción”, cautivó a todo el mundo con su defensa de los libros, la imaginación y la libertad de expresión. De alguna manera, resumió su visión de la literatura como un motor de cambio social y un puente para la comprensión humana.

Su relación con España siempre fue muy especial. Obtuvo la nacionalidad española en 1993, sin renunciar a la peruana, y se convirtió en miembro de la Real Academia Española, ocupando el sillón “L”. Fue un habitual de congresos, tertulias y reuniones literarias en Madrid y otras ciudades españolas. Además, recibió el título de Marqués de Vargas Llosa, otorgado por el rey Juan Carlos I en 2011, un honor que reconoció su contribución a la cultura en español. En España encontró amigos, editores y lectores fieles que siguieron su obra de cerca y se apasionaron con cada una de sus publicaciones.

El estilo de Vargas Llosa se caracterizó por la fusión de realidad y ficción, con una técnica narrativa compleja que a veces se servía de saltos temporales, múltiples narradores y monólogos interiores. Sin embargo, más allá de esos recursos, lo que verdaderamente impactaba era su visión crítica de la sociedad, su atención a los detalles de la vida cotidiana y su valentía para tocar temas políticos sin rodeos. Era, en definitiva, un escritor que no se conformaba con la superficie de las cosas. Le gustaba ir al fondo, incomodar, despertar conciencias y abrir debates.

Quienes lo conocieron de cerca destacan también su sentido del humor y su espíritu curioso. Siempre dispuesto a charlar, reflexionar y aprender. En sus artículos periodísticos, publicados en grandes diarios de América Latina y Europa, defendía la democracia, la libertad y el pluralismo, a la vez que criticaba las dictaduras y los sistemas autoritarios. Esa faceta de intelectual público a veces lo colocó en el centro de controversias, ya que no tenía reparo en mostrar sus opiniones, aunque fueran impopulares para algunos sectores.

El día de hoy, con su repentina partida, nos toca despedir a un hombre que dejó una huella imborrable en la literatura mundial. Sus novelas, ensayos y columnas periodísticas forman un testimonio vivo de su genio creativo y de su pasión inquebrantable por las letras. Nos queda el consuelo de saber que sus obras seguirán inspirando a miles de lectores y escritores. Cada página suya es una ventana al Perú, a Latinoamérica y a la complejidad de la condición humana.

Es muy duro pensar que ya no habrá nuevas historias salidas de su pluma, pero su legado es inmenso y está asegurado para siempre. El mundo de las letras en español no vuelve a ser el mismo sin él. Hoy, Arequipa, Lima, Madrid y tantas otras ciudades donde dejó su marca se visten de luto. En las bibliotecas de América Latina y España, los ejemplares de La ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras o La fiesta del Chivo despiertan la curiosidad de lectores que se acercan por primera vez a su obra o regresan a ella para reencontrarse con la magia de sus páginas.

La obra de Mario Vargas Llosa va mucho más allá de una simple narrativa de ficción. Nos habla de la libertad, la justicia, la dignidad de las personas, los abusos de poder, las pasiones humanas, el amor y el deseo. Nos enseña a mirar la realidad con ojo crítico y a entender que la literatura puede ser un arma poderosa para denunciar abusos y celebrar las victorias del espíritu humano. Cada una de sus historias es un viaje que nos acerca a la esencia de lo que significa vivir en sociedad, con nuestras luces y nuestras sombras.

Para todos los que crecimos leyendo sus libros, el adiós a Mario Vargas Llosa duele especialmente. Se va alguien que fue maestro y compañero de viaje en muchos sentidos. Aun así, su voz no se apaga. Permanece en cada párrafo que escribió y en la inspiración que brindó a generaciones enteras de autores. La literatura en español pierde a un pilar fundamental, pero a la vez gana la certeza de haber tenido el privilegio de contar con un genio de su talla.

Descanse en paz el gran Mario Vargas Llosa. Su partida es un momento doloroso, pero su recuerdo y su palabra seguirán vivas, iluminando el camino de todos aquellos que amamos los libros, la libertad y la belleza de las historias bien contadas. A él le debemos el ejemplo de que la literatura puede cambiar el mundo, o al menos nuestra manera de entenderlo. Y, sin duda, ese es un regalo que nunca olvidaremos.


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